Otra Canción te propone recordar 30 discos del año en que los argentinos recuperamos la democracia. Semana a semana, recordaremos las pequeñas historias de aquellos grandes discos editados hace exactos 30 años.
UN HOMBRE COMÚN – PIERO
Piero había sido uno de los artistas que había tenido que exiliarse con la llegada de la dictadura en 1976. Su identificación con el peronismo (fuerza política para la que había aportado algunas canciones que alimentaron los años de la resistencia y la vuelta de Perón a principios de los sententa) y su perfil en torno a la canción testimonial habían marcado su destino fromnteras afuera del país. El hombre nacido en Italia allá por 1945, también fue de la camada de músicos que emprendió el regreso en los tiempos del «ablandamiento» militar a mediados de 1981. El regreso oficial en el microestadio de Atlanta, que se plasmó con un disco en vivo, abrió camino para un perfil un tanto distinto al que el músico había tenido en sus años de éxito antes de su partida, esta vez más relacionado con la música jóven y el rock. Piero fue, de hecho, uno de los artistas más importantes dentro del género en el año 82 y llegó a ser una de las estrellas principales en el último Festival B.A.Rock.
Su disco de 1983 sirve como síntesis de los perfiles que habían logrado confluir en aquellos años. Un hombre maduro, con un exilio encima, que confiesa haber vivido y comprendido los aspectos más duros de la realidad argentina, se juntaba con su mensaje de corte pacifista, cargado de inocencia y la vista puesta en un horizonte dibujado de palomas y claveles blancos. Era extraño, pero Piero rompía uniendo y llamaba a la paz con su guitarra en formato de topadora. «Un hombre común», el disco de 1983, tiene ese sabor, en el que se destaca el perfil de trovador popular, que la dupla entre Piero y José Tcherkaski (autor de la mayoría de las letras de sus canciones) mantuvo siempre altivo.
El paso de Piero por exilio (que en su hisotria personal ya empezaban a sumarse) aparece en dos canciones en las que, autobiográficamente, el cantante trabaja sobre figuras que versan sobre el desarraigo y la esperanza. «Pero tener claro a donde ir /y es tener claro qué decir/ y es tener claro/ dónde hay que meter/ las manos./ Yo no sé si quiera si he entendido/ donde nos perdimos./ Cuando todo ha florecido/ aquí en la casa hace frío/ y afuera no» canta en «Otra vez cambio de casa», una de las versiones más logradas de aquel trabajo. La canción testimonial tiene también puntos sobresalientes. Uno de ellos es la elección de reflotar «Que se vayan ellos», un tema que originalmente había nacido en referencia a los últimos años de la dictadura de Lanusse y que había sido una de las banderas de la resistencia en los tiempos de la primavera camporista y que, en 1983 se resignificaba hacía destinatarios con distintos nombres pero idénticos uniformes. «La inundación Nro. no se cuanto» es un chamamé que ironiza sobre la situación de los inundados del norte argentino. «Hasta cuándo/ el que manda sigue olvidando/ para cuándo/ nos juntamos para arreglarlo./ Otra vez./ los de abajo vamos a esperar/ los que los de arriba van a olvidar» se canta en el tema más explícito del disco. Una de las banderas de aquello que, todavía, se llamaba «canción de protesta».
«Un hombre común» tiene también planteos cuasi-metafísicos. En el lenguaje de Piero y Tcherkaski, claro está. Las dos canciones centrales del disco tienen ese perfil. «Soy un ser humano/ quiero andar/ voy por donde me lleve/ mi destino./ Tod ha sido escrito/ no es casual/ cuento con las piedras del camino» arranca el tema «Para ser humano», que aparece como una especie de canción hermana de la que nombra al disco en la que en un formato de punteos por los derroteros de la vida de todo hombre, Piero termina por expresar el «que se vayan ellos» en un leguaje más llano y ampliado al sentido común no politizado: «Un hombre común/ tiene siempre lo que tiene que tener/ ganas de vivir la vida/ y que se dejen de joder«.
El disco tiene ocho canciones que fueron grabadas en vivo (alguna de ellas heredadas de su época inmediatamente anterior con Piero con Prema) y en estudio. Puede que este disco haya sido el que marcó el comienzo de Piero en un camino que lo fue alejando del país para ubicarlo como referencia en toda América Latina, la que decidió conquistar a partir de 1985 con un éxito notable que todavía lo ubica como un referente de la canción popular del continente.
REINA MADRE – RAÚL PORCHETTO
El noveno disco de Raúl Porchetto tiene algunas particularidades históricas que lo centran como referencia en la historia del Rock Argentino y en la música popular argentina en general. Hay que empezar diciendo que «Reina Madre», el tema que nombra al disco, es una de las canciones más populares en el repertorio post-Malvinas. Porchetto se había consolidado en tiempos de guerra como uno de los abanderados de la paz con su canción «Algo de paz» (que si bien había sido uno de los temas centrales durante la resistencia a aquel conflicto bélico, estaba compuesta con motivo del asesinato de Jhon Lennon) por lo que no sorprendió que esa carta en formato canción haya sido una de las elegidas para afianzar su camino en la referencia masiva de esa línea lírica. De hecho, «Reina Madre» es un tema extraño en un disco en el que la propuesta recorre otros caminos, mucho más relacionados con el costado más roquero de Porchetto, en la época y en su carrera.
A su vez, «Reina Madre», es uno de los discos más vendidos en la trayectoria de Porchetto, uno de los más vendidos en aquel 1983, llegando a ser disco doble platino (lo que en esos tiempos significaba algo así como 300.000 unidades vendidas). Grabado entre Septiembre y Octubre de 1983, «(…) e l proceso de elaboración de este long-play comenzó más o menos en febrero. En esa época empecé a armar los temas y a pensar el concepto de producción, algo que siempre me interesó mucho. Me preocupa que el disco tenga un concepto de producción bien definido. En total utilicé unas doscientas horas para la grabación y mezcla del material. Hubo días en que trabajamos quince horas corridas dentro del estudio.Desde que comenzás a elaborar el material hasta que el disco queda terminado, la idea original suele deformarse. Y yo creo que de todos los discos que grabé, «Reina madre» es el que más se acerca a mi idea original en su resultado final» decía Porchetto con respecto a la salida del disco en un reportaje a la Revista Pelo de aquel 1983.
Porchetto venía de editar una trilogía de álbumes muy exitosos (quizás, la etapa de mayor reconocimiento de su carrera) con lo que significaron discos como «Metegol» (1980), «Televisión» (1981) y «Che, pibe, veni vota» (1982). Todos ellos muy afines a los perfiles musicales y estéticos que el Rock Argentino experimentaba por aquellos tiempos. Pero para la época de «Reina Madre» la oferta se había diversificado, lo que no le impidió a Porchetto desempacharse con un trabajo que, como ya dijimos, fue uno de los más exitosos en su carrera. El disco contiene una canción dedicada a Charly García (por ese tiempo en un mini exilio estadounidense del que iban a surgir las ideas principales del disco «Clics modernos») llamado «Desde Nueva York», un tema inspirado en las memorias de Pablo Neruda («Los cisnes no cantan cuando mueren») y una llamativa canción de autocrítica. Se trata de «Paremos la tristeza», un tema en el que el autor parece renegar de las canciones de sus discos anteriores en los que «el bajón» parecía ser moneda corriente. O, en realidad, simplemente, enteder que el clima se volvía más respirable. También eso, tenía que ver con el cambio de época. «Cortemos la tristeza/ cortemos la amargura/ paremos este tango/ paremos la amargura» propone Raúl Porchetto desde un disco post-Malvinas que excede, a lo largo de su trabajo a esa carta que lo inmortalizó desde su nombre.