Otra Canción te propone recordar 30 discos del año en que los argentinos recuperamos la democracia. Semana a semana, recordaremos las pequeñas historias de aquellos grandes discos editados hace exactos 30 años.
LOS VIOLADORES – LOS VIOLADORES
La antropología del punk argentino tiene un lugar reservado para el disco debut de Los Violadores, banda insignia de la pata musical del movimiento, editado bajo el padrinazgo de Michel Peyronell. Nacidos al comienzo de la década, Los Violadores fueron parte de la parte fundacional del punk nacional siendo los primeros en lograr repercusión más allá del micromundo de bares, fanzines y adeptos al «no future» nacido en Inglaterra a mediados de los setenta.
Si hablamos de rupturas, ese disco tiene un conglomerado de pocisionamientos célebres en esa dirección. El destinatario directo no era simplemente lo que el movimiento punk entendía como «el régimen», sino también aquellos sectores de la música que venían comprendiéndose como parte de la resistencia a ese estado de cosas, desde la música. Ahí estaba el rock argentino clásico, sus canciones, su gestos, sus banderas y sus insignas. «Basta de «Hospicios»/ «Betos» y «Cósmicos»/ son tan solo poses viejas, viejos, vieja» canataba Pil Trafa en la sugestiva «Viejos Patéticos» y el mensaje era por demás claro. No menos directa era la letra de «Cambio Violento» en la que Los Violadores se proponían «lavar» y «cambiar» a la Nación, a la gente, a las mentes y al Rock & Roll. El disco era otro de los tantos que representaba un cambio de época (violento, como les gustaba mostrar a la banda y como pregonaba el movimiento). El tema que trascendió a los tiempos se llamó «Represión» y es, tal vez, el único tema que en medio de esos últimos años de la dictadura abordó el tema con una crudez inusitada para esos tiempos, sin metáforas, ni posibilidades para dobles lecturas. «Represión a la vuelta de tu casa/ Represión en el quiosco de la esquina/ Represión en la la panadería/ Represión 24 horas al día.»
El disco fue grabado durante 1982 y salió editado, aún en dictadura, en 1983. La banda estaba formada por Pil Trafa, Hari B, Sergio Gramática y Stuka. Fue el único disco editado con esa formación, que tampoco es la original del grupo, ni la más recordada. Algunos fragmentos de las mieles del éxito y la masividad iban a llegar años mñas tarde con la edición del disco «Y ahora que pasa, ah?» de 1985. Pero aquellas canciones, verdaderos gritos de guerra en momentos en que la sintonía musical argentina venía plagada de aspiraciones pacifistas y canciones «blandas» son partes fundamentales para comprender el paso de un movimientos social en nuestro país que se comprendía a sí mismo como un movimiento polítco contrahegemónico y que subsistió, principalmente, en el underground porteño durante un puñado de años en los primeros ochenta de la Argentina.
LUCHANDO POR EL METAL – V8
El escriba sostiene que el disco debut de la banda integrada por Alberto Zamarbide, Ricardo Iorio, Osvaldo Civile y Gustavo Rowerk es el primer disco de heavy metal de la historia argentina. En el sentido crudo y popular en que se entiende al género. Muchos de sus antepasados, al ser escuchados en la actualidad, pueden entenderse como hard rock, «Luchando por el metal» sigue sonando a heavy metal, se lo escuche en el tiempo que se lo escuche.
La banda nació a finales de la década del setenta y lentamente empezó a hacerse conocer en un circuito pequeño (demasiado pequeño) en el que el clima de los tiempos solía hacer explotar varias trifulcas en los conciertos que terminaban, y solían comenzar, con verdaderas razzias policiales (lo mismo que pasaba con Riff y los primeros shows punks en nuestro país). Con un cassette y un puñado de canciones bajo el brazo, la banda se encuentró con Pappo que ni bien los ve en un ensayo hace puente para invitarlos a tocar en Festival B.A.Rock de 1982. Todo lo que rodeo aquella ocasión fue célebre en el anecdotario del rock argentino. Empezando por la detención de los músicos el día de la presentación a la prensa del festival, pasando por su presencia en la película oficial de aquel evento hasta lo sucedido en el concierto mismo. En el libro «V8, un sentimiento», Zamardibe cuenta que «Al salir a tocar vieron que nos salíamos de contexto y comenzaron a hacer blanco con nosotros… volaban naranjas, cachos de pizza, botellas, de todo. Osvaldo rompió la viola y los chabones se salvaron de que no se las tirara por la cabeza. Se coparon muy mal, se pudrió todo, Iorio insultaba a los hippies. Y vino lo peor: durante los dos temas que emitían en directo por la radio yo me trencé con un hippie que estaba enfurecido. Traté de calmar al jipón, pero el tipo seguía. Hasta que me rayé y le dije: «¡Vení, hippie de m…, subí acá que te reviento!». ¡Y justo me acordé que estaba saliendo todo en directo por la radio! Se armó un quilombo, pero no nos importaba nada. Y varios se coparon a pesar de todo». Los V8, al igual que Riff y Los Violadores, mantenían un encono claro y preciso con aquellos contextos musicales del rock argentino. Eran bandas que venían a romper con un clima, el reinante en la época, que ellos identificaba con «lo viejo», con el pasado.
El disco arrancaba con el sonido de un motor (no era un V8, sino que era el del Torino que Iorio encontró en un garage cercano al estudio) y daba lugar al tema «Destrucción». Desde el título, una señal. Las primeras estrofas no se quedaban atrás y uno podía empezar a delinear la idea que el grupo venía a dejar sentada. «Ya no creo en nada/ Ya no creo en ti/ Ya no creo en nadie/ Porque nadie cree en mi/ No dejan pensar/ No dejan crecer/ No dejan mirar/ pero por suerte puedo ver/ Que la decisión/ del juicio final/ será la solución, destrucción«. Todas las canciones se enmarcaban en esa sintonía y en esa velocidad. Inusitada hasta el momento en el rock argentino. El disco, que contó con la participación de Pappo (guitarras en «Hiena de metal») y Marcelo Vitale (teclados en «Si puedes vencer al temor») contenía uno de los temas más marcadamente anti-hippies de la historia de la música argentina. Llevaba por título el nombre con el que los seguidores de V8 se identificaban: «Brigadas metálicas». «Gente demente que no es igual/ A la hiponada de acá/ Saquense ya la careta/ Rompan las ruedas de carreta/ Y sin demora ni sospecha/ Consuman todo el heavy metal/ Basta ya, de signos de paz/ Basta de cargar con el morral/ Si estas cansado de llorar/ Este es el momento de gritar/ Que estas vacío de liberación/ Y estas muy lleno de represión/ El presente te es infeliz/ hoy tu mente hippie ha de morir/ Prontas están las hordas del mal/ Listas para el paso final/ Son los que están tan hartos de ver/ Las caras que marcan el ayer/ Vengan todos acá hay un lugar/ Junto a la brigada del metal»