Irene Ruth presenta Fuga de capitales

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Fuga de Capitales es el proyecto debut de Irene Ruth con composiciones originales. El álbum compuesto por 8 canciones atraviesa diferentes lenguajes provenientes de distintos géneros como el rock, el folklore, pop y la música contemporánea, todos con una fuerte impronta jazzera.

A lo largo de los los 34 minutos que dura el disco se puede apreciar la utilización de la canción como vehículo para describir las vivencias de estos tiempos.

Fuga de capitales fue grabado en formato sexteto comandado por Irene Ruth en canto y teclado, Cecilia Dottore en saxo alto, Gabriel Sainz en trompeta, Manuel Calvo en trombón, Axel Filip en batería y Carlos Quebrada en bajo.


Otra Canción: ¿Por qué Fuga de Capitales? En una época como la que vivimos, es todo una declaración. Hasta diría una posición política…
Irene Ruth: Viví por primera vez, de adulta, lo que significa convivir con políticas neoliberales. Allá por el 2018, entre tanta  perversión política y mediática, necesité crear mi propio sentido de las cosas. La forma que encontré de sobrevivir en ese contexto, fue un pequeño libre albedrío, que es ahora concretamente el álbum Fuga de Capitales. Pero Fuga es también una forma musical: las líneas y contracantos que me llevaron fueron las  controversias propias de ser sujeta de esta locura, que es nuestra sociedad.

O.C: En La demora, el primer single que sacaste del disco, el uso de algunos efectos me hizo acordar un poco a José James. ¿Encontrás esa cercanía? ¿En qué momento personal surgió la composición de esa canción?
I.R: ¿José James? Uauuu, me encanta esta asociación. Nunca lo hubiera pensado, pero ya estoy poniéndolo en mis parlantes un poco más fuerte. Ahora sí: a bailar, esta y todas las conexiones! La demora surge de repensar mi generación, los 90, y la necesidad de transformar el vacío idiosincrático con el que convivimos.  Dice “…viendo las formas, múltiples sombras de la demora. Destiempos en que se nombran, vencidos mundos se desfondan…”  y fue compuesta, al igual que Ahora todo, Cóncavos, y En tus manos, en pleno macrismo.

O.C: A lo largo del disco se nota mucha influencia del jazz pero también del folklore o el rock. ¿Qué estilos musicales te formaron?
I.R: Podemos decir que en los inicios estudié mucho piano clásico, que amo la música popular argentina, brasileña. Que del jazz tomo algunas cosas y del folklore sin duda. Pero, pese a ser una eterna estudiante, lo que emerge en mi música es porque experimento entre lo que escucho, lo que me conmueve y lo que anhelo.

O.C: Según tengo entendido, tus padres son artistas plásticos. ¿Encontras algún punto en el que se crucen las artes plásticas y la música?
I.R: Recuerdo de niña el enchastre de tarros de pintura, colores, hojas en blanco, mientras hacía enormes collages a la par de mi viejo en el living de casa. Volvía del jardín y ese era mi ritual, escuchando la música que estuviera puesta, y entonces pensar los pliegues, trazos, y accidentes que surgían con la pintura como la extensión de aquello que sonaba. Pura abstracción: la música, las imágenes y lo plástico, como una sola cosa. Ahora es algo que busco, e ir por ello posiblemente me lleve, sino toda,  gran parte de la vida.

O.T: El disco salió por medio de Club del Disco, sello que, me atrevería a decir, ya es un emblema del jazz y de algunas otras músicas. ¿Qué tan importante es, en estos momentos, apostar a un sello donde también hay otros que apuestan por la independencia?
I.R: Fuga de Capitales sale a través del Club del Disco y me siento muy afortunada de tener este respaldo. Es un sello con mucha trayectoria, experiencia y me encanta que difunda desde músicos que he admirado siempre a otros emergentes con propuestas y sonidos nuevos. También observo un cambio de paradigma en relación a las formas de escuchar música y a la distribución del material. Sea de forma independiente o a través de un sello, encuentro indispensable hacer y mejorar las redes y colectivos que permitan que siga surgiendo música genuina con condiciones más equitativas

O.C: La postproducción la trabajaste junto a Darío Jalfin y Andrés Marino. ¿En qué te ayudó haber trabajado con ellos?
I.R: Todo el camino de la producción fue altamente intuitivo. Y elegir a Andrés Marino y a Darío Jalfin para la postproducción fue en ese rumbo. Un desafío enorme ir con el material súper avanzado a volver a abrir el juego, con personas que no habían estado desde el principio. Realmente unos capos. La postproducción se trató de eso: abrir juego entre mis propuestas, las del otro, y las herramientas que había para concretarlas. Además fueron dos experiencias totalmente distintas y ambas muy enriquecedoras, fundamentales y que dieron resultado.

O.C: En épocas de cuarentena muchos músicos han sido más prolíficos o están grabando algunas cosas pendientes. Según tengo entendido, vos no sos la excepción. ¿En qué andan las nuevas composiciones?
I.R: Creo que la pandemia sobre todo nos habilitó tiempo. Y con el tiempo, el espacio para que emerjan obras que, por la vida comprimida que teníamos, era difícil que salieran. Ver los frutos de esto es motivante y esperanzador. Por otro lado hay una emergencia cultural crítica que merece ser mejor atendida para que los proyectos puedan llevarse a cabo. Por mi parte,  ya tengo nuevas canciones que incluso venía ensayándolas previo al aislamiento y ahora esperan sus nuevos posibles. Mientras tanto vengo tejiendo el concepto de una nueva obra.