Otra Canción te propone recordar 30 discos del año en que los argentinos recuperamos la democracia. Semana a semana, recordaremos las pequeñas historias de aquellos grandes discos editados hace exactos 30 años.
AGUJERO INTERIOR – VIRUS
El tercer disco de Virus fue un primer paso hacia características que iban a marcar la vida de la banda en los años subsiguientes. En primer lugar es necesario destacar que «Agujero Interior» fue una bisagra en materia de popularidad. Aunque resistidos, los platenses habían tenido una relativa difusión con el tema «Wadu-Wadu» que le dio nombre a su primer LP (en 1981), pero fue el tema «Agujero Interior» el que comenzó a tener una rotación con mayor constancia en las radios (medio de difusión por excelencia para la música de aquellos años) lo que permitió que el grupo ganase cada vez más adeptos.
Otro de los puntos de inflexión marcados por el disco producido por los hermanos Dany y Michel Peyronel, estuvo marcado por los primeros coqueteos conscientes con las máquinas y el pop electrónico. Si bien no en la medida que se iba a plasmar en «Relax» y el consagratorio «Locura», se pueden oir en «Agujero Interior», programaciones craneadas específicamente a la hora de la composición y los arreglos de las canciones. Paradójicamentes, este sea quizás el trabajo con mayor presencias de guitarras en la vida de la banda. El cambio puede explicarse las inquietudes estilísticas a las que referíamos anteriormente que coincidieron con el alejamiento de Ricardo Serra, uno de sus guitarristas, del grupo. Más tarde, Daniel Sbarra (su reemplazo) iba a alternar su participación entre el teclado y las cuerdas, dejando con el paso del tiempo la ejecución violera solamente para casos excepcionales.

Hay también en las letras una apertura que en los discos posteriores se haría una marca característica de los Virus. Hay un primer acercamiento explícito, ya no a la sensualidad sino, al contenido sexual de las historias. «El probador» es la pieza clave en este sentido. En «Agujero Interior» existen también guiños estridentes a la necesidad de romper con «un mundo burdo y atroz» con el que era necesario «cortar«. El propio tema que le da nombre a la placa habla de «largar la piña en otra dirección«. En «Mundo enano», los Virus gritan, a modo de súplica «Saquen el tapón, por favor, quiero algo mejor desde hoy» y en eso, quizás, consitía la necesidad de salir de aquel «Agujero Interior» que nombra al LP. Por último, hay una canción en el disco que refleja una realidad no tan conocida por los seguidores del grupo: la historia del mayor de los hermanos Moura, desaparecido durante la dictadura que empezaba a terminarse. Jorge, hermano de Julio, Federico y Marcelo, era militante del ERP y fue secuestrado por un grupo de tareas en 1977. Nunca más supieron nada de él. En esa historia, también, se explicaban muchas actitudes que la banda había tomado en sus primeros años con respecto a algunos hechos cruciales de la cultura rock en nuestro país, como lo fue negarse a tocar en el Festival de la Solidaridad Latioamericana, organizado con el visto bueno militar durante la guerra de Malvinas. «Ellos nos han separado», es una canción escrita por Federico y Roberto Jacoby dedicada explícitamente a contar las sensaciones con respecto a esa situación, contenidas durante tantos años en el seno de la familia Moura.
VASOS Y BESOS – LOS ABUELOS DE LA NADA
La consagración definitiva de Los Abuelos de la nada llegó de la mano de su segundo larga duración. La banda, una especie de supergrupo de la primera mitad de los ochenta, ya había tenido una repercusión importante con su homónimo disco debut editado un año antes, pero fue a partir del éxito de canciones como «Mil Horas» (Calamaro) o «Chalaman» (Daniel Melingo) que la masividad se haría inevitable.
El disco, que salió apenas dos días antes que el transpaso formal de bando presidencial de militares a civiles, fortalecía la idea de movimiento permanente que Los Abuelos había propuesto desde su primer trabajo, esta vez con vuelos directos hacia el ideal de libertad expuesto, principalmente, en la pluma de Miguel Abuelo. «Sobre un arco iris nace tu esperanza ya, no tengas dudas, pronto brillaras» canataban Miguel y Bazterrica en el tema que abría el disco («No se desesperen») y el mensaje se contagiaría casi a lo largo de todo el disco. El vuelo poético de Miguel parecía volver a tocar sus puntos más altos en temas como «Espía de Dios» («Devuélvele a la gente lo que de la tierra es. Solamente se arrastra quien no tiene alas ni pies«), la memorable «Mundos in mundos» o la inmortal «Yo soy tu bandera».

El disco, que batió records de venta para la música argentina de aquellos años, llevó a Los Abuelos de la nada a la cima de la popularidad que se confirmaría con el paso de los años hasta la disolución definitiva de la banda en 1985. Un convite a la fiesta en los albores de la fiesta misma. Adelantados al destape, Miguel bailaba sobre los escenarios abriendo lugar a una actitud que, hasta el momento de su regreso a la Argentina, parecía vedada para los artistas del género. Una claridad que lastimaba los ojos haciendo arder la cabeza de un país que comenzaba a convencerse que era momento de sacudirse la modorra.