Córdoba Jazz Orchestra: 20 años de identidad y mestizaje orquestal

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A veinte años de su formación, la Córdoba Jazz Orchestra no sólo celebra un aniversario: reafirma una trayectoria que se ha convertido en emblema sonoro de lo colectivo y lo singular. Bajo la dirección de Nicolás Ocampo, la CJO llega al Teatro del Libertador San Martín el domingo 27 a las 20:00 hs con arreglos inéditos y una potencia musical que dialoga con el presente sin olvidar su raíz. Lejos de ser una big band tradicional, la orquesta ha construido una identidad propia que vibra entre lo académico y lo popular, la experimentación y el ritual, lo local y lo universal. En esta entrevista, Ocampo recorre el recorrido artístico de la agrupación, desde su génesis jazzera hasta la consolidación de una voz telúrica y contemporánea que se expresa en discos como Comechingonia y en cada concierto irrepetible.

La conversación también abre el mapa de influencias y desafíos que atraviesan a las big bands en Argentina, desde la resignificación de géneros como el folklore, el tango o el cuarteto hasta el compromiso pedagógico con nuevas generaciones. Con honestidad y mirada crítica, el director comparte cómo se sostiene una geografía sonora en movimiento, qué significa tocar en “cordobés” y cómo el jazz puede ser, aún hoy, una forma de resistencia y de libertad. La CJO suena en plural, con tonada y con historia.

Otra canción: Cómo describirían el sonido característico de la Córdoba Jazz Orchestra y cómo ha evolucionado en estos 20 años, considerando los cambios en integrantes y búsquedas musicales?

La CJO hoy es una geografía sonora en movimiento y su singular identidad está en constante transformación. No es sólo una big band: es un cuerpo vivo que respira al ritmo de músicxs con preferencias estéticas diversas. Iniciamos desde la tradición del género, pero no nos quedamos ahí: exploramos nuevas texturas, nos nutrimos de la música contemporánea, del folklore latinoamericano, del lenguaje académico y también de la improvisación. Buscamos que el sonido sea orgánico, actual, cargado de energía y sincero. Desde el 2015 los arreglos nacen dentro de la orquesta, lo que nos da una voz muy propia. Cada concierto es una experiencia colectiva única e irrepetible y eso se proyecta en el gran compromiso emocional de sus integrantes arriba de un escenario.

O.c: En una ciudad tan cosmopolita como Córdoba, ¿qué influencias musicales han marcado el estilo de la orquesta y cómo se resignifican los géneros tradicionales del jazz al mezclarse con música argentina y latinoamericana?

Córdoba es un cruce de caminos. Tiene algo de ciudad y algo de pueblo; conviven lo académico con lo popular, lo clásico con lo marginal. Y ese mestizaje se refleja naturalmente en el estilo CJO. El punto de partida es el lenguaje del jazz, claro, pero no lo pensamos como un género sino como una plataforma de creación colectiva.

Las influencias son múltiples: el swing de las big bands clásicas, sí, pero también el jazz moderno, el free, la música contemporánea, y por supuesto, el folklore argentino, el tango, el candombe, la chacarera. No se trata de hacer «fusión» por sumar cosas, sino de incorporar esas sonoridades desde un lugar orgánico, con respeto y mucha curiosidad.

Resignificar los géneros tradicionales del jazz implica, en nuestro caso, repensar qué es una big band desde el sur, cómo suenan los arreglos cuando los atraviesa un Bombo Legüero o un Bandoneón, Nos interesa construir una música que hable en cordobés, en argentino, en latinoamericano y que dialogue con el mundo pero con tonada!

O.c: ¿Qué papel tuvo el álbum Comechingonia en la consolidación de una identidad propia y cómo se vincula con el recorrido artístico de la orquesta?

Comechingonia” fue un punto de inflexión en nuestro recorrido. Más que un álbum, fue una declaración estética: empezamos a preguntarnos qué teníamos para decir desde nuestro territorio, desde nuestra historia musical, nuestra sonoridad más sincera.

El disco está atravesado por una búsqueda identitaria, su nombre ya plantea un vínculo con lo originario, con una Córdoba profunda que a veces permanece al margen. El cruce entre lo orquestal y lo telúrico, entre lo improvisado y lo compuesto nos ayudó a consolidarnos en la escena nacional y recibir invitaciones para participar en festivales como el Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires y el “Encuentro Internacional de Músicos Jazz a la Calle” (Mercedes, Uruguay)

Fue como abrir una puerta: a partir de Comechingonia la orquesta empezó a sonar más a sí misma, y más comprometida con lo local, lo contemporáneo y lo colectivo.»

O.c: ¿Qué significa celebrar 20 años en el Teatro del Libertador San Martín, y qué emociones esperan transmitir con los arreglos inéditos creados para esta ocasión?

«Celebrar nuestros primeros 20 años en el Teatro del Libertador es profundamente simbólico, Es presentase en uno de los espacios más emblemáticos de la vida cultural de Córdoba, con todo lo construido a lo largo de dos décadas: un sonido propio, una comunidad de músicos comprometidos, y un repertorio que nos representa.

Será un ritual compartido con el público y con la ciudad. Muchos de los arreglos que vamos a presentar fueron escritos especialmente para la ocasión, por compositores que han formado parte del proyecto o que nos inspiran desde cerca. Hay mucha emoción y gratitud.

Queremos que el público sea parte de una celebración de nuestro presente y una puerta abierta hacia lo que viene. Que se escuche la historia, pero también la búsqueda, la potencia colectiva y la alegría de seguir haciendo música juntos.

O.c: ¿Cómo eligieron a los invitados especiales para esta celebración y qué aportes hacen a la sonoridad de la orquesta?

Cuando comenzamos a pensar la producción de este concierto, tuvimos claro que queríamos invitar a artistas que no sólo reforzaran la identidad sonora argentina y latinoamericana, sino también a músicos que forman parte de nuestra historia. Algunos han compartido escenarios con nosotros, y otros son compositores de algunas piezas de nuestro repertorio.

Por esa razón se sumaran a la CJO: Damian Torres en Bandoneón, Rodrigo Díaz y Diego Tercel en la percusión, Martín Dellavedova en Saxo Tenor, Fernando Mendez en Bajo y Eduardo Valdes en Guitarra.

O.c: ¿Qué lugar ocupa hoy la orquesta en la escena cultural cordobesa, y qué significa para ustedes tocar jazz en una ciudad con tanta identidad musical?

Creemos que la CJO ocupa un lugar singular dentro de la escena cultural de la ciudad. No solo por el tiempo de recorrido, que de por sí habla de persistencia y construcción, sino porque logramos desarrollar una propuesta artística con identidad propia.

Tocar en plan jazzero en esta ciudad es nuestra manera de habitarla. La docta tiene una tradición académica fuerte y también una potencia popular y callejera que la atraviesa. Nosotros estamos en ese cruce, venimos de la formación académica pero elegimos construir una música viva, que se nutre de todo lo que pasa alrededor. Ser parte de esa trama es un privilegio y también la responsabilidad de seguir creando con honestidad

O.c: ¿Cómo dialoga el jazz con otras músicas populares argentinas como el tango, el folklore o el cuarteto, y qué aporte creen que ha hecho la CJO al desarrollo del jazz en Córdoba y en la región?

El jazz como lenguaje está hecho para la comunión. Nace del mestizaje, del intercambio y de la improvisación siempre comprendida como diálogo. En Argentina, ese diálogo con otras músicas populares como el tango o el folklore no solo es posible, sino necesario, porque esas músicas nos atraviesan cultural y afectivamente.

Este lenguaje se puede hablar en cordobés, en chacarera o en candombe. Ese enfoque nos permitió incorporar elementos que vienen de nuestras propias raíces, sin forzar fusiones, sino buscando puntos de encuentro genuinos. Esa es nuestra manera de dialogar con lo que fuimos, lo que somos y lo que todavía estamos por descubrir.

O.c: ¿Qué desafíos enfrentan hoy las big bands en Argentina para sostenerse y crecer en un contexto cultural cambiante?

Sostener una big band en Argentina es, ante todo, un acto de resistencia y de amor!. Estamos hablando de un formato que requiere una estructura grande, logística compleja y una inversión constante en producción y organización. En un contexto económico inestable y con políticas culturales muchas veces discontinuas y recortadas, eso se vuelve un desafío enorme.

Además, el espacio para las músicas instrumentales no siempre está garantizado dentro del circuito cultural más comercial. Muchas veces, lo que hacemos queda en los márgenes, aunque tengamos una propuesta artística sólida y un vínculo real con el público. A eso se suma la dificultad para generar continuidad laboral para lxs músicxs, que muchas veces sostienen estos proyectos a pulmón, con una entrega que va mucho más allá de lo económico.

Pero hay algo muy potente en eso: las big bands que siguen activas en el país lo hacen por convicción artística, por comunidad, por deseo de seguir creando en colectivo. Y eso les da una fuerza única. En nuestro caso, CJO se ha mantenido gracias al compromiso de sus integrantes y al apoyo de la Fundación Cultural La Escuelita, nuestro hogar.

El desafío es inmenso, pero también lo es la necesidad de que estas orquestas existan porque generan repertorio propio, forman públicos, crean espacios de formación, y defienden una manera de hacer música que es profundamente colaborativa.

O.c: ¿Qué les enseña el jazz sobre la libertad y los límites? Más si pensamos que en el jazz es en cierta forma una música libre donde está siempre presente la experimentación y la improvisación.

El jazz es encontrar lo propio dentro de un marco compartido. Es una música que exige escucha, riesgo y presencia. La improvisación es una forma de diálogo, de construcción colectiva.

La CJO atraviesa esa tensión entre lo escrito y lo espontáneo todo el tiempo. Los arreglos pueden ser precisos, pero siempre hay espacio para lo inesperado. Aprendemos que los límites no nos frenan, sino que nos empujan a crear desde un lugar más auténtico y profundo.

El jazz nos recuerda que la libertad se construye con los otros, y el eternauta nos recuerda que nadie se salva solo

O.c: ¿Qué papel juega la educación musical en la difusión del jazz y en la formación de nuevas generaciones de músicos?

La educación musical es clave para que el jazz siga creciendo. No se trata solo de técnica, sino de desarrollar una forma de escuchar, de crear y de pensar en colectivo.

Lo pedagógico es parte de nuestra identidad: muchos de nosotros enseñamos y creemos que compartir el conocimiento es una manera de cuidar y proyectar esta música.

Formar nuevas generaciones no es solo enseñar jazz, es apostar por un futuro donde esta música siga viva y en movimiento.

O.c: ¿Cómo se puede acercar el jazz a públicos que lo ven como elitista, y creen que en Argentina conserva ese espíritu de protesta o crítica social que lo caracterizó históricamente?

El jazz no es elitista por naturaleza, nació como una música popular bailable, libre y comunitaria. Acercarlo a nuevos públicos implica disolver algunos prejuicios y generar experiencias vivas a través de conciertos, talleres, encuentros reales.

En Argentina, su espíritu crítico sigue presente. La improvisación, la horizontalidad y el trabajo colectivo son gestos políticos en sí mismos. Tocar jazz hoy también es una forma de resistencia cultural y libertad creativa.

O.c: ¿Cómo ven el futuro del jazz en Córdoba y en Argentina, y tienen planes de grabar un nuevo disco o realizar una gira a partir de este aniversario

Vemos un futuro muy fértil para el jazz en Córdoba y en Argentina. Hay una escena diversa y creativa, nuevas generaciones comprometidas y un diálogo constante entre tradición e innovación.

En cuanto a nosotros, este concierto demandó una enorme dedicación, tanto en lo artístico como en lo organizativo. Fue un proyecto de gran magnitud que nos movilizó por completo, y ahora queremos tomarnos un momento para disfrutarlo, procesarlo y planear los próximos pasos sin apuro.

Tenemos muchas ganas de presentar este concierto en otras ciudades, ¡ojalá se dé!, y también de retomar una idea que nos viene rondando hace tiempo: grabar un nuevo álbum. Aún no hay nada concreto, pero el deseo está. Lo importante es que la CJO sigue viva y con energía.