TOCH celebra 19 años con Pulso inicial: murga, rap y raíces rioplatenses

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El trío cordobés TOCH, integrado por los hermanos Juan Pablo y Andrés Toch junto a Martín Elena, acaba de lanzar Pulso inicial, su sexto álbum de estudio. El disco llegó en noviembre de 2025 como parte de las celebraciones por sus 19 años de trayectoria, consolidando una propuesta que cruza murga, rap y canción popular con un sello propio que los ha convertido en referentes de la escena independiente cordobesa.

Con ocho canciones, Pulso inicial se presenta como un trabajo breve pero cargado de sentido. Cada tema funciona como un retrato de vínculos, viajes y amistades, construidos a partir de personajes y situaciones que dialogan con la vida cotidiana. La banda apuesta por un sonido que se expande hacia lo rioplatense, sin perder la raíz cordobesa que los caracteriza.

El disco se enriquece con la participación de artistas uruguayos que refuerzan el puente cultural entre Córdoba y Montevideo. Entre ellos se destacan Hernán Peyrou, Nicolás y Martín Ibarburu (Trío Ventana), integrantes de la murga Asaltantes con Patente, Agustina García (4 Pesos de Propina), Ignacio Delgado y la rapera Eli Almic. Estas colaboraciones no solo aportan diversidad sonora, sino que también consolidan la influencia de referentes charruas en la búsqueda estética de TOCH.

Pulso inicial condensa la esenciTOCH celebra 19 años con Pulso inicial: murga, rap y raíces rioplatensesa del grupo: una fusión de ritmos populares que se transforman en vehículo de identidad y resistencia cultural. La murga aparece como columna vertebral, mientras el rap y la canción se entrelazan para dar forma a un universo sonoro que celebra la amistad y la autogestión. El título del disco sugiere un regreso a lo esencial, un latido que marca el inicio de una nueva etapa.

Pulso inicial: un latido rioplatense canción por canción

Amiga, Amigo
TOCH convierte la amistad en un territorio de resistencia y celebración. La letra insiste en la idea de “solo quiero vida para vivirla contigo”, planteando que el sentido de la existencia se encuentra en el vínculo con el otro. El viaje, “ligero de equipaje”, se vuelve metáfora de la libertad y la confianza: no importa el destino, lo esencial es la compañía.
Las imágenes de plazas, campos y ríos refuerzan la conexión con lo cotidiano y lo comunitario, mientras la sonrisa que “calma la herida” sugiere que la amistad también es refugio frente a la fragilidad. La música, sostenida en un pulso de candombe y coros cálidos, amplifica esa sensación de encuentro colectivo.
Más que una canción de afecto, Amiga, amigo se convierte en un himno a la vida compartida: cantar juntos, agradecer el tiempo y el lugar, caminar acompañados. TOCH propone aquí que la amistad no es solo compañía, sino también motor de creación y de resistencia cultural, un viaje que se sostiene en la magia escondida de lo común. Y si hablamos de viaje colectivo, qué mejor que sumar a Nicolás Ibarburu, un viejo conocido con quien la banda comparte escenarios y complicidades artísticas en distintos momentos.

No tiene miedo es una metáfora luminosa sobre la fuerza de la creación y la capacidad de renacer. La letra, que se abre con la imagen de alguien que “salió de la guitarra, de los cuadernos donde se acumulaban viejos recuerdos”, convierte la música en un espacio de resistencia y memoria. El personaje que emerge no teme, porque su identidad se sostiene en la experiencia compartida y en la potencia del arte como refugio.
El estribillo, repetitivo y ritual —“Solo con verle basta, no tiene miedo hoy, parece un sueño verle”— funciona como un mantra de confianza y esperanza. La canción se despliega entre imágenes de vuelo, viento y luz, que refuerzan la idea de un nuevo comienzo. La música acompaña esa sensación con un pulso murguero y arreglos que vibran en comunidad, invitando a cantar y a reconocerse en la valentía colectiva.
Más que un relato individual, No tiene miedo se convierte en una declaración de principios: la música como acto de coraje, la palabra como semilla que se arroja al viento y la voz como herramienta para abrir caminos.
La presencia más sorpresiva para muchos es la aparición de las voces de Asaltantes con Patente, que aportan un color murguero inconfundible. A ello se suma Nicolás Ibarburu, que otorga frescura y matices al ritmo característico de TOCH. El bandoneón de Martín Elena se ubica al frente, mientras la batería de Andrés marca el pulso con firmeza, logrando un entramado sonoro que potencia la identidad rioplatense del grupo.

Una Clave: la letra se abre con la mirada hacia el cerro y el viento que llama, reforzando la conexión con lo natural y lo espiritual. La insistencia en “te voy a cuidar, y vos a mí, hasta que estés a salvo” convierte la canción en un pacto de reciprocidad.
El estribillo repetitivo funciona como un motor que transforma el cuidado en resistencia y comunidad. La música sostiene esa atmósfera con un pulso contenido, que oscila entre lo íntimo y lo expansivo, generando un clima de espera que finalmente se convierte en celebración compartida.
Más que una canción de amor o amistad, Una clave se presenta como una declaración de principios: la creación artística como acto de cuidado, la palabra como señal de encuentro y la música como espacio donde la fragilidad se convierte en fuerza colectiva. TOCH propone aquí que la clave para seguir adelante no está en la certeza, sino en la compañía. La presencia de otro de los invitados, Nacho delgado le da un toque distintivo e interesante de escuchar.

.Salgo a la calle: El trío transforma la experiencia urbana en un espacio de reencuentro y lucha colectiva. La letra abre con la certeza de que “nada terminó” y que la música sigue sonando como memoria viva. El gesto de salir a la calle se convierte en metáfora de volver a encontrarse, recuperar el aliento y reafirmar la presencia del otro tras la distancia.
Las imágenes de ojos que “lo están diciendo”, abrazos que colman y cantos que sostienen refuerzan la idea de comunidad como sostén emocional y político. La canción avanza hacia un tono más explícito de resistencia: “No hay palo ni gases ni escudos que pueda frenar el impulso que venga”. Aquí la calle deja de ser solo escenario y se convierte en territorio de lucha, donde la música y la voz colectiva desafían la represión y sostienen la esperanza.
Musicalmente, el tema combina la energía con un pulso expansivo que invita a cantar y marchar. El estribillo repetitivo funciona como consigna, como canto que se multiplica en la multitud. Salgo a la calle es, en definitiva, un himno de encuentro y resistencia, donde TOCH reafirma que la música no solo acompaña la vida, sino que también la defiende y la transforma

La presencia de Agustina García aporta un matiz fresco y contemporáneo, con un fraseo que conecta la canción con la tradición del rap rioplatense y le da un pulso urbano más marcado. A su vez, la participación de Eli Almic refuerza la potencia testimonial del tema: su voz se suma como grito de resistencia femenina y colectiva, ampliando el registro y la fuerza del mensaje. Ambas colaboraciones enriquecen la propuesta de TOCH, consolidando el puente cultural entre Córdoba y Montevideo.

Tomate un Mate: La canción juega con la sencillez de un gesto cotidiano: compartir un mate. Donde la repetición de la frase “tomate un mate conmigo” se convierte en un estribillo casi ritual, la banda transforma lo doméstico en símbolo de comunidad y afecto. El mate, más que bebida, aparece como metáfora de pausa, de conversación y de resistencia frente al vértigo social.
En este tema, TOCH propone que la vida compartida se construye en lo simple: un mate, una charla, un momento de compañía. Así, lo cotidiano se vuelve poético y lo íntimo se convierte en celebración colectiva.

La participación de Hernán Peyrou aporta un matiz especial que enriquecen la textura del tema, sumando frescura y profundidad rioplatense. Su presencia consolida idea de que el mate —y la música— son espacios de encuentro que trascienden fronteras.

En Madre, Toch construye una de las piezas más emotivas de Pulso inicial. La letra se despliega como un homenaje a la fuerza de la maternidad, entendida no solo como vínculo biológico, sino como raíz, refugio y motor de vida. “Fuerza de amor, incalculable vida, pulso inicial en tu cuerpo” es la imagen que abre el tema, situando a la madre como origen del milagro y como sostén de la existencia.
La repetición insistente de la palabra “madre” funciona como invocación y rezo, un canto que se multiplica en la voz colectiva de Las voces de Asaltantes con Patente. La canción celebra la capacidad de cuidado y la risa inagotable, transformando lo íntimo en un acto de comunidad. La música acompaña con un pulso sereno y profundo, donde los arreglos refuerzan la idea de abrazo y contención.
La presencia de las voces de Asaltantes con Patente aporta un matiz decisivo: su timbre murguero amplifica la dimensión festiva y ritual del tema, sumando fuerza coral y color rioplatense

No sé: aborda la fragilidad de la vida cotidiana atravesada por la ansiedad y el miedo social. La letra se mueve entre la espera y la incertidumbre: “Las calles se fueron vaciando, hay miedo en la ciudad”, imágenes que remiten a un tiempo de repliegue colectivo, donde la voz busca compañía y escucha.

La repetición de “No sé” funciona como eje poético: la duda se convierte en materia de canto, en un reconocimiento de la vulnerabilidad compartida. Sin embargo, esa incertidumbre se contrasta con la evocación del carnaval, símbolo de celebración y resistencia popular. El carnaval aparece como horizonte de esperanza, como espacio donde la vida se prepara para volver a estallar en comunidad.

La presencia de las voces de Asaltantes con Patente aporta un matiz decisivo: su timbre murguero amplifica la dimensión coral del tema, reforzando la tensión entre la ansiedad individual y la fuerza del carnaval. Ese tono murguero convierte la duda en consigna, recordando que incluso en la incertidumbre persiste la energía comunitaria que sostiene y acompaña.

Musicalmente, el tema oscila entre lo introspectivo y lo expansivo. El pulso murguero late en el trasfondo, recordando que incluso en la duda persiste la energía colectiva. La voces murgueras nos recuerdan que la idea de que la fragilidad no es debilidad, sino posibilidad de encuentro.

En Buen viaje, TOCH se adentra en el territorio de la despedida, transformando la ausencia en canto. La letra se construye como un ritual de acompañamiento: “Buen viaje te vas, te quiero, tus sueños te llevarán” es tanto deseo como plegaria, una manera de sostener al otro en el tránsito hacia lo desconocido.
La canción oscila entre imágenes de duelo y esperanza. El miedo aparece como adversario —“te enfrenta el miedo con el miedo”—, pero la voz insiste en el cuidado y la confianza: “cuando miras confías en mí, vuelve niña tu alma se quedará”. Esa tensión entre fragilidad y sostén convierte el tema en un canto íntimo, donde la despedida se vuelve también agradecimiento: “guardados quedan tus besos, mis gracias aquí están”.
La participación de Martín Ibarburu aporta un matiz decisivo que equilibra la serenidad de la despedida con la fuerza de lo colectivo. Su toque, preciso y sensible, refuerza la atmósfera ritual del tema y le da un sostén rítmico que acompaña la voz como abrazo sonoro. Con su presencia, la canción gana densidad y se conecta con la tradición rioplatense de músicos que hacen de la percusión un lenguaje de cuidado y resistencia.
Más que una canción de despedida, Buen viaje se convierte en declaración de amor y gratitud: un canto que reconoce el dolor, pero que lo atraviesa con ternura y confianza. TOCH logra que la ausencia se vuelva presencia, y que la música se convierta en puente entre lo que se va y lo que permanece.