En tiempos donde la música parece debatirse entre la inmediatez y en parte la individualidad, Novicios presenta La felicidad, un disco que busca rescatar la idea de lo colectivo frente al individualismo. La banda nació en Buenos Aires en 2020, en plena pandemia, como un proyecto autogestionado de Mariano Rocca y Mateo Ulises Zabala (ex Viva Elástico). Con el tiempo se consolidó con la incorporación de Macarena Palacios en bajo y Paulo Di Tomasso en batería, completando así la formación actual.
Su debut, Retiro espiritual, fue grabado en home studio y reflejó el aislamiento de aquellos meses, con pistas que viajaban por correo electrónico y producción remota. En contraste, La felicidad marca una madurez sonora y conceptual: grabado en el mítico estudio Unísono fundado por Gustavo Cerati, el disco explora la idea de la felicidad como experiencia compartida, contraponiéndose al individualismo.
Novicios se define por la autogestión y la búsqueda de un sonido propio, sin etiquetas. Su música combina lo acústico y lo electrónico, lo lúdico y lo reflexivo, con letras que abordan temas como el amor, la memoria, la resistencia y la transformación. En esta entrevista, los integrantes comparten cómo surgió el concepto de la felicidad como salvación compartida, las diferencias con su trabajo anterior, y el impacto de nuevas incorporaciones que terminaron de dar forma al “monstruo sonoro” que hoy defienden en vivo.
O.c: ¿Cómo surgió la idea de la felicidad como algo colectivo y en qué momento sintieron que la canción homónima sintetizaba el concepto del álbum?
Mateo Zabala: El concepto de “la felicidad” parte de la sensibilidad poética de Mariano, quien ve en el mundo, una salvación colectiva.
Esto abre una puerta a la reflexión y pone en contrapunto al individualismo, que muchas veces lo confundimos con felicidad.
El concepto en sí, desencadena una experiencia propia. ¿Qué es la felicidad? Es algo tan abstracto como palpable, difícil de definir, tanto como la vida misma. Por eso nos pareció que llevarlo al concepto general del disco resultaría interesante ya que para nosotros la felicidad es hacer música entre tantas distracciones que el mundo propone y expone.
O.c: Qué diferencias encuentran entre La felicidad y Retiro espiritual, tanto en sonido como en la dinámica de grabación?
M.Z: Si bien de alguna manera ambos discos se conectan, este último álbum trae una propuesta mucho más madura, tanto sonora como espiritual. Parte del disco fue grabado en estudio, con la banda ya conformada, a diferencia de retiro espiritual que se grabó en un home estudio. Cada disco tiene una frescura y un color diferente y eso es lo que nos atrae.
O.c: ¿Qué impacto tuvo la incorporación de Macarena Palacios y Paulo Di Tomasso en la dinámica de trabajo de la banda?
M.Z: Con la incorporación de Paulo y Maca se terminó de armar el rompecabezas para poder salir a defender las ideas que se gestaron en el estudio. Aportan de su espíritu para que la banda como monstruo sonoro cobre sentido por si mismo y tenga su propia personalidad dando esas pinceladas tanto en ideas como en ejecución.
O.c: ¿Cómo se traduce hoy la idea de jugar mientras crean en el sonido y la identidad de Novicios?
M.Z: Básicamente el crear de forma lúdica nos conecta con nuestro niño interno, ahi nos sentimos cómodos. Es volver a ese lugar en donde uno es feliz sin importar el para que. Particularmente la parte del proceso que más nos gusta es ese chispazo inicial que crea algo. De ahi parte todo. Como una semilla.
O.c: ¿Cómo manejan el proceso creativo colectivo —comparado con un “cadáver exquisito”— sin perder la identidad de cada integrante?
M.Z: La idea es darle a novicios una identidad propia, mas allá de nuestros egos personales. Las letras van direccionadas a algo que nos atraviese o que nos haga sentir. La música que acompañan a esas letras actúa de sostén para que esa sensación sea lo más clara posible.
O.c: En Se callan y en otros temas aparece la idea de comunicarse sin hablar, de un lenguaje del silencio y lo corporal. ¿Qué buscaban transmitir y cómo lo relacionan con los vínculos más profundos?
M.Z: La mayoría de las letras parten de experiencias personales. A veces lo sensorial le gana al lenguaje. La imaginación muchas veces es visual y una letra te puede llevar a pasear por miles de lugares. La simbología de las palabras son las espadas del guerrero y lo que se busca transmitir es que existen conexiones más profundas que están detrás de lo superfluo.
O.c: En Nada para vos hay una mezcla de escapismo, urgencia y velocidad emocional. ¿Qué experiencias reales inspiraron esa sensación y cómo se conecta con la historia que cuenta el tema?
M.Z: Hay veces en las que el mundo va a una velocidad o en una dirección distinta a la de uno. La idea de escaparse de eso, es un acto de rebeldía y revolución. La necesidad de sentirse libre y de romper cadenas es lo que nos hace huir, romperse y volverse a armar.
O.c: En varias canciones aparecen metáforas de agua, tiempo, dolor y liberación. ¿Cómo surgieron esas imágenes y qué experiencias reales alimentaron ese contraste entre hundirse y liberarse?
M.Z: Las transformaciones constantes del ser humano son el motor que alimenta el contraste que mencionas. Esas transformaciones son naturales e inevitables. Son parte del proceso y todos las atravesamos de alguna u otra manera.
El tiempo a veces juega a favor y a veces en contra, el agua puede estar calma o revoltosa, podes sentir dolor o alivio, podes sentir libertad o esclavitud, pero siempre estamos en un cambio constante. Pivoteamos entre sensaciones, a veces parecidas y otras veces opuestas.
O.c: En la letra se menciona que los sueños se transforman y que la humanidad deja una huella difícil de seguir. ¿Cuál creen que es la huella que debe dejar Novicios y el arte en el mundo actual?
M.Z: El arte y cualquier espacio creativo como Novicios pueden recordarle a la gente que sentir, detenerse, contemplar y pensar todavía importan. Que no todo necesita ser inmediato ni utilitario. En un mundo donde todo parece una copia, la huella es enseñar a ver con ojos propios: crear en vez de repetir, cuestionar en vez de aceptar, inventar en vez de imitar.
O.c: Entonces qué hacemos plantea un amor que existe, pero teme avanzar. ¿Creen que el amor verdadero necesita del riesgo para existir, o es justamente el miedo lo que lo vuelve humano?
M.Z: El amor verdadero sin dudas e inevitablemente necesita del riesgo para existir y poder consolidarse. La perfección en el ser no existe, y tampoco en las relaciones humanas, lo difícil es trascender ese riesgo y aceptarlo tal cual es para llegar al amor real. También a su vez pienso que el miedo nos vuelve humanos. El miedo no es lo que achica el amor, es lo que demuestra que no te da lo mismo. Si no hubiera miedo, sería indiferencia. El amor se vuelve humano justamente porque sentimos ese temblor cuando ponemos el corazón en manos de alguien.
O.c: La pregunta “¿entonces qué hacemos?” se repite como dilema existencial. ¿Para ustedes el amor es una decisión consciente o un impulso inevitable?
M.Z: Ambas dos. El amor arranca como un impulso inevitable, pero se sostiene como una decisión consciente. No es una cosa o la otra. Uno no elige a quien va a amar o con quien tiene más feeling. Simplemente sucede y luego lo sostenemos, en el tiempo, conscientemente. Después del chispazo, viene todo lo que no es impulso cuidar, elegir, no irse a la mierda cuando hay quilombos, compartir, aprender a hablar, y todo eso.
O.c. En El cadáver de mi corazón aparecen símbolos como el “cadáver del corazón”, el “lobo feroz” y la idea de destino inevitable. ¿Qué representa ese universo emocional dentro de la banda?
M.Z: En El cadáver de mi corazón jugamos con símbolos que para nosotros no son metáforas sueltas: son la fauna emocional de la banda.
El “cadáver del corazón” es todo lo que tuvimos que dejar morir para escribir desde un lugar más real. El “lobo feroz” es esa parte nuestra que muerde, que duda, que te persigue cuando estás solo con la guitarra a las tres de la mañana. Y el destino inevitable bueno, es esa sensación de que por más que quieras escaparte, la música te termina encontrando igual, como salida, como conexión con lo primario de nuestro ser.
Ese universo no es ficción: es el mapa interno de cómo vivimos lo que hacemos. Lo oscuro, lo frágil y lo salvaje conviven ahí. Por eso suena como suena: porque cada símbolo es un pedazo nuestro latiendo adentro del tema.
O.c: A lo largo del disco se cruzan texturas acústicas y electrónicas. ¿Hubo alguna canción en la que ese contraste resultara especialmente desafiante o revelador?
M.Z: La mayoría de los temas fueron desafíos. Probamos texturas nuevas, otra forma de trabajo, distintas maneras de cantar y de grabar. Nos gusta bastante lo electrónico, pero también lo criollo. Buscamos auto superarnos musicalmente y esa evolución se va a ver reflejada en el paso del tiempo. Disco tras disco.
O.c: Hay canciones que funcionan como escenas de una misma película. ¿Cuál fue la primera que marcó el rumbo narrativo del disco y cómo se conectan las demás con ella?
M.Z: La primera canción que marco el rumbo fue “Todas las versiones”. Creo que por su significado. El hecho de ser todo y al mismo tiempo nada, como el infinito te permite hacer canciones más libremente, sin etiqueta. Todas las canciones de alguna u otra manera serian varias versiones de mí. Personajes que a veces invento.
O.c Para cerrar… Novicios es un proyecto autogestionado desde el inicio. ¿Qué desafíos y libertades encuentran hoy en sostener una banda independiente en un contexto tan complejo para la música?
M.Z: Ser independientes siempre fue parte del ADN de Novicios. Nos dio la libertad de equivocarnos, de buscar nuestro sonido sin pedir permiso y de construir una identidad que no dependa de nadie más. Pero esa libertad también viene con sus desafíos: en un contexto tan complejo para la música, haces todo vos—producción, comunicación, gestión, finanzas, logística—y a veces sentís que la energía se divide entre crear y sobrevivir.
Lo bueno es que esa independencia te obliga a ser creativo incluso por fuera de las canciones. Nos empuja a inventar formas nuevas de llegar a la gente, a aprender del error rápido y seguir moviéndonos. Y sobre todo, nos mantiene cerca del público: no hay intermediarios entre lo que sentimos y lo que mostramos.
Hay momentos en los que el contexto pesa, claro. Pero también hay algo muy potente en sostener una banda desde el deseo puro, sin recetas. La libertad de decidir todo es un riesgo… pero es justamente lo que hace que esto valga la pena.
