La Chancha Muda: El caos, la libertad y la música como proyectil simbólico

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Córdoba se prepara para recibir a La Chancha Muda, la banda originaria de Parque Chacabuco, Buenos Aires, que se presentará el sábado 19 de julio en Sala Formosa. Contará con la participación especial de La Tico. Con más de veinte años de trayectoria, el grupo llega con una propuesta que fusiona estilos y reafirma su identidad sonora, principalmente ligada al rock, pero atravesada por un enfoque autogestivo, cooperativo y profundamente lírico. En sus composiciones dialogan autores como Osvaldo Bayer, Eduardo Galeano, Luca Prodan y Patricio Rey.

En esta entrevista, La Chancha Muda se sumerge en el corazón que impulsa su arte: el amor como fuerza insurgente, la cultura popular como territorio de resistencia y la música como lenguaje que interpela desde lo crudo y lo sensible. La banda reivindica el cuerpo como canal expresivo, el legado literario como combustible lírico, y el lugar de los márgenes como punto de partida para transformar el mundo. Entre reflexiones sobre el poder simbólico del arte y menciones a figuras como Galeano y Bayer, emerge una voz colectiva que no elude el compromiso ni la emoción.

Otra Canción: Córdoba vuelve a recibirlos con cada vez más gente. ¿Cómo se preparan para ese reencuentro y qué representa ese vínculo afectivo con el público? ¿Creen que el amor puede ser, también, una forma de insurgencia frente a la domesticación emocional?

Defender el amor siempre va a ser una forma de insurgencia, porque es la verdadera motivación detrás de cada lucha. Uno no lucha por luchar, sino por amor a una idea de un lugar más justo, de un mundo más armonioso. Por eso, sí: defender el amor, siempre.

Con respecto al show, estamos con muchísimas ganas de ir para Córdoba. Después de varias experiencias tocando en festivales, volver a presentar un show propio en la provincia nos llena de energía y entusiasmo. Es una oportunidad que valoramos mucho, porque nos permite reconectar con nuestra gente de una forma más íntima y profund

O.c: Entiendo que vienen, en parte, a seguir presentando El caos y la libertad se derriten, su último disco grabado en vivo. Pero también está presente Quién autoriza, su más reciente trabajo de estudio lanzado en 2023. Siendo una banda en constante diálogo con las causas sociales y las luchas colectivas, ¿hay actualmente algo que les esté urgiendo escribir o explorar desde lo musical? ¿Sienten que hay nuevas preguntas o emociones que estén pidiendo convertirse en canciones?

Estamos presentando El caos y la libertad se derriten, y eso nos permite retomar algunos temas que atraviesan ¿Quién autoriza?, nuestro último disco, y a la vez acercarnos a nuevos públicos con un pantallazo general de lo que es la discografía de La Chancha Muda.

Los temas que trabajamos siempre están atravesados por los momentos que vivimos. Hay cosas que decimos en determinadas etapas, y aunque el norte es claro —transmitir más allá de lo puramente musical— las inquietudes van mutando con el tiempo. Cada disco tiene un lenguaje propio, una forma distinta de reflejar nuestras vivencias individuales y colectivas. Esa es parte de su particularidad.

No sabemos si hay emociones o preguntas nuevas, pero sí sabemos que estamos constantemente buscando cómo decir, cómo ser, cómo estar en sintonía con aquello que nos moviliza. Lo que sale en nuestras canciones es lo que nos interpela en ese momento. No siempre está del todo claro, porque la música tiene su propio lenguaje críptico. A veces tenemos una idea, pero hay algo que escapa a lo racional —es música, y en definitiva, si podemos mandar algún mensaje con eso, es buenísimo. Ahí estamos: dejando que las canciones hablen por nosotros, desde lo que estamos atravesando.

O.c: La Chancha Muda tiene una identidad arraigada en lo barrial y lo popular. ¿Qué rol juegan esos territorios afectivos y culturales en su narrativa artística? ¿Cómo evolucionó para ustedes la idea de lo “popular” y cómo resisten las etiquetas que el sistema intenta imponer?

La chancha nace en un barrio de la ciudad de Buenos Aires y cada uno de sus músicos también viene de esa geografía y de alguna manera eso te forma un poco en tu carrera o en tu visión artística, ¿no? Uno canta un poco sobre las cosas que lo rodean, en ese sentido el barrio tiene un gran componente popular y como parte de esos barrios es lógico que adoptemos esa cosmovisión, lo que no significa bajarle el precio a las cosas, ¿no? A veces lo barrial parece estar como medio estigmatizado y en realidad es una geografía, ¿no? Que tiene la ciudad de Buenos Aires muchos territorios y bueno, el Parque Chacabuco fue para la banda su territorio principal y hacernos cargo que nacemos de ahí o de circunstancias o de territorios similares es parte de rendir un poco homenaje de dónde venimos artísticamente y geográficamente.

En un presente convulsionado, ¿creen que la música puede ser más eficaz que el discurso político tradicional para movilizar conciencias? ¿Es su arte una forma de militancia emocional y simbólica?

En principio, somos principalmente músicos. Creo que todos en la banda coincidimos en que hacemos música por amor a la música. En ese camino, y retomando lo que decía antes, lo barrial y lo popular son fieles a nuestros orígenes, y desde ese lugar puede aparecer un componente más social en nuestro mensaje. Pero no es algo que pongamos como foco principal; más bien, surge como consecuencia de lo que nos interpela.

Fundamentalmente, nuestro arte tiene que ver con el amor al arte. Probablemente no podríamos hacer otra cosa que no sea música. Y sí, creemos que la música tiene un lenguaje distinto al de la política tradicional. Son lenguajes diferentes, pero igualmente poderosos.

Todo proceso político, ya sea protagonizado por estructuras más tradicionales o más modernas, siempre tuvo una banda sonora detrás. La música expresa cuestiones cotidianas que a veces son canalizadas por la política y a veces no, pero tienen una potencia arrolladora para movilizar. No sé si una es más eficaz que la otra, pero sí sé que son lenguajes distintos, ambos con muchísima fuerza.
Y el músico pone mucho el cuerpo, y cuando sublima cada una de esas emociones y las logra transmitir al papel, o a las notas, o a las melodías, la verdad que está poniendo la piel ahí, se está de alguna manera desnudando, así que el cuerpo es claramente un territorio de la música.

O.c: Recuerdo una frase de Mar de Fueguitos que dicen «Somos los olvidados, pueblos esclavizados”. ¿Qué papel cumple la música en devolverle voz a los sectores silenciados? ¿Sienten una responsabilidad ética al amplificar esas voces?

Me parece que es importante entender que la música, o la fotografía, o el cine, o la poesía han tenido un papel fundamental en ser la voz de esos sectores. No es la música en abstracto, o el cine en abstracto, el que va y amplifica a los sectores silenciados, sino que son los propios sectores silenciados los que, de alguna manera, encontraron en el arte nuevos lenguajes o formas de transmitir lo que a ellos les pasaba.

Entonces, desde el punto de vista de que la cultura popular es propia de esos sectores, nos entendemos como parte de esas voces. Probablemente haya voces más amplificadas que otras y los silencios no sean absolutos, pero sí que el arte —sobre todo en América Latina— tuvo ese rol fundamental de ser la voz, muchas veces, de aquellos sectores. En ese legado es que estamos, y lo tomamos, claro, con mucha responsabilidad.

O.c: También afirman “somos la revolución”. ¿Qué tipo de revolución proponen desde el arte? ¿Cultural, política, espiritual? ¿Cómo ven su rol como artistas en una sociedad atravesada por desigualdad y desinformación?

Me parece importante también destacar de que, así como la música es voz de aquellos sectores y moviliza conciencias y expresa lo popular, no hay que perder de vista también que es un hecho artístico, al cual por suerte no hay que pedirle tantas afirmaciones, tantas certezas. No sé si la revolución que nosotros proponemos es cultural, política o espiritual y no sé de qué manera se transita esa revolución. Creo que somos una banda de rock que canta los problemas de su tiempo.

Creo que esas preguntas en todo caso van a ser respondidas a posterior y con lo que suceda con nuestros tiempos. Ni siquiera es algo que lo puede responder una banda. Me parece que las revoluciones o los grandes cambios siempre son muy grosos y tienen muchísimas aristas, con lo cual sí, obviamente, va a haber mucho de todo eso que decimos ahí. Y como artistas tenemos que abrirnos camino también en ese mismo terreno de la desigualdad y la desinformación, con lo cual somos como todo el resto de los ciudadanos atravesados por esa desigualdad y desinformación. Tenemos que abrirnos camino en ese mar con nuestras canciones, que por suerte tienen algo que gusta o que puede llegar de una manera distinta o más profunda.

O.c: En Policarbonato de plutonio cantan “estampidas, alfileres en el hígado y bardo visceral”. ¿Qué lugar ocupa el cuerpo como receptor de tensiones políticas, emocionales y existenciales dentro de sus canciones?

El músico pone el cuerpo. Cuando logra sublimar cada emoción y la transforma en palabras, notas o melodías, está dejando la piel ahí. De alguna manera, se desnuda. Por eso, el cuerpo es claramente un territorio de la música: se convierte en puente, en lugar de tránsito, en instrumento sensible que vibra con lo que se dice y con lo que no.

O.c: En Tiempos violentos dicen: “Hasta que detonemos o hasta que nos tape el cemento”. ¿Creen que la música puede funcionar como proyectil simbólico frente al poder? ¿Dónde ubican la frontera entre liberarse y ser silenciado?

Sí, como decíamos antes, la música, la fotografía, el cine, la pintura, el teatro… todas las herramientas que tiene el hombre para expresarse culturalmente pueden ser un proyectil simbólico frente a los distintos poderes. Claro que sí, el arte en general tiene esa potencia.

O.c: Me gusta la idea de “Somos las venas abiertas de par en par”, que cantan en Mar de fueguitos. ¿Dialoga esa imagen con la historia de opresión latinoamericana? ¿Es una referencia directa a Galeano o una relectura desde su poética?

Sí, dialoga esa imagen, claramente es una referencia a Galeano. No sé si llega a ser una relectura desde su poética, pero sí, es una cita, una parte de su obra. En parte porque la letra del tema Mar de Fueguitos termina hablando un poco de lo mismo. Tal vez sea el tema más crudo que tenemos en cuanto a mensaje, lo más directo. Y bueno, la visión de Galeano acerca de ese “mar de fueguitos” era lo que más nos cuadraba en general, así que por ahí sí: hay una cita al gran Eduardo.

O.c: ¿Qué les inspira más: la libertad idealizada o esa libertad rota y luchada que aparece en los márgenes? ¿Cómo se inscriben sus canciones en esa tensión entre utopía y dolor?

Creo que la libertad nunca se consigue sin lucha. La libertad de los márgenes siempre está marcada por contextos de muchísimo sacrificio, de lucha constante, de empuje genuino. Poder trascender en un mundo que oprime tanto, y encima hacerlo desde una posición poco privilegiada, emociona profundamente.

Siempre nos van a inspirar más esas historias de florecimiento entre la mugre, que una libertad que queda atrapada en un eslogan vacío, o en una apropiación simbólica de una palabra tan importante para los pueblos —una palabra que, desgraciadamente, hoy está en boca de los antipueblos.

O.c: ¿Qué autores y corrientes literarias habitan sus canciones, además de Bayer o Galeano? ¿Qué lugar ocupa la lectura en el proceso creativo y en la construcción de sus paisajes simbólicos? En Policarbonato de plutoniocantan “El mundo desde tan arriba no se ve mejor”: ¿el arte puede revertir esa mirada vertical?

Creo que la lectura es fundamental para el proceso creativo, y debe ser uno de los territorios que más estimulan justamente la imaginación. Tener que construir escenas, poder vivenciar situaciones o sentir emociones solamente con palabras escritas sobre un papel hace que se active muchísimo tu capacidad de visualizar, de crear mundos propios, de transformar una palabra en una melodía.

Por eso, la lectura es clave para todo eso. Aparecen citas de Bayer y de Galeano, y vaya uno a saber qué otros autores se meten en nuestra obra de manera inconsciente. Pero está claro que la lectura ha sido fundamental en todo lo que tiene que ver con la lírica de la banda.

Entonces sí, le agradecemos mucho, y por suerte tenemos esos océanos para explorar y sumergirnos, ver qué nos inspira, qué nos genera en nuestra propia conciencia —siendo nosotros ahora transformados, o quizás inmovilizados en esa conciencia— para después volcarlo en nuestras canciones, y así llevar esa transformación hacia otra persona.

Sí, claramente la literatura es una de las áreas que más estimula la creatividad. Y bueno, hay referencias muy claras a Bayer y a Galeano.