La cancionista acaba de lanzar su tercer disco llamado «Júbilo».
El tercer disco de Sofía Viola vuelve a ubicarla como una de las voces con mayor proyección en la escena de la canción actual. Claro que quienes han tenido la oportunidad de verla en vivo y adentrarse en su mundo, saben que no todo termina allí, en la proyección. Es posible que esa voz, desestructurada, que va y viene y se pasea por tonalidades a veces extremas, sea la síntesis correcta de una performer en el significado más abarcador de la palabra.
Sofía parece ser todo lo que el abanico de sus composiciones dejan entrever. Esa joven voz que supo ser viralizada por su ácida ironía en letras como “No me des merca”, “Caca en mi cabeza” o “Menstruatango”, vuelve a demostrar en “Júbilo” que puede retirarse de ese espacio para volver a ponerse el traje cuando la necesidad creativa así lo ordene. Ya lo hacía en sus trabajos anteriores (sobre todo en «Munanakunanchej»), pero la vara de merecimientos se seguía concentrando alrededor de otras características.
Cuenta el proceso que hacia finales del 2011, Sofía tenía casi un centenar de canciones que tuvo que limar con la ayuda de Ezequiel Borra (uno de los productores del disco) para reducir el número a tan sólo once. Entre ellas, hay lugar para la profundidad con tono de añoranza que se oye en “Me han robado el mar”, el enamoramiento simple en “Sin marearme” o la foto de urbanidad con ausencia absoluta de solemnidad presente en “Pancho en Constitución”. Hay también espacios para acertadas canciones de anclaje hippie como “Tecito caliente” o “Linda la mañana”, ambas generadoras de un linkeo casi automático a composiciones del ideario roquero setentista como «El largo día de vivir», «El bolsón de los cerros» o «Quiero llegar». Es decir, de las más barbadas épocas de tipos con Miguel Abuelo, Miguel Cantilo o Gustavo Santaolalla, declarado admirador del estilo de Sofía.
En síntesis. “Júbilo” es un disco de los que se pasan una y otra vez sin que uno advierta el loopeo. Por eso podemos presentarlo como una especie de confirmación de sospechas anteriores. Esas que decían que esta joven de 24 años tiene un largo camino por delante. Camino que parece estar convencida a forjarse, pateando horizontes a su manera. Descontracturada y natural.