A un año del lanzamiento de Dolores, su primer disco solista, conversamos con Dolores Aguirre, más conocida como Lola Parda, cantante, compositora e integrante de Perotá Chingó, que hoy transita una nueva etapa artística marcada por la exploración sonora, la potencia emocional y la búsqueda visual. Su último álbum, tensiona el amor, la tristeza y la resistencia desde lo marginal, y será presentado en Rosario el viernes 8 de agosto en Distrito Siete, y en Córdoba el sábado 9 de agosto en Pez Volcán.
En esta entrevista, Lola revisita el proceso detrás del disco, la gestación del film que lo acompaña, y las preguntas que lo atraviesan: ¿cómo narrar el dolor sin solemnidad?, ¿cómo cantar la tristeza sin clausurar la alegría?, ¿cómo resistir desde lo frágil, lo no encajado, lo que arde?
O.c: Me imagino que estarás un poco a full ultimando los detalles de esta gira que se viene y de tu llegada a Córdoba.
Lola: Sí, totalmente. Preparándome con todas las aristas que tiene el show y la gira.
O.c: Este disco está por cumplir un año: salió en octubre del año pasado y ya tiene su recorrido. ¿Cómo lo ves ahora, con algo de distancia?
Dolores: Para mí, está recién nacido. De hecho, seguí trabajando mucho en la obra después de que salió el disco. Lo saqué el año pasado porque terminé. Es un disco que tuvo mucho proceso de producción, y la verdad es que lo escucho hoy en día y no puedo creer la obra que hicimos, todo el laburo que le metimos y la gente con la que terminamos grabando. Fue una idea muy ambiciosa, y escucharlo hoy en día… digo, no puedo creer que se logró todo este sueño.
O.c: Pienso en el disco, que se llama Dolores. Más allá de que es parte de tu nombre, también, al escuchar las letras, aparece una carga emocional fuerte: hay algo de dolor, de duelo, de sensibilidad expuesta. ¿Lo ves así? ¿Sentís que el título funciona como una clave de lectura, o fue más bien una intuición que se resignificó con el tiempo?
Dolores: Totalmente. Es un disco muy dolido, muy sentido. Hay un montón de letras que para mí son desgarradoras, y otras que son dolores encarados con humor, como lo es Amor Amor. Pero sí, es un disco de dolores. Creo que describe también la sensación de lo que se siente en el álbum.
O.c: Sé que Dolores también está pensado como un film. Tengo entendido que todavía no se estrenó. ¿En qué anda ese proyecto?
Dolores: Es un film que ya está grabado. Fue una búsqueda dentro de todo esto. Cuando salió el disco y venía toda la parte visual, realmente me daban ganas de seguir contando y explicando esta historia, amplificando toda la sensación del disco, que es súper conceptual y tiene mucho sentido. Yo quería que la imagen también amplificara todo esto.
O.c: Pensando en tu recorrido con Perotá Chingó y en tu camino solista, da la sensación de que este disco abre otro paisaje sonoro. Vos me dirás si lo ves así, pero pareciera correrse del folklore y lo acústico, para explorar otros lenguajes: hay más jazz, algo de bolero, una textura distinta. ¿Sentís que hay más libertad en esta etapa?
¿Fue una búsqueda consciente, una deriva natural, una necesidad de corrimiento?
Dolores: Sí, totalmente. Yo quería hacer un disco grande. Si bien hay canciones que son boleros y muy sencillas —hay un tema que es guitarra y voz y nada más—, a mí me gusta también esa simpleza. Pero también hay temas con arreglos para sexteto de vientos y mucha orquestación. Eso tiene que ver con la persona con la que hice este disco: un muy amigo mío, un arreglador increíble que admiro mucho, que es Lawrence. Con él hicimos esta idea de que fuese uno de los grandes discos. Podría ser como un disco de Frank Sinatra.
Creo que el disco pasea por distintos estilos. Tiene mucho jazz, porque le viene mucho al jazz, y también tiene rock. Desde la orquestación, buscamos que cada tema sea un universo en sí, con todo lo que pedía cada canción para llegar a su máxima expresión. También los músicos que elegimos fueron muy pensados. Yo ya de entrada sabía que quería que el baterista fuera Verdinelli, que es un baterista que admiro mucho y que tiene mucho del rock y del jazz nacional. A partir de eso se fueron armando los distintos ecosistemas que son cada canción.
O.c: Recién hablábamos del film. Vuelvo a eso, pero desde otro lugar: Dolores es un disco íntimo, sentimental, y en las letras aparecen imágenes muy visuales, casi cinematográficas. ¿Fue pensado así desde el inicio, o primero apareció el disco y después sentiste que eso podía convertirse en una película?
¿La idea del film nació junto con las canciones, o fue una lectura posterior, como si el disco pidiera otra forma de narrarse?Dolores: Primero fue el disco. Tenía todas estas orquestaciones que, ya desde el momento en que lo estábamos haciendo, veíamos las imágenes y lo que pasaba en cada situación. Y creo que después, a la hora de querer hacer una película, era como que las imágenes y la historia ya estaban contadas. Solamente había que profundizar más. Pero sí, las canciones ya venían mucho con imágenes, incluso antes de pensar en hacer una película.
O.c: Ayer, mientras escuchaba el disco, me apareció una sensación fuerte: no sé si habla del derrumbe, pero hay una melancolía que atraviesa todo. Es un disco muy del bolero, de lo sentimental. Y me dio la impresión de que Dolores invita a derrumbarse, pero como forma de resistencia. Como si dijera: “Es momento de mostrar los sentimientos”, en un contexto que exige estar bien, siempre feliz, sin vulnerabilidad.
¿Te interpela esa lectura? ¿Pensás el disco como un espacio para habilitar lo frágil, lo que no suele mostrarse?
Dolores: Sí, totalmente. Creo que me permití contar la tristeza y cantarla. Y tiene algo tan hermoso para mí la tristeza… Si pienso en las grandes cantantes que admiro, como Chavela Vargas, hay un nivel de tristeza y de desgarro en su voz que para mí es súper inspirador. Son distintos tipos de expresión. A mí también me encanta expresar la alegría, pero encuentro un lugar en la tristeza para cantar y para expresarme que me parece de mucha potencia.
Además, me encanta la transformación que tiene la música: podés escuchar algo hermoso en una experiencia que quizás no lo es. Nadie quiere estar triste, pero podés escuchar una canción triste que tiene algo precioso dentro.
O.c: Es un disco que interpela. Al menos a mí me hizo pensar en lo marginal: en lo que queda fuera de lo común, de lo mainstream. ¿Hay algo de eso en Dolores?
¿Sentís que, de alguna forma, le escribís a los sentimientos o a las personas que no encajan en un mundo tradicional, comercial?
Dolores: Sí, totalmente. De hecho, el disco arranca con una canción que habla exactamente de eso: de estar ahí, haciendo un camino aparte, viendo otra cosa a lo que nos propone este sistema, que nos dice “andá por acá” y es todo lo mismo.
Cuestionarse todo: desde por qué hago cada cosa de mi vida, hasta lo que quiero hacer como artista y lo que quiero expresar. Si quiero expresar algo que sé que es una fórmula que probablemente le vaya bien, o si quiero expresar lo que realmente tengo para decir, que es todo esto.
Yo lo que quería hacer con este disco era un clásico. Más que algo mainstream o algo que pegue en este momento, quería hacer algo que evoque a los grandes discos, a los clásicos de todos los tiempos.
O.c: Recién mencionabas la canción Amor, amor, y hay una frase que me quedó resonando: “has matado a tu madre y a tu hijo desterrado”. Es una imagen muy fuerte, muy simbólica, y hasta te diría muy actual. ¿Cómo nace esa canción?
¿Recordás en qué contexto apareció esa frase? ¿Qué te disparó? ¿Qué te interesa decir ahí?
Dolores: Sí, total. Esa canción es política. Es sobre el lugar y la confianza que le damos al poder, y cómo esperamos que respondan a todas esas promesas que nos hacen. Y cómo terminamos en una rueda de desilusión, entendiendo que quizás no funciona tanto para nosotros, sino para otro tipo de orden, donde estamos casi en el último escalón de importancia.
O.c: De alguna manera, Amor, amor tensiona la idea romántica del amor. Deja ver que en eso que llamamos —entre comillas— “amor” también puede haber violencia, posesión, heridas. ¿Sentís que el disco pone en crisis ciertas formas de nombrar el amor?
Dolores: Sí, sí. Lo de “amor” es casi una ironía dentro de esta canción. Porque las cosas que se dicen son terribles. Entonces, llamar “amor” a una persona que está haciendo tanto mal… bueno, eso es una ironía.
O.c: En la canción América hay una línea que me quedó resonando: “América devorándome con su esplendor depredador”. Suena a una denuncia, cargada de belleza y violencia. ¿Cómo ves hoy la actualidad del mundo y de América, sobre todo?
Dolores: Sí, total. Esa canción es un juego entre los norteamericanos que se llaman América y el resto. Pero en verdad tiene que ver con todo el dolor de América Latina, de tantos años de explotación, de estar en un lugar de servicio siendo un lugar tan rico. Un libro que explica muy bien eso es Las venas abiertas de América Latina. De hecho, la canción termina en inglés, con un párrafo que dice: “I will adore you, America, and carry your flag to stab the moon again”.
O.c: Siento que América también interpela lo colonial, lo racial, lo económico. Hay una crítica profunda, pero también una herida. ¿Es esa parte la que más te duele?
¿Lo vivís como algo personal, como algo histórico, como algo que atraviesa el cuerpo
Dolores: Sí, totalmente. Esa canción habla también de una venganza de los dioses antiguos. Es una fantasía, un poco, sobre todo lo que pasó con las culturas que ya formaban parte de América Latina antes de que se empezara a colonizar. Y cómo quedaron en un lugar casi inexistente dentro de lo que es nuestra cultura hoy. Incluso a la hora de votar, de decidir, es como que quedó completamente marginalizada una parte de esta tierra que es fundamental.
O.c: Te llevo a otra canción del disco: Fuego y Volcanes. Habla del fuego, pero creo que esa imagen aparece en todo el disco, como una especie de hilo simbólico. Puede ser renacimiento, pero también destrucción ¿Qué te interesa del fuego como figura recurrente?
Dolores: Para mí está en esos dos extremos. El fuego es la pasión, y está súper presente en todo el disco, esa cosa pasional. Pero también es un poco como el infierno. Fuego y Volcanes es como: estamos preparando un mundo donde no hay mucho futuro.
O.c: Pensando en tu recorrido —y en el de Perotá Chingó— hay algo que siempre estuvo presente: lo colectivo, el encuentro, el juntarse. ¿Seguís sintiendo que el ritual de la música, de los recitales, de verse con el otro, es esencial? ¿Qué te pasa con ese espacio compartido?
Dolores: Me parece súper importante. Es casi nuestra riqueza máxima. En un mundo tan exigente, de tantas cosas que no entendemos por qué hacemos, el encuentro con el otro, la cultura, hacer música, escuchar música… son cosas que nos recuerdan nuestra parte divina, humana. Y es muy necesario. Para compartir ideas y para seguir construyéndonos como personas.
O.c: para ir terminando ¿Estás trabajando en proyectos nuevos?
Dolores: Sí, siempre estoy dando vueltas con cosas. En redes se ve que estoy laburando, compartiendo proyectos con otros, siempre dentro de la música. Ahora estoy trabajando bastante en este disco, preparando toda la gira que arranca en Rosario y Córdoba, pero sigue por Europa, Colombia, Chile… muchos lugares. Está demandando mucha entrega y trabajo.
Pero sí, ya tengo ganas de lo próximo. Ahora quiero presentarlo, pero una vez que lo haga, tengo muchas ganas de ponerme a grabar lo que sigue. Soy compositora, creo que lo que más me gusta de todo el camino de la música es componer. También compongo para otros proyectos, y eso me motiva muchísimo. Pero también quiero hacer mi otro disco y seguir explorando todas estas posibilidades musicales, que son infinitas.
O.c: venís a Córdoba con banda completa. ¿Quiénes te van a acompañar?
Dolores: Unos músicos espectaculares. Uní a mis preferidos del jazz con el rock. Viene Guille Salort en la batería —el baterista de Consumo Rus y otros proyectos—, Mati Lourens, que es el director del disco, también viene tocando el bajo. Está Mariano Zarra, un pianista de jazz increíble. Y Paz Martínez, que es cordobesa, tiene 23 años, es una guitarrista increíble de allá, y se suma al proyecto también.