Se cumplen 40 años del disco en que el productor unió a la primera plana del rock local con el Ensamble Buenos Aires para rendir tributo a la obra de los Vox Dei.
Una obra había logrado conmover a la, todavía, incipiente escena del rock argentino. Hacia el año 1972, los Vox Dei había interpretado una visión particular de los libros sagrados de la Iglesia Católica y lo habían llevado el ritmo del rock&roll, logrando captar la atención de la opinión pública de una forma en la que sólo pocos podían hacerlo durante aquellos primeros años en los que ser, vestir y cantar eran considerados, por si sólo, motivo de insultos y golpizas.
Dicen quienes lo conocieron por aquellos años, que Jorge Álvarez (el mítico productor padre e insigna de los primeros del rock argentino) quedó impresionado con el disco del trío (que por entonces era un cuarteto) ni bien se topó con su primera edición. Es por eso que, cuando un par de años después se conoció la idea de proyectarla sobre un formato alternativo, nadie se sorprendió. Años más tarde, Álvarez comentó que la idea original no era reeditar La Biblia sino que el afán principal tenía que ver con la elaboración de un producto que sirviera para lanzar a los músicos del incipiente movimiento hacia una proyección internacional a partir de un trabajo de envergadura inédita. Para es, cuneta Álavrez, se llegó a pensar hasta en una adaptación de «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez. El colombiano fue quien bajó el pulgar para esa idea.
Finalmente se grabó La Biblia. Con algunas particularidades, es cierto. Lo primero que surge de la escucha es que no están ninguno de los Vox Dei incluidos en un proyecto que, más allá de eso, tuvo tintes faraónicos. Se utilizaron 400 horas de grabación, durante nueve meses de trabajo en una sala equipada con un equipo de ocho canales (que para ese entonces era un verdadero lujo para la mayoría de los artistas del género). Pero el dato técnico pasa inmeditamaente a segundo plano cuando uno toma el LP y lee los nombre de los músicos que participaron en la ejecución de la obra creada por Soué, Quiroga, Basoalto y Godoy. Allí estuvieron Alejandro Medina, Billy Bond, Claudio Gabis, Claudio Martínez, Kubero Díaz, David Lebón, Carlos Cutaia, Jorge Pinchevsky, Charly García, Nito Mestre, Juan Rodríguez, Rinaldo Rafanelli, Raúl Porchetto, Miguel Cantilo, Carlos Goler, Fernando Bergé, Gustavo Beytelman, Gustavo Kein, Oscar Moro, Osvaldo Favrot y Poli Martínez. Es decir, la plana mayor del rock argentino de la época (o al menos, la plana con una relación más estrecha con el universo Álvarez). En rigor de verdad, todo este seleccionado de músicos aparece como invitado en un disco que lleva la firma de el Ensamble Buenos Aires sobre quien Álvarez depositó el verdadero protagonismo de aquella apuesta. «El trabajo del Ensamble Musical de Buenos Aires, no fue el clásico trabajo de apoyatura convencional que se hace a un grupo de rock, sino que participan totalmente de la música, en muchas partes en forma preponderante«, diría el productor al analizar el LP que agotó rápidamente la primera tirada de 12 mil discos.
Quedará para el análisis y la discusión el sobrevalor proyectado sobre la apuesta de Álvarez que no logró, al menos en primera instancia, su objetivo de proyectar la escena roquera autóctona al exterior a partir de este trabajo. Años más tarde, Billy Bond intentó algo similar desde sus proyectos en Brasil. El resultado fue magro y el disco es una de las tantas rarezas olvidadas del rock continental. Más allá del resultadismo epocal, Otra Canción quiso recordar aquel trabajo. Enorme, arriesgado y con gesto de revolución. Un Álvarez en estado puro, ese que no escatimó jamas en gastos. gestos, apuestas ni horizontes.
Escucha el disco completó acá…