El músico y productor Diego Pérez es reconocido por formar junto a Charo Bogarín el grupo Tonolec. Llega a Córdoba con su proyecto solista Nación Ekeko.
El sábado 19 de Agosto a partir de la medianoche el Club Belle Epoque será el escenario en que los cordobeses de Tomates Asesinos banda recibirán a la banda que se caracteriza por profundizar en sonidos étnicos y voces ancestrales de Latinoamérica poniéndola en comunión con la música electrónica. Siempre con la iniciativa de que la tecnología sea una herramienta más en la música de Nación Ekeko donde confluyen sonidos electrónicos con instrumentos como la guitarra, el cuatro venezolano, la flauta china entre otros instrumentos. Entre los instrumentos para muchos el más raro es la sonoluma, instrumento parecido a una linterna con la que el músico puede generar diferentes sonidos y matices en las melodías.
Este nuevo proyecto de Nación Ekeko es un viaje cultural por las diferentes canciones ancestrales que Diego Pérez fue recolectando a lo largo de los viajes realizados por países como Perú, México, Bolivia entre otros. Además de profundizar en las melodías autóctonas del chaco salteño y la Amazonia.
A días de su presentación en Córdoba hablamos con el chaqueño sobre el proyecto, su primer disco su relación con las comunidades aborígenes y sus viajes por nuestro continente y Europa
Otra canción: ¿Cómo definirías a Nación Ekeko?
Diego Pérez: Nación Ekeko surge de la experimentación en viajes, de las grabaciones que voy haciendo en diferentes lugares de Latinoamérica donde me encuentro con gente de diferentes comunidades y intercambiamos música. Done también a veces grabó algún poesía, frase o canto de las comunidades. A partir de ahí vuelvo a componer buscando representar los paisaje donde grabé, siempre teniendo como hilo conductor el ritmo. La idea de Nación Ekeko es que tenga contenido y también se pueda bailar.
O.C: Además, en tu caso, Nación Ekeko mantiene un poco el mismo eje que Tonolec… ¿Que fue lo que te llevó hacer este proyecto?
D.P: Esta bien lo que decís porque la raíz y la integración de música electrónica se mantiene, esa es mi materia compositiva. A partir de eso la diferencia sería que busco los experimental, experimento la forma, la estructura que hago no es de una canción, sino más lúdica. Improviso más desde la electrónica, experimento lo que está pasando con el público, interactúo más con los músicos. La otra es la danza que es un ritual de conexión con el cuerpo, la tierra, con el cielo.
O.C: A veces se discute cuánto de positivo tiene usar la tecnología en la música, algunos dicen que desvirtúa la escencia, sobre todo pensado en el folclore….
D.P: Pienso que la tecnología es una herramienta no un fin. Creo que existe una confusión de mucha gente pensar que la tecnología es un fin, tampoco creo que exista la música electrónica como estilo. Creo se puede hacer cualquier cosa con una herramienta electrónica. Es como yo diga que porque haga un disco solo con voz y guitarra y la defina como música de guitarras, la guitarra es una herramienta, como la computadora o una gaita. Lo interesante es que cuando uno lo toma como herramienta entiende que tiene que haber un concepto y una idea previa a la herramienta, porque la herramienta tiene que ayudarte a terminar ese concepto e idea. Creo que si esta usado de esa manera es la tecnología es muy poderosa con infinitas posibilidades. Ahora si la pones como fin la tecnología seguramente te quedas haciendo algo que va estar vacío de contenido porque en sí no tiene contenido. Es un poco lo que pasa hoy con la velocidad, muchas veces dejamos de darle importancia al contenido y lo importante pasa siendo la herramienta junto con la velocidad de la herramienta. Un poco lo que busco en Nación Ekeko, es expandir las herramientas electrónicas y llevarlas a un lugar más orgánico en el sentido que busco tocar todo lo que hago desde lo electrónico.
O.C: En el proyecto usas un instrumento que creaste. Sonoluma se llama..
D.P: Lo creamos con un diseñador y amigo: Yamil Burguener. Son como unas linternas que me permiten tocar música, melodía, mover sonidos de izquierda a derecha, transformar texturas moviendo las manos en el aire. La tecnología está al servicio de mi idea, yo busco poder moverme en el espacio y generar música sin estar enlatado en una computadora.
O.C: Lo presentaste en México en una exposición..
D.P: Si estuve presentándolo en Guatemala y México además dí una taller.
O.C: ¿Está hecho para uso propio o pensas expandirlo a otros músicos?
D.P: Todavía no lo desarrolle tanto como me gustaría pero está todas las posibilidades de utilización, lo que pasa es que consideró que estoy en un momento de prueba, todavía falta desarrollar algunas cosas más del instrumento…
O.C : Entrando un poco al disco “La Danza”…Contame el por qué del nombre.
D.P: «La danza» tiene una función casi curativa, yo desde que comencé a danzar de una manera diferente, no tanto esa danza que estamos acostumbrado de hacer un paso y mirando al costado. Sino más bien abstraerte, poder conectarte con el ritmo, es casi una meditación activa. Creo que es algo muy bueno para el cotidiano que casi estamos perdiendo porque mucha gente no lo hace en su vida cotidiana. Además como músico me gusta mucho la energía que se genera cuando con la gente. Todas esas características hacen que sea importante el desafío de poder generar música y que la gente danza y a su vez la danza de la gente transforma la música que estoy haciendo.
O.C: El disco tiene 7 canciones, pero también podríamos decir que se trata de un estudio étnico. Sobre todo pensando en que todas las canciones tienen fragmentos de poesías populares… ¿Cómo ruge esta búsqueda?
D.P: Fue de una manera intuitiva, es como ir sacando foto en un viaje y después encontrás que hay un álbum de foto que tiene cierto criterio. Un poco me paso eso con la génesis del proyecto porque cuando empecé a juntar esas voces y a trabajar musicalmente esas poesías me di cuenta que si bien pertenecen a lugares diferentes de Latinoamérica de alguna manera hablan de lo mismo, de la naturaleza, la memoria, la vida en comunidad, de los rituales y plantas sagradas. Todo eso fue muy importante para mí porque de alguna manera la palabra nación busca sintetizar esa gran nación cultural que yo escucho en las voces que traigo grabadas. Mientras que el Ekeko que es el viajero que trae buena fortuna de la cultura Aymara es el hilo conductor de los lugares que voy recorriendo.
O.C: Apenas escuché el disco me parecía que “Árbol de la vida” tenía algo de México y era parecido a una poesía zapatista. Cuando vi los créditos noté que no estaba equivocado… ¿Cómo llegaste a esa canción?
D.P.: Esa poesía me llegó por un amigo que tenía un programa de radio y había viajado a México y lo había grabado. Para mí fue muy inspirador porque sintetiza un poco lo que pasa en todo el disco, por eso es la última canción. Es como dice la poesía “Donde todos los colores se Juntan en un solo árbol, donde reina la paz, la justicia y la libertad”. Lo interesante que después de terminar el tema pude viajar a Chiapas y mostrárselos. Lo interesante es que la poesía me llegó a mí y me hizo ir a México y conocer las comunidades.
O.C: Tanto Nación Ekeko como Tonolec tiene un compromiso con las comunidades…
D.P: Yo encuentro que las comunidades milenarias de nuestro continente tienen un montón de cosas para enseñarnos y que nosotros absorbimos sin darnos cuenta porque no hay manera de escapar de una cultura. Es algo que crece como los brotes que están en cualquier lado. Cuando se habla de que están muertas yo no lo creo, son coas que están vivas y nos siguen influenciando. Un ejemplo es la costumbre principal de los argentinos, urguayos y algunos brasileros como es tomar mate, que viene de la comunidad guaraní. Fíjate que poca conciencia tenemos nosotros de las cosas que incorporamos de nuestros pueblos originarios. A mí me parece que nuestra verdadera identidad es la integración de todas esas culturas, esta bueno acercarse y conocerlas porque no tienen el poder mediático para llegar a uno. Somos nosotros los que tenemos que hacer ese viaje de acercarnos.
O.C: Podemos decir que un poco el trabajo es visibilizar esa cultura….
D.P: Creo que sí, pero de manera natural, no lo llevó como una bandera. Yo creo que cuando uno conoce algo que es bueno quiere compartirlo con la gente. Es nuestra esencia, nuestra identidad y como argentinos tenemos mucho de haber querido imitar a Europa y ya sabemos que no somos eso y de esa manera fracasamos porque estamos en desventaja queriendo ser algo que no somos. La verdadera identidad es mirar adentro aprender de nuestras culturas.
O.C: Podemos hablar de integrar dos culturas siempre respetándose entre sí. Porque de cierta forma somos occidentales con algunas costumbres autóctonas…
D.P: Si es un poco eso. Yo creo que negar históricamente la influencia de nuestros pueblos originarios, es negar que existen y están vivos. Eso en nuestra historia nos hacen mal a todos. Ahora el tema de la integración si uno escucha y revisa históricamente se da de una manera natural porque somos parte de una cultura. Por ejemplo yo soy chaqueño donde la cultura Qom es muy fuerte, donde también hay una influencia Guaraní , donde el paisaje es de una manera determinada. También hablo con un canto que tiene más que ver con las cosas de ese lugar, por eso te digo que hay cosas que son inevitable que se filtra por más que queramos escapar.
Pero hay un trabajo que es de cada uno como el interés de profundizar y conocer las culturas que conviven en uno. Además está el paisaje que es muy interesante lo que dicen los Quom “El monte no nos pertenece, nosotros pertenecemos al monte”. La frase cambia el paradigma desde lo ecológico pero también desde la identidad, ellos se entienden pertenecientes a un entorno dentro de la naturaleza y nosotros pertenecemos a un paisaje de Latinoamérica y vernos como europeos extirpados creo que es una mentira histórica que tendríamos que pensar a revisar. Una revisación que está pasando desde el año 2000–2001 después de la crisis se empezó a mirar un poco más adentro desde el arte, la cultura y yo soy positivo que se va a seguir profundizando.
O.C : El disco abre con «El hijo del altiplano» fragmento de una poesía Aymara… Existe una versión grabada con Tom Lupo que no está en el disco…
D.P: En realidad la canción que hice con Tom Lupo es un mashap, porque es la base del hijo del altiplano con el canto Aymara. Cuando Tom Lupo tuvo una negligencia, donde lo chocó un chico que aparentemente estaba borracho y al aparentemente como tiene contacto dentro de la justicia por lo cual no se está haciendo justicia con eso. Después de eso decidí hacer con una poesía que él me había pasado decidí hacer esa versión para apoyar al causa. Es una versión que no está editada y que la hice para esa ocasión..
O.C: ¿No la vas a editar?
D.P: No creo porque es la base de una canción que ya hice, si tengo ganas de hacer algo nuevo con la poseía de Tom Lupo. Ahora estoy grabando el nuevo disco y componiendo es el momento de probar esas cosas.
O.C: El disco también tiene un fragmento de un poema de Atahualpa “Los indios” ¿La elección del fragmento es por algo en especial?
D.P: Fue muy lindo porque estaba empezando hacer estas grabaciones que te contaba en los viajes. También sentí que estaría bueno juntar poesía y empecé hablar con amigos que me mandaron cosas que hablaban sobre pueblo originarios, sobre la tierra o cosas que estén relacionadas. Entonces fue cuando me llegó por un amigo está poesía de Atahualpa, para mí fue muy impactante la imagen cuando dice “Desde todos los sitios nos están observando los indios” esa frase me engancho además de la voz de Atahualpa que es alucinante. Esa imagen me pareció que sintetizaba lo que te venía diciendo antes de que para los pueblos originarios ellos son el paisaje, ellos son el monte, la selva. Entonces me pareció que estaba sintetizada la idea y que a su vez era algo que quería contar en el disco. El trabajo fue muy lindo porque fui cortando pedacitos que nombraban cada uno de los pueblos originarios y los hice rapear un poco en el medio de la canción y lo más lindo que puede compartirlo con el Kolla Chavelo hijo de Athualpa y le gusto la versión.
O.C: Cuando digo que Nación Ekeko estudia o hace visible la cultura aborigen es un poco lo que tiene el poema nombra comunidades que por ahí en general desconocemos como Chiriguano, Atacama entre otros…
D.P: Hay un tema con el nombre de los pueblos originarios en general están todos puestos por otras tribus. Por ejemplo a los guaranís los nombran toba. Después llegan los colonizadores escuchan toba y los empiezan a nombrar así. Pero ellos en realidad se autodenominan Qom.
El Chiriguano es un nombre bastante despreciativo hacía ellos porque significa algo parecido a come caca. Pero son nombres que fueron quedando en la cultura argentina que habría que hacer un trabajo de aprendizaje con respecto a esas cosas porque los estamos nombrando con nombres que no son lo correcto. Pero más allá de eso es muy interesante que Atahualpa representando cada región y lugar con cada pueblo originario. En general los nombres que se le dan a cada pueblo originario, excepto los Mapuches no son los correctos. Son nombres que escucharon los colonizadores y quedaron.
O.C: Hay también una poesía de la comunidad wichi…
D.P.: Es de una amigo Lecko Zamora de la comunidad Wichi, que está en el chaco salteño.
Keko es un referente de esa cultura, tiene un gran conocimiento escribe mucho cosas que a mí me gusta leer. Tuve la suerte de conocerlo y compartir conciertos. Un día vino a recitar su poesía y lo grabé después arme Tokwaj que es un dios Wichi. La historia es muy interesante porque es un dios, casi te diría que es un anti héroe porque anda todo el tiempo cortado, quemado porque le muestra a la gente lo que no tiene que hacer haciéndolo. Te enseña no meter la mano en el fuego haciéndolo, son de las cosas lindas que tiene estás culturas. En cambio nosotros estamos más dentro de una cultura occidental donde todo es blanco o negro, bueno o malo, cristiano o demonio. Para ellos las cosas no son más dicotómicas sino más complejas, diría interesantes. Hay algo muy interesante que quisiera agregar es que Lecko habla de sus rituales y dice que los blancos creían que sus danzas eran del demonio y ellos estaban danzando a sus dioses. Decidí poner eso también, en algún punto en nuestra cultura quedó como que la danza no es para todo el mundo y aunque nosotros hoy no lo veamos creo que son cosas que van quedando impregnadas. Es hora de sacárselas de encima, de poder liberarnos físicamente y entender que el cuerpo es parte de nosotros y ponerlo a danzar es parte de nuestra libertad.
O.C: Habiendo estado con las comunidades cómo crees que en la actualidad ven los blancos a los aborígenes…
D.P: Creo que están pasando algunas cosas positivas pero todavía queda mucho camino por recorrer como sociedad. Primero cuando se dice la lucha de los pueblos originarios. Algo con lo que no coincido porque creo que debería ser de toda la sociedad porque los pueblos originarios son parte de este lugar y nos compete a todos. Ver la lucha de ellos como ajeno a nosotros me parece algo erróneo, creo que lo interesante es acercarse un poco más, aprovechar que hay culturas que están vivas en nuestro suelo y visitar una comunidad Guaraní, Mapuche, Qom. Poder conocer gente referente de esas comunidades, gente que están creando poesía, música, distintos proyectos. Me parece que como sociedad hay una parte que se está perdiendo gran parte de nuestra cultura y creo que para entender una cultura por más buena intención que uno tenga, no podes ayudar sino la conoces. Me parece que socialmente esta bueno que empecemos a entender que está lucha es de todos y que para poder participar y entenderla tendríamos que estar un poco más adentro y no mirar todo tan de afuera y opinar.
O.C: Cuanto tiene que ver esto con políticas culturales que visibilice esas raíces, me refiero a canciones, rituales, etc….
D.P: No lo veo mucho, por ahí en nuestro festejo del bicentenario se hicieron algunas cosas donde se incluyo a los pueblos originarios pero creo que falta mucho. Falta revisar la historia, hace poco estuve dando una charla con jóvenes y les decía que como nación tenemos 200 años pero que hay pueblos que están hace miles y miles de años macerando un conocimiento. Todavía nos falta conocer un montón, creo que tanto el estado como la sociedad todavía necesitan conocer mucho lo que son los pueblos originarios. Creo que lo primero es tomar está lucha como algo de todos y después acercarse y conocernos, la verdad que a mí haber conocido parte de nuestros pueblos originarios me viene transformando no solamente como músico, sino como artista y personas. Hace ya 17 años que vengo trabajando con comunidades y creo que es a la única manera de entender algunas cosas a pesar que hay muchísimas que no entiendo todavía.
O.C: Pensando que hace 17 años que venís trabajando con comunidades. ¿Hay alguna comunidad que todavía te quedé pendiente de trabajar musicalmente?
D.P: Hay muchas, el año pasado que estuve en México y Guatemala donde existe una riqueza de culturas originarias increíbles. Ahí me di cuenta que me faltaría miles de años para conocer y profundizar todas las culturas. Pero lo voy tomando de una manera muy intuitiva, lo que me llega o me voy acercando es por algo y confío en eso. Creo que naturalmente voy incorporando cosas que me van llegando, que me emocionan, me hacen ver el mundo de otra manera. Como por ejemplo cuando grabé «La Ureñita» fui a pasear a la isla de los Uros en Perú que son unas islas flotantes que construyen ellos con totora seca. En la isla empezamos a intercambia música, yo les empecé a cantar canciones que conocía, ellas sus propias canciones y así me invitaron a quedarme 4 noches en una de las islas flotantes y se dio lo de la poesía de «La Ureñita» y a partir de ahí hice la música. Es todo a partir de experiencia y conexiones que se van dando en medio del camino.
O.C: Por lo que me venís hablando veo que la música tiene un plano espiritual de conexión en la vida de Diego..
D.P.: Justamente es algo que a me cambio mucho es la música de las culturas originarias. Yo empecé tocando rock, componiendo canciones desde los siete años, a los 18 me mudé a Córdoba para estudiar licenciatura en composición musical donde conocí música de toda la historia que se da en la universidad. Pero cuando me acerqué a la música de los pueblos originarios me di cuenta que tiene un poder muy grande, una magia curativa que para ellos es sagrada y que no tiene que ver con la idea del músico rockstar. Si no con la idea de que el músico es un canal que está dejando pasar toda la energía de la naturaleza. Los que tienen la función de hacer música en las comunidades tienen función muy importante. Creo que es importante empezar a ver la música y el arte de una manera que no sea tan idolatría porque creo que uno trabajando con música y entendiendo el poder que la música tiene para las comunidades entiende la responsabilidad que tenemos a partir de la música.
O.C: Pienso el disco como un viaje cultural…¿Cómo lo definirías?
D.P: El disco El disco es un viaje sonoro por paisajes de Latinoamérica donde uno se conecta primero de una manera perceptiva e intuitiva con el ritmo. La persona entra en el viaje donde bajan diferentes mensajes que tienen que ver con personajes que van apareciendo como Atahualpa, la Ureñita, Tokwaj. Personajes que van dejando su idea, su mensaje, su forma de ver el mundo. Lo veo como un viaje que se puede dar escuchando la música danzándola.
O.C: Hace un rato hablaste un poco que estás empezando a trabajar el nuevo disco. ¿En lo rítmico va por el mismo lado que el disco «La Danza»?
D.P: Si, tiene una estética más personal diría que el primero. Pero siempre con el ritmo como hilo conductor. Ahora estoy experimentando bastante más con ritmos latinoamericanos mezclado con la electrónica. Van a escuchar una mayor variedad de ritmos que en el primero. Todavía no sé en qué va a terminar, asique no puedo adelantar mucho más.
O.C: Estuviste de viaje por Europa … ¿Nunca pensaste indagar en la música autóctona europea?
D.P: Estuve indagando, cada vez que voy a un lugar quiero ponerme a investigar y profundizar. Siempre me traigo instrumentos, grabó un montón de cosas. Pero me pongo un freno porque me gusta tanto que dejó de lado los otros trabajos que estoy haciendo y consideró que en Latinoamérica todavía me queda muchísimo por conocer y profundizar. Si me pongo abrir demasiado el juego me quedo muy en la superficie. Lo que sí, me trago son instrumentos de cada país como de Marruecos, Portugal y China. También me traigo discos. De hecho a Córdoba voy a llevar una flauta china. Intuitivamente algunas cosas van entrando en la música, a otras ya les daré su momento.
O.C: Algo que puedas adelantar del show en Belle Epoque…
D.P: Me voy a presentar en formato trío con Juanpi Francisconi en percusión, No va a poder ir Fermín que es el trompetista titular pero va a ir otro amigo que toca con efecto también y tiene algo muy interesante timbricamente. Por último estaré yo con el set electro acústico que combina lo electrónico como la pedalera, las sonoluma, sintetizador junto con instrumentos acústicos y de vientos como la guitarra, cuatro venezolano y la voz. La idea siempre es jugar a partir de la improvisación jugar con la energía del público de cada lugar al que vamos, seguramente va haber una interacción con la gente que va a ir a vernos. La idea es que siempre se generé algo particular en cada lugar, veremos que se genera en córdoba.