Que Telescopios haya decidido llamar a su cuarto disco con el nombre de la banda es toda una definición de principios. También de finales y de caminos recorridos. Al parecer, nunca se sintieron más a gusto con lo que están haciendo, con la forma en que están sonando y con la manera en que ese sonido se fue construyendo. Telescopios (el disco) es una constancia de identidad para el cuarteto cordobés que metió uno de los trabajos más destacados entre las novedades de la escena emergente del país, pensando en las formas para musicalizar la pandemia.
Las canciones que componen el material conjugan como nunca antes el vuelo psicodélico característico en “los tele” con los diversos universos que conviven en la actualidad de la música pop de nuestro país y el mundo.
Once canciones en menos de 20 minutos. Una obra contundente que “va al hueso”, un puñado de temas que forman parte del mapa más importantes del presente musical de nuestro país y que convida a alguna de las figuras más relevantes del momento.
Algo de todo lo escuchado se había dejado espiar con los adelantos que, como pasos previos, fueron anticipando el movimiento que para a Telescopios en el lugar en el que hoy se encuentra. Inhumano, Hypers Haters y Que te vean funcionaron como una base perfecta sobre la que se montó luego la estructura de las demás canciones. Allí se pusieron de manifiesto las intenciones para el salto que se dió con la publicación del material completo. La contundencia pop y el viaje fantástico por las instrumentaciones precisas y el laburo metódico sobre los sonidos que, por primera vez, se conjugaron en feats de alta factura.
Ensamblados con la frescura de quienes transitan tiempos y caminos similares, las voces de Goyo Degano (Hypers Haters) y los Hipnótica (Que te vean) inauguraron un camino nunca desandado en la discografía de Telescopios. Y ahí, hay otro acierto. Porque las invitaciones podrían haber sido motorizadas por cualquier tipo de impulso, pero el cuidar la canción y vestirla de la mejor manera posible parece haber sido el criterio que primó sobre todo lo demás.
Entonces, las voces desfilan con una displicencia y una naturalidad asombrosa. Yaz Álvarez (Flayaz) se pone al servicio de Alguien espera (siempre), una de las canciones de horizonte hitero en el repertorio de Telescopios; y Candelaria Zamar se para sobre una interpretación con base bailable y le da un cierre exponencial a La Idea. Dos cordobesas para las dos canciones que (entre las que conocimos con el disco) se destacan como las más prepotentemente pop de todo el álbum.
El último dato que confirma el renacer de Telescopios lo ilustra el debut en el disco de Santiago Ludueña, que reemplaza a Cucho Ortiz y desde la batería, acompaña por primera vez en el estudio a Nicolás Moroni, Bernardo Ferrón y Rodrigo Molina.