En un presente donde la música popular se reinventa desde los márgenes, Abi Gonzáles se sumerge en las profundidades del repertorio folklórico argentino para devolverlo al presente con una sensibilidad propia. Nomás Así, su proyecto en formato trío junto a Viole Videla Fede Siksnys, es mucho más que una relectura de danzas tradicionales: es una conversación entre la memoria y la experimentación, entre la escucha íntima y el pulso colectivo, entre la canción heredada y la voz propia.
En está charla recorremos con Abi el detrás de De muchas formas lo mismo, un disco que no repite estilos pero encuentra unidad en la forma de decir, en la amorosidad del gesto, en la ética del encuentro. Habla de su vínculo con la danza como matriz expresiva y de su modo de habitar la música como un espacio de comunidad, escucha y cuidado.
La conversación se publica en vísperas de la presentación de Nomás Así en Córdoba capital: será el Viernes 31 de octubre en La Cúpula, con un taller previo de danza y un concierto compartido con Pao Bernal, donde no faltarán cruces y canciones que miran y escuchan.
O.c: ¿Contanos un poco cómo te fue este año? Digo, por lo que vi en las redes, bastante activo, por lo menos en lo musical.
Abi González: Sí, totalmente. Fue un año súper activo. Podría decir que fue el año en donde terminé de acomodar los melones que se empezaron a mover el año anterior, con el disco anterior. Ahí decidí abrir el juego estéticamente con Once Puerta Tres, ir hacia la canción, y eso generó cierto desorden emocional: conocer gente nueva, organizar proyectos…
Hay algo muy emocional, genuino y personal en la obra de cada quien, en lo que le esté pasando, que se vuelca artísticamente en una canción, un disco, un recital. Pero en paralelo está la idea de proyecto. Acá le solemos decir “carrera”, no sé bien por qué, porque no sé a quién hay que ganarle. Pero esa idea de proyecto tiene que ver con la comunicación, con contarle al público y a un otro en qué estás.
Entonces son las dos cosas. Yo necesito primero tener ese diálogo interno para ver qué me está pasando, qué quiero, qué tengo ganas de buscar, dónde estoy vibrando. Pero en paralelo, trabajar la parte de ordenar el proyecto fue algo que este año laburé mucho, y estoy súper contento.
Por un lado, con el trío Nomás así reapareció mi lado más folclórico. Es un proyecto súper acústico. Por otro lado, mi disco solista le fue súper bien, se dio lo del Premio Gardel, y eso destrabó el próximo disco que estamos produciendo ahora, puertas adentro, que me tiene súper contento. Y en paralelo, otro proyecto que se llama Escaleno, un solo set que estreno dentro de poquito. Así que ahí, ordenando las facetas.

O.c: Es un momento donde el crear ayuda mucho… después si el público acompaña y demás es otro momento.
Javi: Totalmente. En estos momentos en donde más cuesta, nos vamos poniendo el hombro. Se generan sociedades que hacen que todo esto sea especialmente hermoso. Porque la música, aunque la amamos, nunca es más grande que una mano, un abrazo.
Ahora que estoy yendo para Córdoba, hay un montón de artistas que se mostraron súper predispuestos. Para mí eso tiene un valor enorme: Pao Bernal, Mery Murúa, y tanta otra gente que nos fuimos cruzando. Algunos nos conocemos personalmente, otros no nos conocemos personalmente, pero por solo saber de nuestras músicas, igual nos arrimamos.
O.c: Recién me decías esto de “carrera” y me quedé pensando. Me parece que pertenecés a una generación que dejó atrás esa idea y piensa más en términos de proyecto. ¿Lo ves así?
Abi: Sí, totalmente. Creo que somos parte de una generación que dejó de pensar en la carrera como competencia y empezó a pensar en comunidad.
O.c: Recién me decías esto de “carrera” y me quedé pensando justamente en lo que decís, que perteneces a una generación que dejó de lado la idea de carrera y abrazó la del proyecto. Hay como una comunidad con Liliana Herrera, Luciana Jur, Mery Murúa, Duratierra.
Abi: Sí, sin duda que ha cambiado mucho el mundo de la industria… yo no llegué a vivirlo en la época de los ochenta, donde tal vez el mainstream era muy distinto al concepto que tenemos ahora. Me acuerdo de escuchar con mi viejo los cassettes de todos los conjuntos que estaban “pegados”, como dirían los jóvenes. Era muy distinto: desde Las Voces Blancas, Los Trovadores, Los Cantores del Alba… había muchos.
Quizás desconozco, pero tal vez en ese momento el mainstream daba lugar a otra diversidad. Y yo creo que, en estos tiempos, como decís, hay una comunidad que no solo es humana, sino también artística. Empieza a darse como un guiso, donde uno se va nutriendo mucho de lo que le pasa al colega, y aprendiendo mucho.
Nombrás a los Duratierra, y lo que te decía del cariño por encima de la música también. Los últimos conciertos que fui a verlos, lo que pasaba en términos de amorosidad en la sala… ahí es donde siento que la palabra comunidad cobra peso. Esa comunidad de la que hablas, siento que además de ser entre colegas, empieza a ser también del público. Uno lo tiene cerca, y de alguna manera, la música que uno propone es con ese público.
O.c: Cuando hablamos de colegas, antes uno decía “colegas” y se imaginaba otros folklóricos. Me parece que ahora se abrió la escena. Vos grabaste con Lula Bertoldi, que viene del palo del rock. Hoy me sorprendí cuando vi que Duratierra grabó un tema acústico de Los Gardelitos donde participa el mismo Eli que viene si queres de un rock más barrial.
Abi: Siento que son cruces humanos, como en el caso con Lula, nos cruzamos y hay una relación más allá de ser músicos. También somos personas, y ahí está la primera conexión.
Por otro lado, la curiosidad. A mí particularmente soy curioso, y todos estos artistas que estanos nombrando son con los que me identifico y siento que tienen esa curiosidad y deseo buscar. Creo que los cruces estéticos son fundamentales, pero no me parece necesariamente nuevo.
Creo que es algo que viene desde hace mucho: desde Mercedes con Charly, Liliana con Fito… ya de mucho tiempo atrás. Quizás hoy las distancias son menos y las herramientas empiezan a ser parecidas para distintos géneros.
O.c: Pensaba en tus discos anteriores, como Rueca y Once Puerta Tres, más cercanos a la canción. Pero este nuevo proyecto en formato trío me sorprendió: volviste a lo folclórico, a ciertas raíces que casi no se escuchan hoy. Me refiero a estilos como el palito o el cuándo, que están bastante olvidados. ¿Cómo ves ese regreso? ¿Qué te llevó a explorar esos géneros?
Abi: Sí, son géneros muy de nicho. Tal vez del nicho de la danza. Esas músicas circulan en talleres de danza, pero hay pocas versiones, y algunas son muy antiguas.
Hay trabajos recientes también que revisitan esa música, pero en lo personal, es parte de un recorrido. Desde el primer disco hasta acá llevo editado seis y casi catorce años de búsqueda constante.
Rueca fue el disco más de exploración, con toda la formación del conservatorio fresca. En ese disco quería meter todo lo aprendido. Es un disco que me dio muchas alegrías, aunque hoy lo veo como un disco sobrerreglado, más intelectual.
Después vino Violeta Azul, que para mí fue una maduración, con Juan Saraco como productor.
Once Puerta Tres fue el viraje estético hacia la canción y nuevas sonoridades.
Y este último, De muchas formas lo mismo, es un proyecto colaborativo con Viole y Fede Signis. Con Fede habíamos tocado en el trío de Willy González. Diez años después nos volvimos a juntar.
O.c: ¿Y cómo se relaciona ese disco con la raíz y con tu vínculo con la danza?
Abi: Ese disco me hizo volver al principio de todo: mi parte de bailarín. Así empecé a relacionarme con lo artístico, bailando mucho. Siempre tuve esa tensión entre música y danza.
En este disco encuentro ese diálogo que estaba necesitando. Para mí antes la música y la danza conversaban de forma efusiva, de fiesta, que me encanta. Pero yo necesitaba una conversación más íntima entre la música y la danza.
Este disco tiene muchas danzas, pero además laburamos un espectáculo en vivo con danza. El eslogan que le pusimos fue: una música que mira y una danza que escucha.
Lo que los bailarines zapatean está dentro del arreglo musical. Las pausas las tocamos. Hay una relación profunda entre sonido y movimiento. No como ornamentación, sino como parte del sonido mismo.
O.c: Podemos decir que es un disco donde no es como en muchos casos la danza solo acompaña o es una ornamentación si se quiere…
Abi: Me parece realmente precioso el ritual en el que muchas personas se manifiestan bailando. Viniendo del palo de la danza, eso me conmueve. Yo particularmente estaba necesitando otra relación con la danza, más íntima. Porque si bien está lo masivo, lo festivo, cuando lo llevas a lo pequeño, a lo íntimo, pasan cosas muy profundas.
Por ejemplo, cuando ensayábamos y había una pareja bailando un cuándo —que además tiene una letra muy particular, que narra una dificultad para expresar el cariño— ver cómo los bailarines se frenaban en ese momento, porque la letra lo pedía, realmente te cambia la manera de tocar. Hay una escucha constante entre músicos y bailarines. Si nosotros nos apuramos, ellos tienen que bailar eso. Entonces hay una negociación, un diálogo que me tiene muy contento.
En el espectáculo tratamos de volcar esa relación. Por eso es casi teatral. Transcurre en una casa antigua, que sería la casa de los bailarines, que escuchan a Félix Paloma por la radio. Nosotros, con Viole y con Fede, llegamos a compartir ese espacio, y ahí transcurre el show, con distintas escenas dentro de la casa.

O.c ¿Por qué elegiste a Félix Paloma? Digo, podrías haber elegido a los Hermanos Hábalos, o tantos otros. Félix Paloma, en general, no es súper conocido. Puede que algunas canciones lo sean, pero sigue siendo muy de nicho, hablando justamente de eso.
Abi: Totalmente. Es una elección súper personal, pero tengo la respuesta partida en dos. Por un lado, la decisión la tomó el productor del espectáculo, porque hay un audio de Félix Dardo Paloma que tiene ese sonido antiguo, como de cinta, con ruiditos, y yo dije: “Che, esto me da todo el contexto que necesito para la escena”.
Por otro lado, está la parte emocional. Tiene que ver con mi casa, con mi infancia. Tengo una relación muy poderosa con la música cuyana, por lo que cantaban mi abuelo, mi papá… Me fue llegando una admiración muy profunda por esa manera de cantar. Y Félix Paloma, sin duda, es un referente de esa música.
O.c: ¿Y el nombre del grupo? “Nomás así” es un nombre raro. No sé si difícil, pero sí poco común o confuso.
Abi: Sí, es confuso. Estamos más acostumbrados a decir “así nomás”. Pero el palito, tiene una seguidilla que termina cada estrofa con “así nomás es”.
Una característica muy poderosa del proyecto que detectamos desde temprano y quisimos cuidar, es la liviandad. En contraste con mis otros proyectos, sobre todo el solista, donde hay muchos canales, arreglos, posproducción. Es música que teníamos que tocar: si suena, suena, y si no, va otra cosa. No forzamos nada.
Es muy acústico y espontáneo. Las voces empastan con naturalidad, el violín y el fuelle también. En el primer ensayo dijimos: “Che, esto ya casi está mezclado”.
El nombre tiene esa idea: “nomás así”, sin tanto que agregar. Esto es lo que es. Y cuidar eso chiquito que sucede.
O.c: Un disco que podríamos decir “para la guitarreada”, si se quiere. Por lo acústico, por el encuentro…
Abi: Sí, tiene eso. Le encontramos dos maneras de moverlo. Una es el concierto que te conté, el más teatral, que se llama De muchas formas lo mismo, como el disco. Tiene danza en vivo, escenografía… Y, por otro lado, hicimos unos conciertos “de entrecasa”, donde tocamos en formato circular, con el público alrededor. Es como una guitarreada compartida con gente que admiramos mucho. Juan Falú fue el primer anfitrión. Mira y Juan de Duratierra fueron los segundos.
O.c: Lindos encuentros, y de todas las generaciones.
Abi: Sí, precioso. Este disco tiene algo muy particular: una conversación con la temporalidad de las músicas. En el mismo disco hay canciones que tienen más de cincuenta años conviviendo con composiciones mías.
Hay una en especial, que le da nombre al disco, que nació justo antes de entrar al estudio. Teníamos la fecha y yo sentía que faltaba algo más con herencia. Empecé a buscar estilos y no encontraba ninguno… y terminó apareciendo esa composición: Juntos sin tiempo.
El disco tiene una circularidad con lo temporal, y también con el territorio. Hay músicas del litoral, de Cuyo y del noroeste.
O.c: ¿Cómo fue el momento de elegir las canciones? Porque hay composiciones de los Hábalos, de Julio Argentino Jerez, de Roberto Jesús Cantos, de Andrés Chazarreta… ¿Cuál dirías que es el hilo que las conecta? Porque además conviven con tus propias canciones, y me imagino que hay una conexión profunda ahí.
Abi: Sí, el hilo más fuerte del disco es justamente que no repite estilos. Son once ritmos diferentes, así que fuimos a buscar más por estilos y por regiones. Y creo que lo que termina de unificar todo es lo que dice el nombre del disco: De muchas formas, lo mismo.
Por más que sean formas folklóricas distintas, ritmos y tiempos diferentes, hay algo en común: la manera en que nosotros conectamos con esas músicas. Hay una comodidad, un respeto que nos generan esas canciones. Y eso es lo que las une.
Nos pasa que disfrutamos verdaderamente cada carácter, aunque sean muy distintos. El huayno, por ejemplo, que lo hizo popular Cafrune, tiene un carácter oscuro, pesado, como de los cerros. Y convive con la picardía del pala pala, que es casi un chiste a las chapas.
Y nosotros nos sentimos cómodos visitando todos esos géneros. Eso es lo que tienen en común.4
O.c: Pienso en el nombre De muchas formas, lo mismo. ¿Hay algo social ahí? ¿Podría leerse como un lema del grupo, como una forma de decir que la música es una sola, aunque se diga de muchas maneras?
Abi: Sobre todo si ponemos el zoom en la música folklórica. En mi adolescencia, por ejemplo, me llegaron ciertos prejuicios: “Si no sos del Litoral, no hagas chamamé”, “Si no sos de Cuyo, no hagas tonada” … esa cosa del regionalismo.
Por suerte, muchos años después, con la dicha de tener tantos artistas en este país que abrieron camino y que, además, con mucha generosidad, te ponen la palma en la espalda para darte ánimo… eso cambia.
Teresa Parodi, por ejemplo, me dijo algo muy hermoso. Le mostré un remedio doble que está en el disco, con bastante pudor, y ella me dijo con mucha sencillez: “Si sentís la música, es tuya. Solo hace falta consentirla”.
Todo lo demás son pensamientos. Si nos basamos en el sentido puro, en la emotividad de las músicas, ahí está la verdad.
Probablemente este disco, hace unos años, me hubiese costado más. Por eso que te decía: “¿Nos vamos a meter en estos terrenos?”. También muy apoyado en la danza, en la formación que me dio la danza en cuanto a la diversidad de estilos y la profundidad que eso tiene.
Pensar una danza del Litoral, por ejemplo, más allá de la coreografía, es pensar el paisaje, los oficios, las posturas corporales, la idiosincrasia.
Y todo eso después se codifica en una música. Este disco tiene mucho de eso. Así que fue animarme, después de un tiempo.

O.c: ¿Cómo fue el trabajo sonoro? Porque si bien es un disco que tiene mucha danza tradicional, también hay una búsqueda, y en algún punto suena moderno.
De hecho, el cuándo, aunque conserva su sonido tradicional, tiene una vuelta de rosca, un estilo propio sin perder lo esencial. ¿Hasta dónde decís “mantengo lo tradicional” sin quedar encasillado, o “le pongo mi estilo” sin desvirtuarlo?
Creo que en este disco eso está muy bien logrado.
Abi: Fue una de las alarmas que tuve, sobre todo a la hora de grabarlo: que la prolijidad no acartonara lo que estábamos logrando.
Antes de grabarlo, decidimos salir a tocarlo. Hicimos una serie de diez o doce conciertos por la provincia de Buenos Aires, en tres o cuatro meses, para entender cómo funcionaba en vivo.
Sabíamos que era una música que necesitaba del vivo, del mirarse, de entenderse en tiempo real. También nos pusimos como condición no sobrearreglar.
Por suerte, es un trío que viene de un dúo con Viole, donde casi había un solo instrumento armónico —la guitarra— y el trabajo era más vocal.
Cuando pensé en este disco, pensé en Fede, y lo primero fue: “Che, queremos cuidar esto que está pasando, que no se sobrecargue”. Y él lo entendió al toque.
Lo que vos mencionás sobre la modernidad, yo lo percibo en el trabajo tímbrico. Está puesto en el cómo más que en el qué.
Cómo tocás, cómo empastás los volúmenes, las notas cortas, las notas largas… esas sutilezas más que la cantidad de información.
O.c: ¿Y las canciones propias? ¿Cuándo aparecieron? ¿Son todas nuevas?
Porque cuando uno trabaja muchas veces aparecen canciones que estaban perdidas en un cajón. Más cuando por ahí creaste canciones folclóricas que no iban con tus discos anteriores que eran por decirlo de algún modo más exploratorios o con otras sonoridades…
Abí: Sí, cuando empezó a gestarse este disco, aproveché para retomar composiciones que habían quedado afuera.
Por ejemplo, un remedio doble que compuse en 2019, y una cueca llamada A Saujil, que había escrito mucho antes pero que no entró en Violeta Azul porque era demasiado tradicional.
O.c: Hay una canción que me gustó mucho, que tiene forma de historia. Investigando un poco, creo que la escribiste en Catamarca. ¿Puede ser?
Abi: Sí, se llama A Saujil, que es un pueblito muy hermoso de Catamarca, en la zona de Tinogasta.
Yo estaba yendo a visitar unas dunas, y en el camino me chistó una persona mayor. Iba silbando, me asusté, pero enseguida largó la risa. Me acerqué, charlamos como tres horas.
Al final me dijo: “¿A dónde va usted?” Le dije que, a las dunas, pero ya era tarde. Entonces me mandó a la casa de Román y Emilse, dos hermanos suyos.
No había calles, era un pueblo de viñas y casitas. Román y Emilse estaban en la veredita. Me hicieron un cuestionario —yo era de Buenos Aires, tenía el pelo largo— y parece que aprobé. Me terminé quedando cuatro o cinco días.
Me encariñé mucho con su manera de vivir. Aunque siempre estuve conectado con las culturas del noroeste por el folclore que escuché en casa, estar ahí fue un paso muy grande. y completamente emocionado, les compuse esa cueca de agradecimiento. Les mostré la mitad ahí mismo, y la terminé en otro lugar del viaje y en una guitarreada la canto y había unas personas que conocían a Román y Emilise y la grabó y se las mostró después.
O.c: ¿Tuviste algún feedback de ellos? ¿Escucharon la canción, te dijeron algo?
Abi: Paso algo muy lindo quecuando bajé de las dunas – donde compuse la cueca-, les mostré la cueca en la misma veredita donde los conocí.
Fue muy especial. Muchas veces el aplauso o la risa son formas de escaparle a lo profundo. Pero ellos me miraron en silencio y me dijeron “gracias”. Lo hicieron habitando una profundidad que me quedó grabada.
Román que trabajaba atendiendo el único teléfono de línea del pueblo. Si querías hablar con alguien, llamabas ahí, él tomaba nota, iba a buscar a la persona y le decía que a tal hora tenía una llamada.
Al año siguiente llamé a ese teléfono, hablé un poco con Román, pero después no volví a hablar.
Ahora pasó tanto tiempo que me da miedo llamar. Me quedo con esa magia que ocurrió. Cada vez que cantamos esa cueca, los pienso.
O.c Recién me dijiste que venís trabajando en otros proyectos. Uno es un solo set. ¿Qué va a ser de ese proyecto? ¿Va por el camino folclórico o más hacia lo experimental, como lo que venías haciendo antes?
Abi: Este año empecé a trabajar como productor en varios discos de otros artistas, y eso lo disfruto muchísimo. Ahora estoy con tres producciones que deberían terminar este año.En lo personal, estoy produciendo un próximo disco de canciones que, de alguna manera, unifica todo el recorrido que vengo haciendo.
Hay un show que se llama Escaleno, que estoy empezando a presentar. Está basado en tres ejes estéticos:
- El primero lo llamo el adentro, donde está la canción más íntima, despojada.
- El segundo es la casa, que representa el folclore, lo espontáneo, la guitarreada, que es parte de mi formación.
- El tercero es la exploración del afuera, donde aparece lo más experimental: loops, samples, algo del mundo electrónico.
Me muevo entre esos tres ejes. Es el show que estoy presentando de manera individual, también por la crisis.
O.c: Pienso en Nomás Así. ¿Es un proyecto que viene para quedarse o es más del día a día? ¿Tienen planificado hacer otro disco? ¿Van a ir a festivales o lo mueven cuando hay tiempo?
Abi: Si bien es un proyecto paralelo —Fede y Viole también tienen lo suyo— ocupa un lugar muy importante. Es un recreo de los proyectos de cada uno, con enfoques muy distintos.Yo tengo un rol completamente diferente: estoy más “al arco”, cantando segundas voces, algo que no suelo hacer en mi proyecto solista, y lo disfruto mucho.
Tenemos conciertos hasta diciembre y algunos en enero. Hay festivales de verano que están apareciendo.
En cuanto a próximos discos, hay tela para cortar. Hay muchísimos estilos musicales en nuestro país, muchas danzas que no son tan conocidas pero que existen. Nos divierte mucho curiosear y explorar.
Ojalá pronto podamos empezar a producir otro disco, pero por ahora estamos presentando este.
O.c: Para cerrar ¿Qué nos podés adelantar del show que se viene en Córdoba el 31? Van a estar con Pao Bernal. ¿Van a cantar juntos? ¿Cómo va a ser para quienes todavía no vieron el proyecto?
Abi: Hace mucho que no voy a Córdoba capital. Con Nomás Así pasamos por Córdoba el año pasado, pero fuimos directo a Traslasierra, a la casa de Pablo, del Cielito Lindo. Tocamos en Traslasierra, Merlo, San Luis, y bajamos a Santa Fe. Pero a Córdoba capital no fuimos.
Esta vez nos quitamos las ganas. Vamos a estar en La Cúpula, que me dijeron que es hermoso.Antes va a haber un taller de danza y después el concierto De muchas formas, lo mismo.Después va Pao con sus canciones, y por supuesto vamos a cantar algunas cosas juntos.Hace mucho que queremos visitar tierras cordobesas, así que ojalá nos podamos encontrar.