Lisandro Ponzetti lanzó digitalmente Lesa Naturaleza, disco que será presentado el próximo 12 de septiembre en el Recodo del Sol. Antes de este concierto charlamos con el músico para que nos cuente de este nuevo trabajo discográfico.
– ¿Contanos como nació Lesa Naturaleza?
– Lesa Naturaleza nació del silencio. En la montaña experimenté la sensación del silencio inmenso en momentos cotidianos. Un silencio poderoso. Antes, desde que escuché Perdedores Hermosos (Luca Prodan), sentí la certeza de grabar un disco en la montaña. Un disco en una hipótesis: una posibilidad. Quería encontrar un punto de origen, un sonido fundante. Guitarras y voz, mas percusión natural. Como si pudiera regresar mi tiempo, desactualizarme. Encontré lo natural como la idea comandante. Mi naturaleza: la poesía, heredada de madre poeta, y la música: mi camino. A su vez es un disco digital, sólo está la web, una contradicción provocadora.
– Hay mucho contenido en las canciones, mucha info, ¿cómo fue trabajar sobre las letras?
– Comparto mi pasión de componer con la del periodismo. Estudié Comunicación Social y sentí que mi libertad de expresión plena la alcanzo cantando. Trato de tocar temáticas que me atraviesan. Grabé el primer disco en 2005, y este disco es mi propia década post caída del 2001. Trato no bajar líneas, de escribir desde lo cotidiano, busco primeros planos, sugerir, un poco toco y me voy. Sin embargo las temáticas son densas: el consumismo y la vanidad, el amor consagrado, escribí sobre un cuento de Subcomandante Marcos, también sobre un pibito carrero atropellado en la Rafael Nuñez, el desmonte, el derecho a la identidad, la infancia del Che en Alta Gracia y hasta sobre una bolsa de Casa Arab.
– Cuando el rock argentino nacía, había una fuerte conexión con lo natural, con el medio ambiente. Pienso en Miguel Grinberg, en Arco Iris, en el Expreso Imaginario. Hoy parece que el camino para decir cosas esta en otros rumbos, ¿Qué opinás de eso?
– Soy criado “al pié del Winco” (así se llamará mi próximo disco). Allí rodó rock nacional y folkore, cuando entre ellos no se entrecruzaban. Ubico al rock como un emergente citadino, enchufado, urbano. Pero a mi me abrió esa fusión El Arriero de Divididos, es mi punto de quiebre. La naturaleza ofrece un infinito de metáforas de lo humano: ese mundo sabio y perfecto versus el cambalache de lo social. El camino de hoy al que te referís es la mediatización, la complejización y por ahí, la saturación. En este disco tomé eso del “menos es más”, y regresar a un estilo de timbres de aquel rock canción al que referís, también el de Gieco con María nació en el campo y los Caballos blancos. Técnicamente, Lesa en un disco analógico y sonoramente quise viajar a como si hubiese estado tocando en esa época, yo joven por aquellos tiempos.
– ¿Dónde y cómo grabaste el disco?
– En mi sala de ensayo, en el patio de una casa donde vivía, en las pequeñas montañas de Unquillo. Montamos allí para grabar, Esteban Lapasset “el Lapa”, acomodó todo. Con mucho sol, ventanas abiertas, atardeceres. Una noche, justo llovía mientras grabamos Musicagua, y grabamos la lluvia que suena durante todo el tema. Las voces las metimos en el estudio de La Colmena, donde también mezclamos.
– Es bien impactante la letra de la canción que dedicas a Las Abuelas, ¿nos hablas sobre esa canción?
– Siempre acompañé de cerca la lucha de los Derechos Humanos, las abuelas son el emblema: tejieron nuestra identidad. Sin ellas, la identidad de Argentina escondería un dolor original: hoy nos duele el genocidio y la apropiación, pero hay verdad y justicia. Es un tema fundamental en la identidad de mi generación, que crecimos con Videla. Sólo una abuela puede tener tanta fuerza, y ellas vencieron tejiendo historias, paciencia y amor. Mi abuela tejió una frazada que me acobijó de niño, y que hoy acobija a mis hijos en sus camas. Es un doble juego permanente que une, como un tejido reversible, a todas las abuelas con las de Plaza de Mayo. Realmente creo que busco calar hondo, y contraponer inocencia en las palabras con el horror al que remiten. Pero propongo un final optimista y pensando en el deseo de que encontraremos al nieto de Sonia Torres.
– Hay una idea, falsa creo yo, de desideologizar o despolitizar a la música, ¿A vos que te parece?
– Me identifico con la participación y la intervención en la cultura. La despolitización de la música es imposible, el orden de las cosas siempre será un tema, y la palabra una herramienta. Si bien tomo posturas, trato de no juzgar, ni decir cómo debería ser tal cosa. En todo caso describo o represento una posible sensación que puede ser muy mía, o colectiva. Pintar la aldea no es decorarla: es contarla, retratarla, mostrar algo: eso no cambia la realidad objetiva, pero si puede intervenir en el ánimo de cómo atravesarla: “no dormir esta noche si hay un niño en la calle”. Hay dos eventos culturales que me formatearon: Las 24 horas de Arte y El Encuentro de San Antonio, en ambos viví lazos humanos que hacen tambalear cualquier statu quo.
– ¿Cómo vas a hacer rodar el disco, se viene presentación, nos contas de los planes futuros?
– El sábado 12 de septiembre lo presento por primera vez en Unquillo, en el Recodo del Sol, un lugar que es un poco como estar en mi casa, porque allí esta Marta Gonzalez, una constructora de la cultura de las sierras chicas. Estoy organizando para presentarlo en Córdoba antes de fin de año. Planes: seguir sintiendo profundamente, y dejarme llevar por eso.