30 DISCOS DE LOS DÍAS EN QUE VOLVIMOS A CANTAR. PARTE 12

Share on whatsapp
Share on facebook
Share on twitter
Share on telegram
Share on pinterest
Share on email

Otra Canción te propone recordar 30 discos del año en que los argentinos recuperamos la democracia. Semana a semana, recordaremos las pequeñas historias de aquellos grandes discos editados hace exactos 30 años.

ROSITA – FONTOVA TRIO

Segundo y último disco del primer grupo de Horacio Fontova, que ya se había convertido en una de las revelaciones en tiempos de la transición a la democracia de mano de temas como «Me tenés podrido» (que formó parte de su primer disco editado en 1982). El grupo, que originalmente completaban Carlos Mazzanti y Fena Della Maggiora, sumó a Daniel Melingo para la grabación de «Rosita», que casi no se llegó a presentar en vivo ya que Fontova lo desarmó para dar forma a su siguiente grupo, Fontova y Los Sobrinos.

La revista «Tren de Carga», señalaba que el disco mantenía una estética similar al primero, sólo que con una estética «más trabajada y pulida». Trabajado desde la ironía y las letras festivas de Fontova, las canciones (todas enmarcadas dentro de una marcada estética latinoamericanista) parecen centrarse en comenzar a desprenderse del corset militar, sobre todo el que asfixiaba en torno a «la moral y las buenas costumbres». Así, a aparecen temas como «El romance de Rosita» o «Si me quedo sin gomas», que conviven con canciones con claro perfil declamativo en términos políticos. El tema más recordado de aquel disco, sea, tal vez, «Que viva la chacarera» en el cual, entre otras cosas, se canta: » (…)De a poco vamos creciendo/ Nos vamos haciendo grandes/ Metiendo hombro con hombro/ matando miedos cobardes/ Solo peleando la vida/ podemos ir pa’adelante (…)«. En el disco también aparecen referencias al fin de la censura («Más clarito echale agua») y a la vida de los habitantes originarios de nuestra tierra («Canción del Indio Triste»).

La primera etapa de Fontova en los ochenta recorrió esos carriles compositivos que conviven en el disco «Rosita». Esos caminos que reivindican la canción popular argentina y americana, pero resignificándola a partir de las letras, despojándola de tradicionalismos formales y aggiornándola con historias en clave de libertad. Jugando a despertar, después de tantos años de silencios serios y ceños fruncidos.


AQUELLOS SOLDADITOS DE PLOMO – VICTOR HEREDIA

Disco número 15 en la trayectoria de Víctor Heredia, ya entonces convertido en uno de los trovadores populares más importantes de la República Argentina. Nueve canciones emblemáticas de aquel grupo de cantautores que supo comenzar a repensar la canción tradicional argentina a partir del diálogo con nuevos elementos compositivos, siempre sobre las bases de la canción folklórica, pero dialogando con elementos que en algunos casos venían de sonoridades mas relacionadas con el rock y, en otros de la canción popular latinoamericana.

«Aquellos soldaditos de plomo» arrancaba con un tema que se iba a convertir en un clásico que recorrería el mundo: «Todavía cantamos», emblema de los pueblos que buscaban dejar atrás años de feroces dictaduras a lo largo y a lo ancho del continente. La referencia a lo que la historia dejaba atrás aparecen a lo largo de todo el trabajo. «Nada sé de la muerte /me interesa la vida,/aunque a veces me roce/ con su mano tendida/ la parábola extraña/ de una hoja caída./ Son retazos del tiempo/ que se empeña en su oficio/ de pasar como el viento/ susurrando a mi oído/ que este día infinito/ se desploma marchito./ Y aunque sea sólo un instante/ de dolor desmedido/ este paso anhelante/ por el mundo y su olvido,/ pasaré como el toro/ con los ojos bravíos.» canta Heredia en «Nada se de la muerte», otro de los temas en la que la referencia se exterioriza sin tapujos.

La lucha de Víctor en torno a el esclarecimiento por lo sucedido en la última dictadura, en realidad, empieza con su militancia previa y se reafirma hasta el presenta a partir de la desaparición de su hermana, María Cristina, que fue secuestrada junto a su esposo el 17 de junio de 1976. «(…) Todavía esperamos/ que nos den la esperanza/ de saber que es posible/ que el jardín se ilumine/ con las risas y el canto/ de los que amamos tanto (…)«, una de las tantas estrofas que resumen sentimientos.

Es claro también que el tema que le da nombre al disco tiene una doble referencia, pero su enclave más claro refiere a la Guerra de Malvinas, una herida que, acababa de terminar en el terreno militar pero que comenzaba a convertirse en una de las heridas históricas más profundas de la historia nacional contemporánea. En primera persona, con una letra que puede servir de base para un puñado de discusiones eternas en torno a las formas que toman los perfiles culturales arraigados históricamente en nuestro país, hablando desde el cuerpo de un soldado traicionado por sus propios jefes, Heredia deja sentado, como no podía ser de otra forma, su posición en torno a la mirada argentina de aquel conflicto: «Quiero de nuevo el honor/ aunque no existan victorias./ Quiero llorar con la gloria de una marcha militar/ y un banderín agitar frente a un ejército popular.»