Nadia Larcher: «Todavía no conseguí entender cuál es mi relación con las canciones»

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En una nueva edición del tradicional ciclo de los jueves La Jam de Folclore recibe a Nadia Larcher

Este jueves 17 de agosto a las 22 horas en Cocina de Culturas, el cuarteto integrado por Julián Beaulieu, José Negro Gómez, Diego Bravo y Chelko Pajón encabezarán una nueva edición de la Jam de Folklore. La invitada de ocasión será la interprete catamarqueña Nadia Larcher, reconocida intérprete con un destacado trabajo como solista y parte central de algunos de los proyectos colectivos más interesantes de estos últimos años de la música popular de nuestro país. Anoten estos nombres: Seraarrebol y Proyecto Pato.

Otra Canción: Siendo catamarqueña, más precisamente de Andalgalá ¿Cuál fue la necesidad de radicarte en  Buenos Aires?
Nadia Larcher:
Creo que, sin olvidar de dónde venimos somos habitantes del mundo. Mi “ser catamarqueña”, que a la vez se estratifica en mi ser andalgalense y huachascheña, me dio un punto de partida para pensar en otras geografías como futuros lugares de descubrimientos y a la vez, en mi propio territorio. Entonces, creo que mi primera necesidad es el cambio de perspectiva, llegar a la ciudad (nunca había vivido en una) y comenzar un tiempo de trabajo en mi música que no había tenido. Mis proyectos musicales fueron la otra necesidad. El hacer música es una tarea colectiva, siempre, aunque se nos engañe con la idea de ser “solista”. Nadie está solo en la música, siempre viene de otros y va hacia otros. Es una de sus grandes riquezas.

O.C: A parte de ser cantante, sos profesora de literatura  y se me vino a la cabeza el Nobel a Dylan. ¿Si tuvieras que decirme en qué punto se juntan la literatura y la música cuál sería? Pregunto porque algunos sostienen que son dos cosas distintas. Yo creo que en algún punto se unen…
N.L.:
Sí, coincido con vos en que se conectan. El nobel de Dylan es una anécdota que quedará para la historia de la música popular. Fue una gran victoria de la poesía que se gesta en el barro e inunda los fastuosos palacios de la hegemonía cultural. Pero este vínculo que mencionas es casi atávico. En el origen de las artes, la palabra vino después de la música. El complejo rito/mito sostiene que los hombres primero lograron vincularse en el sonido y la repetición de éstos dio lugar a la articulación de las primeras palabras. Es decir, la música y la literatura se conectan en el gen primero, el del sonido. Es lo que suena lo que las une. Lo que sucede en el espacio, en el aire. Luego con el tiempo, se organizan los versos y comienza este maridaje del que bebemos los cantantes y en el que se inspiran los artistas: la palabra en su doble faceta sonido/significante-significado. Creo que la poesía es el gran ejemplo de ese vínculo primero.

O.C: Si no me equivoco, de estos encuentros de literatura conociste a Lucho Guedes con quien grabaste en el trabajo “Soy una tarada” ¿Qué nos podes contar de ese proyecto?
N.L:
Con Lucho nos conocimos en la ciudad de La Plata, en la presentación de un disco muy querido de Patricio Gómez Saavedra y Juan Pablo Piscitelli. Él estaba en pleno proceso creativo del disco que mencionas. Su formación es muy interesante, es un gran lector de literatura y de estudios literarios y plantea otra manera de escribir canciones yendo al centro narrativo de historias de hombres y mujeres de nuestro tiempo. En ese disco grabé una canción llamada “Las medias y la cordura”. También grabaron Lidia Borda, Juan Quintero, Edgardo Cardozo, Liliana Herrero y otros artistas de mucho aporte a la música argentina.

O.C – Recuerdo una entrevista hace un tiempo donde contabas que no formabas parte de los grandes festivales de Catamarca por tu compromiso con algunas luchas como la lucha contra la minería… ¿Cómo está esa situación ahora?
N.L:
Sí, no formo parte de esos escenarios porque los funcionarios de la cultura catamarqueña consideran peligroso, no adecuado, innecesario mi discurso en relación a lo que, como política de estado, se está llevando a cabo en nuestra cordillera con la explotación megaminera. Es necesario para mí manifestar que antes que un compromiso desde mi rol de artista, es un compromiso como ciudadana de esos pueblos. Tengo toda mi familia habitando a kilómetros de un desastre ambiental sin igual en nuestro país. Lucho por heredar a mis tres sobrinos una patria menos ultrajada y un aire/agua menos contaminados. El problema es real y persiste. Actualmente, avanzamos con fallos legales que ponen en jaque muchas decisiones tomadas por los gobernantes y respecto de los cuales van a tener que dar cuenta. Pero sabemos que es una lucha larga que se debe afrontar con paciencia, lo que se busca no sólo es detener una empresa minera, se busca discutir un sistema de producción de capitales a costa de la destrucción de la vida del hombre y su hábitat. Con estas luchas discutimos también el consumo desmedido, la falta de conciencia de cuidado ambiental, la coherencia del hombre en relación a su manera de habitar el mundo.

O.C: ¿Sos de las que creen que el artista tiene el deber de comprometerse, militar, más en épocas donde la divisiones de pensamientos son muy marcadas?
N.L:
Es que considero que es una contingencia, un confluir. No creo que se trate de tener más o menos compromiso. Se trata sobre que lo único que podemos decidir es no tener compromisos. Neutralizar nuestro discurso artístico y ser funcionales y obsecuentes. Lo único que podemos decidir es ser vacíos. Cualquier posición diferente a la indiferencia es de compromiso. Como ciudadanos de este mundo vivimos por ósmosis las complejidades de nuestro tiempo y eso implica una posición. Los artistas comprometidos no tienen ningún mérito, están haciendo lo que tienen que hacer, lo que haría cualquier ciudadano consciente, porque ante todo, los artistas somos ciudadanos. Discutamos sí con qué ideas estamos comprometidos, porque eso sí es interesante. Yo no creo que haya una división de pensamiento muy marcada. Creo que hay una manipulación de la información que nos inventó una “grieta” para impedirnos dialogar. Una vez escindida nuestra sociedad nos manifestamos imposibilitados de corrernos de nuestras posiciones y nos adjudicamos verdades. Se termina el diálogo y se termina la posibilidad de acordar con el otro, de pensarnos como sociedad. Y, ahí, quedamos a merced de lo que este capitalismo feroz tiene para nosotros: individualismo, sometimiento, desigualdad y sobre todo, consumo, mucho consumo que no es lo mismo que nutrición. Dejamos de hablar con nuestro vecino porque ninguno de los dos puede poner a disposición de la discusión su idea y perdemos. Como dije, no hay una división de pensamientos. No estamos pensando, nos están manipulando.

O.C: No hace mucho recuerdo un artista decir que hoy el compromiso, que lo contestatario en estos tiempos, es simplemente una pose superficial de cierta forma un negocio. ¿Qué opinión tenes sobre esto?
N.L:
No sé quién es el artista ni en qué contexto lo dijo pero entiendo que lo contestatario es una actitud en lo que hay que trabajar mucho. No es común escuchar artistas contestar, rechazar o polemizar contra el orden establecido o las circunstancias que nos rodean, con cierta altura y coherencia. Es por eso que los que asumen esta actitud son tan valiosos para nuestra cultura y se convierten en nuestros referentes inmediatos. Vuelvo sobre la necesidad de pensar qué están diciendo los artistas, de qué manera. Poder ser criteriosos y no confundir a nuestros pueblos es muy importante. Tenemos los micrófonos, tenemos nuestro público, tenemos que poder comprometernos con la palabra y ser coherentes con nuestros hechos artísticos. Es necesario lo contestatario, es necesario polemizar pero alcanzar eso no es fácil, requiere de mucha inteligencia y trabajo de análisis. El entretenimiento es entretenimiento y no puede esconder sus enveses.

O.C: Sabemos que estás trabajando en Proyecto Pato, que busca redescubrir la obra de  Luis Víctor Gentilini. ¿Qué más podes contar del proyecto?
N.L:
El Proyecto… acaba de editar el disco que reúne ese puñado de canciones que nos permitieron entrar a la obra de Don Luis. Está integrado por Lucas Pierro encargado de los arreglos y al piano, Gustavo Chenu en batería, Patricio Gómez Saavedra en guitarra y Nicolás Fernández en contrabajo. Es un trabajo que nos llevó tres años de gestación y en ese proceso, como decimos con los chicos, conocer la obra del “Pato” nos permitió conocernos a nosotros mismos como intérpretes de un tiempo y territorio.

O.C: Personalmente conocía poco de Gentilini, después de indagar en Proyecto Pato me encontré con una gran obra que desconocía. ¿Cómo llegaste a su obra y tuviste algún tipo de contacto con él?
N.L:
Bueno, creo que era uno de nuestros objetivos: revitalizar la circulación de esta obra. Llegué a él a través de un libro editado por la Universidad de Tucumán, llamado Toda vida y llena de alma que reúne las 120 canciones de Don Luis y que fue compilado por Ricardo Kaliman. Recibí el libro de manos de su compilador y me acompañó en mi viaje a Buenos Aires. Comencé a recorrerlo y entendí que era una geografía que necesitaba conocer, así comenzó el proceso. Lo siguiente fue buscarlo, lo contactamos, llegamos a su casa, pasamos horas con él preguntándole por estas canciones y él fue muy generoso en abrir su puerta. Estaba recibiendo a unos jóvenes que venían con preguntas y fueron todas contestadas y puestas en discusión. Tomar contacto con el “Pato” fue fundamental para esta obra, le dio un matiz especial que se coronó con su participación en nuestro disco. El último tema está cantado por él.

O.C: Tambien participas de un proyecto junto a Nacho Vidal, Seraarrebol…
N.L:
Seraarrebol nace de una amistad de mucho tiempo con Nacho. Él es un artista que admiro profundamente desde que lo conocí allá por el 2005. Es compositor, guitarrista, dibujante, escultor. Con él pude comenzar un camino muy interesante donde cantar con otro se torna un aprendizaje musical muy importante. Seraarrebol acaba de editar su primer disco llamado “Halo Bestia». En él hay participaciones muy especiales para nosotros como Andrés Beuwsaert, Mariano “Tiki” Cantero, Mariano Agustoni, Juan Martín Angera, Nadia Szachniuk, Santiago Segret, Sebastian Valsechi aportaron sus sonidos y embellecieron la música. En poco tiempo visitaremos con Seraarrebol la ciudad de Córdoba.

O.C: Tengo entendido que el disco fue grabado en una iglesia de San Telmo. ¿Cómo llegaron a grabarlo ahí?
N.L
: Ambos escuchamos durante mucho tiempo un disco llamado “Veckatimest” de una banda estadounidense, Grizzly Bear. Ellos grabaron ese disco en una iglesia antigua y registraron la reverberancia natural del espacio. Luego, con ese material construyeron un sonido alucinante, muy hermoso de escuchar. Ese disco nos inspiró mucho. Nuestros primeros ensayos sucedieron en lugares con reverberancia, siempre. Buscábamos ese fenómeno para poder empastar las voces. Al momento de grabar el disco, Nacho nos animó a ambos a concretar este anhelo. Nos pusimos en contacto con el sacerdote y pasamos tres noches enteras grabando ante los escrutadores ojos de San Pedro Telmo, patrono de la iglesia. Fue una experiencia muy hermosa y creo que conseguimos un sonido especial.

 O.C: Pensándote como intérprete me pregunto cómo es ese encuentro con canciones que no son tuyas y que de alguna forma las tenes que sentir como propias para que lleguen a la gente…
N.L:
Todavía no conseguí entender cuál es mi relación con las canciones. No creo que deba sentirlas como propias, de hecho me daría mucha pavura que es lo que me generan los engendros sonoros que a veces salen de mi guitarra y que no puedo llamar “mis canciones”. Creo que sucede otra cosa. Una suerte de naufragio y arribo a una isla pequeña, particular y nueva. Estoy recordando ahora el libro de Italo Calvino, Ciudades invisibles. Creo que nuestro viaje por las canciones es un poco como el de Marco Polo por los confines del imperio de Kublai Kan. Vamos hacia esos territorios desconocidos –eso que primero llamé isla- y volvemos de allá, sorprendidos, asustados, emocionados, aterrados, volvemos de muchas maneras a contarles a otros lo que vimos y buscamos desesperadamente que los otros y las otras entiendan lo que nosotros. Nuestro desafío es ser lo más creativos que podamos para permitirle a los otros llegar a esos mundos, libres, para que cada uno lo recorra como su ser se lo permita y un poco más. Las canciones son ciudades invisibles y nosotros sus habitantes perplejos. 

O.C: Algo que nos pueda adelantar de tu participación este jueves junto a la Jam de Folclore…
N.L:
Este será un espacio de mucha música y alegría, improvisación, juego y sorpresa. La propuesta es muy interesante porque vamos a encontrarnos un grupo de músicos para hacer canciones por primera vez, sin pautas, sin marcas, sin partes. El desafío será vibrar juntos y componer en vivo y en directo nuestras propias versiones de obras del cancionero popular argentino. Ojalá honremos este espacio y podamos invitar a todo el mundo a sonar con nosotros. Tengo mucha alegría por poder vivir lo vertiginoso pero a la vez, lo creativo y hermoso, de una jam con estos compañeros cordobeses. Yo no me la pierdo ni loca.