No se en que momento Luis Alberto Spinetta entró a mi vida, aunque pareciese que siempre estuvo ahí. En casa hay discos, libros, fotos, tapas de revistas y un poster. Lo que si recuerdo, casi con lujo de detalle, fue el momento en el que me sumergí por completo en su obra intentando entender más a ese personaje que tanto me llamaba la atención. Ese momento fue durante mi periodo de cursado en la Escuela de Ciencias de la Información. En los breaks de estudio de alguna que otra materia, pasé eternas madrugadas entre escuchas e interminables charlas junto a quien por ese entonces era mi compañero de libros: Juan Martín Angera (ex bajista de Diego Marioni y actual guitarrista de María Paula Godoy). Millones de horas, tazas y tazas de café, y sus Parliaments hacían cada vez más interesante la escucha de cada uno de los discos de Luis. Alguna vez Juan me presto «Van Gogh, el suicidado por la sociedad», de Antonin Artaud y otros libros. Ese momento fue como atravesar una puerta hacia un lugar confortable, una dimensión desconocida donde uno podía encontrarse con Spinetta más allá de los acordes y las melodías. Podía comenzar a entender lo que pasaba por su «bocho». Estoy seguro que fue en ese momento que se quedo en mi vida.
Hace un tiempo se me ocurrió un teoría tremenda. Criticable, obviamente, y muy controvertida. Estaba escuchando «A esos hombres tristes» de Almendra a todo volumen, y en un momento Spinetta asegura «Una vez vi que no cantabas y no se porqué, si tienes voz , tienes palabras». Tuve algo así como una epifanía: Spinetta era tan o más grande que los Beatles (y eso que los Beatles se adjudicaron ser más grandes que Dios). Si, lo sé, a esta altura debes estar leyendo y puteándome, pero avisé que la teoría era controvertida. Lo cierto es que las bandas eternas de Spinetta fueron tremendas y conformó, a lo largo de su carrera, varios Beatles. Y su carrera solista no tiene nada que envidiarle a la de cualquiera de los cuatro de Liverpool.
Miro hacia la biblioteca de mi cuarto y veo la versión de «cartoncito» de Artaud, al lado de un disco en vivo de Weather Report y haciendo tope con esos cds «La Náusea» de Sartre. Spinetta es de esos tipos que hacen que todo tenga que ver con todo, un conector de mundos, y por sobre todas las cosas un abridor de mundos. Spinetta esta en todos lados, y haciendo un silogismo básico podemos concluir que Spinetta es Dios.