Anael nació en Monte Maíz, Córdoba, y desde muy chica encontró en la música un espacio de expresión y búsqueda. A los veinte años, ya instalada en la ciudad de Córdoba y estudiando en La Colmena, comienza a consolidar su proyecto artístico con una voz que combina vulnerabilidad, fuerza y una sensibilidad pop que no renuncia a lo íntimo.
Su primer disco, Laberinto, es una bitácora emocional donde conviven el deseo, la ansiedad, el empoderamiento y la introspección. Con producción de Marcelo Predacino, el álbum revela una artista que se anima a explorar el cuerpo como territorio, la canción como ritual y la escritura como forma de resistencia. En sus letras aparecen pasillos, espinas, círculos, y una pregunta que atraviesa todo: ¿hay salida o lo importante es el recorrido?
En esta entrevista, Anael habla de sus inicios, de lo que aprendió en experiencias como BEAT con Cris Morena y la Convención de Talentos en México, de cómo el pop dialoga con su raíz cordobesa, y de por qué componer es también una forma de encontrarse. Su música interpela mandatos, celebra lo humano y se construye desde una escucha honesta, sin fórmulas ni disfraces.
Otra Canción: Para quienes todavía no te conocen, me gustaría saber quién es Anael…
Anael: Soy Anael, de Monte Maíz, Córdoba. Actualmente me encuentro viviendo en Córdoba porque estoy estudiando música en La Colmena. Tengo veinte años y, bueno, desde chiquita que empecé con clases de música, de guitarra, de canto, y a lo largo del tiempo y de los años fui cambiando de escuelas, aprendiendo nuevas cosas, nuevas técnicas, al punto de terminar el secundario y decidirme por estudiar una carrera de música. Y, bueno, en paralelo también saliendo a tocar, a cantar, formando mi carrera, grabando mis temas propios, como con Laberinto, que salió hace poco. Así que eso sería un mini resumen de lo que es Anael.
O.c: Participaste en BEAT con Cris Morena y en la Convención de Talentos en México. ¿Qué aprendizajes te llevaste de esos espacios y cómo influyeron en tu forma de narrarte?
Anael: Bueno, lo de BEAT, de Cris Morena en Otro Mundo, fue una experiencia única. Me fascinó, me encantó. Fue superintensivo, porque fue una semana de estar desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, de lunes a viernes, ahí en Otro Mundo. Empezábamos desayunando, y después eran dos horas de baile, le seguían dos horas de otra cosa, frenábamos media hora para almorzar y seguían dos horas de otra cosa, y así. Pero fue increíble. Aprendí muchísimo en poco tiempo, y fue realmente una experiencia esclarecedora. Literalmente, sentirte en otro mundo, porque estás con todas personas —tanto tus compañeros como los guías, como todos los que forman parte— todas relacionadas a lo que uno va: al arte, a la música, a las artes escénicas. Muchas clases que te hacen darte cuenta de “sí, esto me gusta” o “esto por ahí lo dejo para otro momento”. Fue increíble.
Lo de México, la convención Intermodel Star, también: tenía trece, catorce años, y se dio esta posibilidad de ir a esta convención. También increíble. Fueron cinco días de estar abocada a esta convención, con personas que están todas en el medio: actores, locutores, bailarines, modelos, cantantes. Muchas amistades, muchas personas que estaban para asistirte, para ayudar: los coordinadores, los coach. Cada día era una audición: un día de canto, otro día de modelaje. Fue algo muy lindo también, porque es como sentirte justamente en el lugar al que pertenecés. Fue una experiencia increíble, y al día de hoy sigo en contacto con muchos de los que participaron conmigo. Así que dos experiencias que son distintas, pero en el fondo bastante similares. Súper contenta con esas dos.
O.c: ¿Qué imagen o sensación te llevó a llamar Laberinto a tu primer disco? ¿Sentís que hay una salida o que el recorrido es lo que importa?
Anael: El nombre de Laberinto surgió después de tener todos los temas, después de componer todo y de tenerlos todos grabados. Dije: “Bueno, a ver, ¿cómo se puede llamar?” Y ahí encontramos que Laberinto era un nombre muy acertado porque era algo que implícita y explícitamente estaba en mis temas. Uno de ellos dice: “No logro encontrar la salida de este laberinto lleno de espinas”. También en otros temas: “Estoy corriendo en círculos”, o cosas que hacían alusión a un laberinto. Y empecé a armar este significado de lo que es el laberinto. Yo no lo veo como algo en concreto o súper tangible, todo lo contrario: es este trayecto que uno va transitando hasta encontrarse. Y es más, no creo que tenga un fin o una salida, porque uno va creciendo continuamente mientras va caminando, tanto en lo personal como —en este caso del laberinto— lo musical.
Entonces cada pasillito del laberinto es una posibilidad. Puede que esa posibilidad la tomo y me encanta, y sigo por ese camino. O no me gusta y voy por otro. De esa forma lo veo. Lo sentimos muy propio para todo este primer encuentro que yo estaba descubriendo con la música, porque era la primera vez que me ponía a componer letras y música y transformarlos en mis canciones propias. Así que sí, es muy importante el recorrido de ese laberinto. No importa tanto la salida, porque no creo que la haya. Así que eso.
O.c: Sos de Monte Maíz, pero el disco tiene una sonoridad urbana y universal. ¿Cómo dialogan tu raíz cordobesa y tu búsqueda artística?
Anael: Qué linda pregunta. Sí, soy de Monte Maíz, un pueblo, mucho campo. Y esta sonoridad urbana y universal que decís sobre el disco, y cómo convive, dialoga con el ser de Monte Maíz, de Córdoba, y la búsqueda artística… qué interesante.
Creo que, bueno, siempre me gustó escuchar mucha música. El pop, desde chiquita, me gustó mucho. Escuchaba muchos artistas de otros países, porque de chica, influenciada por Disney, muchos actores y actrices que eran parte de las series y de los shows que veía, después se lanzaban a la música. Entonces de ahí tenía mucha influencia del pop en inglés. Por ese lado. Y también cosas en español, por supuesto. Siempre estuvo muy presente esa parte.
Después, a medida que fui creciendo, fui incorporando de otros lugares, artistas, sonidos y géneros. Ahora que hace tres años que estoy estudiando en La Colmena, más todavía, porque voy encontrando cosas que no hubiera encontrado nunca. Hubiera sido raro que las hubiera encontrado por mí misma. Ir incursionando en otros géneros es algo muy lindo, de lo que siempre se puede sacar algo. Quizás escucho algo y digo “no, no me gusta”, y bueno, no me gusta, lo respeto. Y otras veces digo “mirá, me parece súper interesante esta parte o esta cuestión de este género”. Quizás no voy a hacer ese género específico, pero sí tiene elementos que me llaman la atención y que los puedo pensar para una nueva producción.
O.c: En tus letras hay melancolía, deseo, ansiedad, pero también empoderamiento. ¿Cómo elegís qué emociones mostrar y cuáles dejar en sombra?
Anael: Las emociones que decido mostrar en una canción creo que las voy eligiendo según el día, según el momento en el que me encuentre. Yo me siento a componer y quizás me pongo y escribo y escribo y escribo, y hay algunas veces que lo hago como ejercicio sin pensar que va a ser parte de una canción. Eso está bueno porque sacamos el prejuicio de decir “tengo que componer algo que voy a mostrar”. Pensarlo como algo que no voy a mostrar nos libera, nos saca un peso de encima. Después quizás me gusta cómo escribí algo o cómo lo conté, y lo uso para una canción.
Mis letras son de desamor, amor, y me gusta: esas temáticas me rondan siempre a la hora de componer, porque también es la música que más consumo de otros artistas. También es parte de decir “me saco esa vergüenza” con la que me encontré cuando empecé a componer, de decir “voy a escribir y voy a mostrar esto a los demás”. Creo que es un proceso de aprendizaje y de crecimiento.
O.c: ¿Qué te aportó trabajar con Marcelo Predacino como productor?
Anael: La verdad es que me siento súper agradecida y estoy muy orgullosa de haber trabajado con Marcelo Predacino y con todo su equipo. Son todos unos músicos increíbles, saben muchísimo, tienen muchas ideas. Que mi primer disco con temas propios lo haya producido él es algo increíble. Ese primer acercamiento, más mirándolo del lado profesional y enfocado en mi música, haberlo trabajado con ellos fue un salto bastante grande respecto a lo que venía haciendo antes. Fue algo muy lindo: encontrar nuevas formas, ver lo que piensan ellos, las propuestas que pueden hacerle al disco y a los temas.
O.c: ¿Qué te pasa con la idea de que la sensibilidad también puede ser una forma de resistencia?
Anael: Esta pregunta me hizo pensar un poco más. Desde mi lado de artista, creo que sí: el ser, la sensibilidad, el mostrar esa sensibilidad es parte de lo humano, y es algo que no deberíamos perder. Más allá de lo que escribas —sea sobre amor, desamor, amistades— el no perder lo humano es supervalioso. Poder mostrarse como uno quiere, como uno elige, y tener esa libertad de hacerlo me parece muy importante. Sea cual sea el tema que se aborde, desde mi lado me parece superimportante. Va a haber canciones y artistas que van a decidir hablar sobre ciertos temas y otros sobre otros, y está en cada uno aceptarlo o no. Justamente esa parte del ser libre: decir “prefiero quedarme con estas temáticas”, “prefiero irme con estas otras”, “estas no me gustan”. Creo que es una parte fundamental, más en el arte.
O.c: “Junto a vos” fue el adelanto del disco. ¿Por qué elegiste esa canción para abrir el camino?
Anael: Luna testigo fue el adelanto del disco, fue la primera canción que salió. La elegimos porque, en ese momento en que decidimos lanzar un tema, todavía no estaban grabadas todas las canciones del disco. De las que estaban grabadas, Luna testigo era la que tenía más fuerza, y por eso la elegimos. También fue una de las primeras canciones que compuse y que grabé, así que era muy importante poder salir con ese tema.
O.c: En Laberinto hay una convivencia entre vulnerabilidad y fuerza. ¿Qué canción sentís que mejor representa esa tensión?
Anael: Creo que todos los temas de Laberinto tienen este contraste entre lo vulnerable y lo fuerte, y es algo que me parece divertido y que está bueno, porque es estar continuamente entre estos opuestos. Es parte de la vida: decir “por acá”, pero también “por acá”. Me pareció que estaba bueno. Ahora que me lo preguntás, podría ser Me volví a equivocar. ¿Qué otra puede ser? Te vas, también. Por ahora te digo esas dos.
O.c: En varias letras aparece la idea de perderse para encontrarse. ¿Es necesario perderse aunque sea una vez en la vida para encontrarnos con nuestro propio yo?
Anael: No sé si es necesario perderse, pero sí creo que es parte de la vida. Perderse y encontrarse también nos permite darnos cuenta de que nos encontramos. Porque vamos por nuestro camino y muchas veces estamos en piloto automático, sin darnos cuenta. Y si nos perdemos, y después nos volvemos a encontrar, es como decir: “Ah, mirá… claro, era esto.” Ese contraste entre estar perdido y luego ver que se asoma algo de luz, que estás llegando a lo que querías, es una sensación muy linda. Porque justamente ese rayito de sol, en medio de algo que no sabías, en un momento en que no entendías qué estaba pasando o por dónde ir, tiene una fuerza especial.
O.c: ¿Cómo trabajás esa mezcla entre lo doméstico y lo sagrado en tus letras?
Anael: Siento que componer tiene que ver justamente con eso: con escribir e ir tomando decisiones que le hagan bien a la canción. Es algo que también se trabaja en grupo, cuando voy al estudio y decimos: “Bueno, ¿cómo sigue esta canción? ¿Qué le agregamos? ¿Qué instrumentos usamos?” Cada parte del tema —en este caso Junto a Vos— está pensada desde la letra, desde las pausas de las melodías, desde la intención, tanto en la voz como en cada instrumento.
Esto que me planteás de la mezcla entre lo doméstico y lo sagrado, justamente en Junto a Vos, creo que le da ese ambiente, esa atmósfera. La parte instrumental, con el bombo, le aporta una mística que también se refleja en la letra.
Y esto de la intención es muy importante: los matices a la hora de cantarlo, decidir si esta parte la hago más susurrada, como si se lo dijera de cerca, de frente a alguien, o si esta otra va más estridente. Qué registro elegir, qué notas. Hay notas que suenan más opacas y otras más brillantes. Todo eso va construyendo cómo se percibe la canción
O.c: Para terminar, en varias canciones aparece el cuerpo como territorio de lucha, deseo o resistencia. ¿Cómo pensás el cuerpo en relación a tu música y tu forma de estar en escena?
Anael: Y el cuerpo lo es todo. Pensándolo en la música y en la forma de estar en escena, el cuerpo es lo más importante: es tu lugar sagrado. Tenés que tener tu postura, tu altura, para poder sostener lo que estás cantando desde lo funcional, digamos. Es muy importante tener el cuerpo preparado, sin tensiones, con estabilidad, de una forma sana, para poder sostener la voz, que es clave.
Cuando estudiamos canto —yo estoy estudiando ahora— todo esto se vuelve fundamental. Hay una preparación previa antes de cantar, no solo la vocalización, que es super importantísima para que la voz esté lista para dar un show, tener charlas largas o simplemente cantar, sino también la forma en que están los músculos. Porque si están todos tensionados, por más que vocalice lo que tenga que vocalizar, mi cuerpo no va a saber reaccionar bien.
Es muy importante cómo están los músculos del cuello, las tensiones, la espalda, la cabeza, los pies, las manos… todo es clave. Y si tengo el cuerpo a punto, voy a poder dar lo mejor de mí, moverme libremente. Y si no me quiero mover, también voy a tener una base desde la cual sostenerme, sea cual sea la postura que elija en el escenario.
Soy mucho de usar las manos, la cara, los gestos. Más allá de que a veces lo necesite porque las notas me lo piden, hay otras en las que no hace falta y lo hago igual, porque me sale naturalmente. Y eso también es superimportante, y se trabaja mucho. Lo trabajo en la escuela, por fuera de la escuela, tomando clases de expresión escénica, de expresión corporal, para saber posicionarme.
Y si elijo una postura, bueno, poder sostenerla. Así sea que esté sentada: puedo estar sentada bien, que se note mi presencia, o estar sentada más relajada. Pero son todas decisiones que uno va tomando, según cómo se quiere mostrar.