Hace 25 años, el 26 de Marzo de 1988 Miguel Abuelo pasaba a la eternidad. “Otra canción” lo recuerda con un repaso caprichoso por las que consideramos sus canciones más emblemáticas.
“Diana Divaga” (1968)
Lado A del simple editado por CBS bajo la mirada de Jacko Zeller. La banda se había formado luego de un arrebato de Miguel en las oficinas del productor discográfico Ben Molar. Miguel había llegado allí acompañando a Pipo Lernoud (quién iba a tramitar cuestiones que tenían que ver con los derechos del tema “Ayer nomás” que había sido grabado por Los Gatos). Ante la pregunta por la existencia o no de un conjunto musical comandado por Miguel, el entonces joven Peralta contesto que sí y encontró en su memoria la frase que aparecía en “El banquete de Severo Arcángelo” de Leopoldo Marechal. “Padre de los piojos. Abuelo de la nada”. Salieron de la oficina y corrieron a buscar músicos a Plaza Francia. Asi nacieron los primeros Abuelos de la nada. Y Miguel, nunca más fue Peralta.
“Tema en flu sobre el planeta” (1968)
Lado B de aquel mítico primer simple. La banda estaba formada por Miguel Abuelo, Héctor «Pomo» Lorenzo, Micky y Alberto Lara, Norberto “Pappo” Napolitano, Eduardo Mayoneso y Pipo Lernoud como letrista. Como Pappo no tenía instrumento y las horas en el estudio se venían encima, las guitarras del EP están grabadas por Claudio Gabis.
“Oye niño / ¿Nunca te miró una vaca de frente?” (1968)
Casi en paralelo a la grabación del primer simple de Los Abuelos de la nada, Migue editó sus primeras canciones como solistas para la pionera Mandioca (el primer sello de independiente de la historia de nuestro país, creado con el fin de editar obras de aquel incipiente movimiento de rock argentino). De hecho, este simple, forma parte, junto con el primer single de Manal y el único de una cantante llamada Cristina Platé, de la triada que dio origen al mítico sello dirigido por Jorge Álvarez, Pedro Pujó, Rafael López Sánchez y Javier Arroyuelo. El lado A de ese EP contenía la hermosa “Oye niño”, mientras que en la cara B aparecía la lisérgica y gloriosa “¿Nunca te miró una vaca de frente?”
“Mariposas de madera” (1970)
Miguel se va de Los Abuelos de la nada por las diferencias internas con Pappo con respecto a los caminos que debía tomar la banda. Entonces comienza a dedicarse de lleno a su carrera solista y graba su segundo simple para Mandioca en los viejos estudios T.N.T. Ese EP contenía dos canciones. “Mariposas de madera” en el lado A y “Hoy seremos campesinos”.
“Tirando piedras al río” (1973)
Miguel se fue del país en 1971 y en su prolongado periplo europeo, llega a Francia en donde conoce, por medio del músico Edgardo Cantor, al productor francés Moshé Naim que se enamora de su voz y su personalidad y decide producirle un disco. El disco se grabó, se eliminó y volvió a grabarse. Tras algunos problemas salió editado en 1975. “Tirando piedras al río” era el tema que abría aquel trabajo, inédito en la Argentina.
“El muelle” (1973)
Cuenta la historia que, en principio, Miguel pensó en un disco solista trabajado junto a otro argentino (Daniel Sbarra), pero que a mitad del trabajo cambió de opinión. A Abuelo se le había ocurrido formar una banda y modificar el repertorio. Y así lo hizo. Con la referencia puesta, una vez más en aquella frase que inspiró el nacimiento de su primera banda, bautizó a su experiencia francesa, a la que llamo, simplemente, «Nada». Todos los músicos que lo acompañaron eran exiliados latinoamericanos. A Miguel y Daniel Sbarra se sumaron Daniel Rodriguez en batería, Carlos Beyris en violoncello, Pinfo Garrigo en bajo, y Juan Dalera en quenas. Y casi como una parodia del destino, el final llegó nuevamente por problemas con un integrante de la banda. Una de las grandes canciones que aparece en aquel trabajo se llama “El muelle”.
“Octavo sendero” (1973)
El disco francés de Miguel es algo atípico en su repertorio. Un trabajo marcado por las tendencias que marcaban el pulso del rock de aquellos años, mucho más duro y roquero que los trabajos con los que tradicionalmente se reconoce su obra. Marcada influencia de bandas como Jethro Tull y Led Zeppelin. Dicen que Moshe Naim dijo alguna vez que “Miguel Abuelo fue el mejor artista del rock que hubo en el mundo”. Algunos fragmentos de aquel trabajo, anclado y perdido en aquel momento de la historia, pueden darle un dejo de razón.
“No te enamores nunca de aquel marinero bengalí” (1982)
Luego de un par de malos tragos en el viejo continente, Miguel Abuelo regresa a la Argentina de la mano de Cachorro López con el objetivo de formar una banda para revolucionar a golpeada escena musical de la Argentina. Alguna vez dijo de la nueva formación de Los Abuelos de la Nada: “Este país ha sido pisoteado, negado, marginado. Pero yo estoy vivo y dispuesto a vivir. Por esa energía de vida es que abrimos un campo musical de alegría». Así fue. El disco debut, producido por Charly García, apareció en el medio del convulsionado 1982.
“Ir a más” (1982)
Este tema también forma parte del disco homónimo de la banda de 1982. Esta versión es extraída del fragmento de la película del último B.A.Rock. El de 1982. Dirigida por Héctor Olivera.
“En la cama o en el suelo” (1982)
Migue y Cachorro se habían propuesto armar la banda y salieron a buscar músicos. Los primeros convocados fueron Polo Corbella y Dani Melingo. Luego (luego de una fallida intención de contactar a Juan Del Barrio) se sumó Andrés Calamaro (una joven promesa que rápidamente comenzó a facturar a partir de grandes canciones) y, quien ese momento representaba la pata estelar de la banda, Gustavo Bazterrica. Esa fue la primera formación de la versión más exitosa de Los Abuelos de la Nada. Este video está extraído de las presentaciones en el Luna Park en épocas de “Vasos y besos” (el segundo disco de la banda).
“Sintonía Americana” (1983)
“Vasos y Besos” salió editado a finales de 1983. Para ese momento, Los Abuelos de la nada eran la banda más convocante de la Argentina. En la presentación del disco, Daniel Melingo había abandonado la banda y su lugar fue ocupado por Alfredo Desiata.
“Yo soy tu bandera” (1983)
Aquel segundo disco contenía canciones que con el paso del tiempo se convirtieron en clásicos indiscutidos en la historia de la música rock en nuestro país. Las características de libertad creativa que la banda puso en práctica hicieron que casi todos los integrantes de la banda aportaran sus canciones para aquel repertorio. De hecho, los temas más renombrados de aquel trabajo llevaban las firmas de Andrés Calamaro (“Mil horas”) y Daniel Melingo (“Chalaman”). De todas formas, ese trabajo contiene una de las canciones que mejor define a Miguel desde su concepción de vida, su identidad, su forma de enfrentar al mundo. Esa que hoy, lo convierte en universal.
“Mundos in mundos” (1983)
El tema que cierra “Vasos y Besos” de 1983 es una canción que Miguel traía consigo de los tiempos previos a la reunión de Los Abuelos. Un tema que parece asemejarse mucho más con su perfil de trovador popular, de poeta profundo, que con las canciones festivas de aquella parte de los ochenta. No es que estas no tuviesen ese profundidad, pero la estructura es otra, mucho más volcado al perfil de canción que se le conocía a Miguel desde aquellos discos solistas de finales de los sesenta. Por eso es que elegimos compartir, no la versión del disco, sino esta que extraemos de un conjunto de grabaciones caseras de Miguel y su guitarra.
“Lunes por la madrugada” (1984)
Los Abuelos de la nada eran un banda madura, exitosa y convocante. A mediados del 84 se fueron a grabar su tercer disco a los estudios “Mediterráneo” en Ibiza. El disco se presentó con cinco funciones en el “Coliseo”. Firmada en conjunto por Miguel y Cachorro, “Lunes por la madrugada” es una de las canciones más recordadas de aquel disco.
“Meditasol” (1984)
Paralelamente a la grabación de “Himno de mi corazón”, Miguel se encontraba trabajando en el lanzamiento de su primer disco como solista. Lo propio hacía Calamaro, ya no estaba Melingo y Bazterrica tenía una pata más afuera que adentro de la banda. Todo hizo que el 84 sea un año complejo. El disco, de hecho, es en el que más se nota el trabajo de los individuos en detrimento del trabajo como banda. Si bien el sonido presentaba una mejora considerable, los tiempos eran otros y las urgencias de los integrantes, también.
“Himno de mi corazón” (1984)
Otra vez, Miguel en su máximo esplendor. No hay mucho que decir sobre aquella canción que le dio nombre al tercer disco de la versión más exitosa de Los Abuelos de la nada. Sólo un dato de la época, Gustavo Bazterrica abandonó la banda luego de la grabación y su lugar fue ocupado por Gringui Herrera.
“Zigzag” (1985)
Las diferencias internas de la banda se fueron volviendo insostenibles para la continuidad. Y, como suele suceder, existen las señales antes de los estallidos. Uno de ellos, visto en perspectiva, la marcó la decisión de grabar un disco en vivo. El escenario elegido fue el Opera durante los días 14,15 y 16 se mayo. Disco, videos, una demostración de grandeza y de poder de convocatoria que poco tenía que ver con lo que sucedía puertas adentro. Se estrenaron dos canciones, una de Miguel y Cachorro (“Zigzag”) y una de Calamaro (“Costumbres Argentinas”). El tiempo terminó poniendo en su lugar lo que ya se sabía irreversible. Calamaro pidió un descanso y la banda terminó por separarse definitivamente. El último concierto tuvo tintes míticos. Fue en el festival organizado por la Fm Rock & Pop en el Estadio de Vélez Sarfield, en el que Miguel terminó entonando las estrofas de “Himno de mi corazón” con una especie de lágrima de sangre brotando de su rostro, producto de un botellazo recibido desde un sector del público.
“Buen día, día” (1985)
El primer disco solista de Miguel se editó, finalmente, en 1985. Se llamó “Buen día, día”. Entre las canciones que aparecen en el disco, tal vez sea la elegida para nombrarlo la mejor síntesis. No sólo para ese trabajo, sino para la obra toda de Miguel Abuelo.
“Americano soy del sur” (1985)
El disco solista de Miguel es un disco que tiene una relación mucho más estrecha con la canción. Y más aún, con los ritmos del continente, muchos de los que había mamado en su exilio por diferentes países americanos, e incluso también, en su estadía en Europa y relación con exiliados latinos.
“La mujer barbuda” (1985)
En los créditos de “Buen día, día” aparecen Gato Azul Peralta, Andrés Calamaro, Miguel Cantillo, Bicho casalla, Polo Corbella, Denis Coutard, Fernando Javier Dahini, Ana e Isable de la Pregne, Juan Del Barrio, Alejandro Del Racco, Alfredo Desiata, Osvaldo fattoruso, Chocolate Fogo, General Horacio Fontova, Gustavo Gabetta, Claudio Gabis, José Granatta, René Greco, Gringui Herrera, Rubén Mono Inzarrualde, Carlos Johannas, Christian Laurellia, Cachorro López, Daniel (muñeco) Melingo, Ricardo Olharle, Fito Páez, Piero, Diego Rapoport y Beto Satragni.
“Cosas mías” (1986)
Hacia finales del 85 y comienzos del 86 Miguel rearma Los Abuelos de la nada. Para eso convoca a Kubero Díaz en guitarras; Polo Corbella en batería, su sobrino Chocolate Fogo en bajo, y Juan Del Barrio en teclados. Editan un disco con un sonido que se diferenciaba con claridad de la etapa anterior de la banda. La crítica no fue demasiado complaciente con el material.
“Región dura” (1986)
Más allá de las críticas y del peso que la banda tenía que soportar por la permanente comparación con la exitosa etapa anterior de la banda de Miguel, el disco contiene grandes canciones, esta vez sí, sostenida por letras de alta carga de poética Abuelo.
“Padre soltero” (1986)
A poco de comenzar a rodar con el nuevo disco, Polo Corbella fue reemplazado por Pato Loza, y sumó a la banda el saxofonista, Willy Crook. Con esta nueva formación realizaron una gira por Perú, Paraguay y Uruguay. Cuando regresaron, empezaron a trabajar sobre un nuevo material que se vio obstaculizado por la enfermedad de Miguel, que finalmente derivó en su muerte, el 26 de Marzo de 1988.
“Levemente o triste” (inédito)
Más allá de los registros oficiales, la obra de Miguel contiene proyectos truncos de los cuales subsisten pocos registros públicos y otros tanto guardados en diferentes cajones ocultos que esperan ver la luz en algún momento. De los que se conocen, compartimos esta hermosa canción, cuya letra también aparece entre los bocetos de un libro de poesías que Miguel se había decidido a publicar en los últimos años de su vida.