Salmuera – Salmuera

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Salmuera nació en el 2015 de la unión de Francisco Noce (guitarra, voz, composición) y Nicolas Cianis (piano, voz composición) sumándose tiempo después y hasta la actualidad Emilio Noce (percusión), Diego Suaréz (flauta) y Matilde Vitullo (bandoneón).

El proyecto surge de la necesidad de explorar a través de las obras propias, distintos estilos musicales populares con una fuerte impronta folclórica argentina y Latinoamericana, sumado estudios provenientes de la música académica clásica – contemporánea, jazz y rock. Luego de 5 años Salmuera acaba de editar su disco homónimo grabado en Estudio Fin del Mundo durante el 2019.

Otra Canción: ¿Cómo nació Salmuera?
Salmuera: Salmuera nació en el año 2015 de la amistad entre Francisco Noce y Nicolás Cianis, utilizando ideas previas musicales de cada uno como excusa para componer y generar un vínculo creativo entre ambos. Unos cuantos años antes nos habíamos conocido cursando composición musical en la Universidad Nacional de las Artes, en un breve momento tuvimos un dúo de tango, pero nunca llegamos a presentarnos. Estaba claro para nosotros que la conexión iba por el lado de lo compositivo.

O.C: ¿Cómo surgió el nombre?
S: El origen del nombre surgió un tiempo después, ya en formato de trío, cuando se sumó Emilio Noce como percusionista. Luego de idas y venidas con varios nombres surgió de la nada “salmuera”, que fue como un click. El concepto donde los sabores se concentran y potencian, pero a su vez guardan la esencia más profunda y distintiva, nos cerró completamente como analogía con nuestra música. Esto es que nuestras canciones parten de la base de estilos musicales populares argentinos y latinoamericanos, pero se enriquecen con un montón de “condimentos” y conocimientos extra, inherentes a cada integrante.

O.C: ¿Cuáles son las principales influencias? Se nota mucho la influencia académica y con tintes de jazz.
S: Allí entran en juego las influencias de cada uno que se fueron (y se siguen) fundiendo y fusionando para generar algo nuevo. El rock presente en la adolescencia, luego el tango, el folklore y el jazz están todo el tiempo presentes relevándose el uno al otro, pero la música académica viene como a “pulir” y terminar de dar forma a la obra. Por otro lado, la incorporación de Emilio con su toque potente y su sentir musical corporal, le ha aportado al grupo algo de ritual, de esencia primitiva en el sentido de lo intuitivo y por momentos rockero. Por último, sumar a Diego Suárez en flauta y Matilde Vitullo en bandoneón, ambos con mucha experiencia y trayectoria, nos terminó por cerrar (o de abrir más) el espacio estético de Salmuera.

O.C: Hay cuatro canciones cantadas, pero hay dos que me llamaron la atención: una es Hálito/ De Canaleta, la otra Endioses. Diría que las dos son un poco reflexivas o por lo menos introspectivas. ¿Cómo surgieron?
S: De las cuatro que tienen letra esas serían las más “oscuras” o como bien decís vos, las más reflexivas y tienen orígenes diferentes. Hálito/ De canaleta es un canto pequeño pero que dice mucho: tiene que ver con un anhelo, una esperanza, algo por venir que llega, se ilumina, se alimenta y crece hasta oscurecerse, corromperse y volverse sombrío. Estos dos momentos resultan contrastantes y reflejan el título. Si nos detenemos en la letra de Endioses, lo que intenta plasmar o representar es esa dualidad que tenemos los seres humanos con respecto a la cultura que hemos creado. Que muchas veces disfrutamos, compartimos y enarbolamos pero que otras tantas veces nos juega en contra, nos reprime y desilusiona. En este momento tan especial que estamos viviendo sería interesante quizás replantearnos algunas cosas y reconstruir.

O.C: Su música de alguna forma está emparentada con el jazz y la música académica contemporánea. Dos géneros que algunos sostienen que pertenecen a una élite intelectual. ¿Ustedes qué piensan?
S: Nosotros creemos y somos defensores de la idea de que la música es una sola. No tomamos a la música académica como la fundadora de la verdad y menos al esnobismo del jazz como género superador, sino que nos valemos de nuestro recorrido por estas músicas para utilizarlas como herramientas, es decir como vehículo. Pero no para pertenecer a ninguna elite, ni tampoco levantar bandera de pertenencia a ningún estilo. Por este motivo cuando nos preguntan qué música hacemos, nos incomoda el hecho de tener que tratar de “encajar” nuestras composiciones en algo prestablecido. Si bien generalmente partimos de la base de un estilo concreto, no estamos atados a éstos, a menos que decidamos que así sea. Por ejemplo Coreando una Zamba es prácticamente una zamba (valga la redundancia) con la excepción de que le faltaría una estrofa a la segunda vuelta.

O.C: ¿Creen que las formas de mezclar jazz o la música con ritmos como el folklore, el tango o el rock de alguna forma derriba esa idea de música de élite o intelectual ?
S: Que cada uno de nosotros tenga distinta formación y experiencias musicales, el solo hecho de hacer confluirlas en una música concreta, definitivamente derriba la idea de la música pura. Por lo menos en nuestra música. Un pasaje contrapuntístico, o uno improvisado, como también cierto rasgueo típico nos son funcionales para expresar la idea final.

O.C: Me acordé de un artista que sostenía que cuando la música suena constantemente, se vuelve ruido. Que se hace disfrutable cuando también hay momentos de silencio, al igual que en el silencio también hay música. ¿Qué piensan?
S: El silencio es tan importante como el sonido, aunque también es discutible el concepto de silencio. John Cage decía que el silencio como lo concebimos, no existe. Tal vez lo que sí exista es el contraste entre el discurso y la pausa del mismo. Es muy difícil darle espacio a la pausa musical, llamémosle silencio, sobre todo en estos tiempos en los cuales estamos “aturdidos” por los sonidos externos, muchas veces músicas que suenan, aunque no queramos. Es un desafío muy grande componer y generar esos espacios para escucharse uno mismo y escuchar al otro. Al contrario de lo que se cree, el silencio puede ser también el motivo generador de una obra musical, “la idea más importante a la hora de componer una pieza”.  Generalmente se tiende a llenarlo constantemente, a saturarlo de notas innecesarias. Creemos que, si uno se adentra en él, en el silencio, lo disfruta y sobre todo lo resguarda y le da el tiempo que necesita, se puede percibir que está lleno de sonidos. Dentro del silencio quizás haya más música que en cualquier otra idea musical que uno pueda agregar.

O.C: El mismo músico sostenía que muchas veces hacer canciones instrumentales es ir por el camino más largo para llegar a la gente, ya que algunos sostienen que la música “sin palabras es más aburrida” o para un público de nicho. Lo instrumental no tiene un mensaje tan fácil de decodificar como las canciones con letras.
S: Cuando empezamos a compartir el crear música no nos planteamos que tan “escuchable” sería o no. Las primeras composiciones nuestras fueron instrumentales hasta que surgió Lamento Negro como una canción entera con letra. Teníamos una vidala, que no está en el disco, que no estaba concebida como una canción “normal” como mandan los uso y costumbres, pero Lamento Negro nos abrió esa puerta, en donde a veces la música instrumental no llega y la palabra llena ese espacio vacío. Vimos que el canto era una herramienta y posibilidad que hasta entonces no habíamos tenido en cuenta. Por otro lado, somos conscientes de que la música con letra llega de un modo más directo al oyente. De todos modos, seguimos defendiendo la idea de que sea con letra o instrumental, el acto de escuchar música debería ser comprometido, y lo más importante de todo, dejarse llevar por ella hacia dónde diga explícita o implícitamente. La naturaleza de la música, o su esencia si es que tiene alguna, no es el éxito ni el agrado de la gente, aunque siempre sea sinónimo de felicidad para muchos o para pocos. Con el tiempo la cultura viró hacia el mundo del espectáculo y desde entonces esperamos que toda cosa que se haga sea divertida o espectacular.  Desde este punto de vista, lo instrumental es quizás más difícil de entender o de generar agrado que otras cosas, pero es, en todo caso, la suerte, o mala suerte, que nos toca en este momento.

O.C: Para terminar, ustedes definen el disco como «un intento de confluir distintas percepciones que tiene el ser humano de la vida, cómo se adapta y/o se consume en ella». ¿De qué modo creen que se ve reflejado eso en el disco?
S: Cada composición tiene un por qué y esa explicación se debe a nuestras experiencias de vida traducidas en música.  Aspectos de la vida del ser humano: como los diferentes y contrastantes estados de ánimos. El bailar una zamba y ser parte de una tradición. Una historia de amor y desamor. El arrabal en dos estilos de milonga, que  nos transportan a ese lugar de tránsito entre las dualidades campo y ciudad, día y noche. El afán por querer ser y hacer algo de manera clásica como una melodía y acompañamiento. O simplemente dejarse llevar por la música y moverse de la manera que nos plazca. Ese es el microcosmos por el cual transita el álbum e invita a pasear al oyente. Y el disco, si bien tiene mucha información, se queda corto. Tenemos muchísimas músicas e historias para contar, que en algún momento plasmaremos en grabación, pero por el momento les dejaremos con las ganas!