Romina Scalora: Entre el humor, la farándula y la educación

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Romina Scalora, reconocida como la «criada con la televisión de los 90», se embarca en una nueva aventura humorística con su primer unipersonal titulado «¿Y si todo sale mal?». El espectáculo, que promete un enfoque de revisionismo histórico desde la perspectiva de alguien nacido en los años 90, se presentará el sábado 29 de junio en Studio Theater, a las 22:00hs.

Con fuerte base de seguidores en redes sociales, Romina Scalora es además de comediantes, profesora de historia y guionista. Ha colaborado en programas como País de Boludos y Blender. Su incursión en la radio, fue en espacios como De acá en Más en Urbana Play, y en la televisión, en programas como El debate del Hotel de los famosos en El Trece y Instálate en América, la han consolidado como una figura versátil y talentosa en el mundo del entretenimiento.

El lanzamiento de su primer libro, titulado ¿Y si todo sale mal? bajo la Editorial Galerna, sirvió de inspiración para la creación de este unipersonal que combina diversión y reflexión de manera magistral. Actualmente, Romina Scalora forma parte de programas como Nadie nos para en Rockandpop, La Vuelta en Fox Sport y Bendita TV en Canal 9, demostrando su versatilidad y presencia en diversos medios.

Además, cada sábado, a través de su exitoso canal de Youtube con más de 2 millones de visualizaciones, Romina presenta Vivo de Borrachos, un espacio donde analiza con humor series, documentales, contenido histórico y los avatares de la farándula actual. Con su estilo único y su capacidad para entretener y hacer reflexionar, Romina Scalora se posiciona como una figura destacada en el panorama del humor y la cultura contemporánea.


En esta charla con la multifacética Romí Scalora, nos sumergimos en un universo donde el humor, la farándula y la educación se entrelazan. Desde su reciente triunfo en los Martín Fierro hasta sus reflexiones sobre la televisión, las redes sociales y la política.

Otra Canción: Antes que nada, felicitaciones por el Martín Fierro.
Romí Scalora: Muchas gracias, estamos muy contentos, gracias.

O.C: ¿Qué significa haber ganado el Martín Fierro?

R.S: Yo no lo puedo creer. Yo ya no podía creer estar nominada. Hace dos años yo estaba en otra radio y también ha habido nominaciones y para mí era todo muy increíble… Es un montón ganarlo y poder decir «Estoy en un programa que ganó un Martín Fierro». Obviamente, ni qué hablar, estar con Beto. Pero sobre todo también me sorprende y me pone muy contenta porque para mí incluso hasta el evento de los Martín Fierro era como un evento que yo lo veía con mucha ilusión de muy chica.

O.C: Pensando un poco en esto y un poco en el humor que haces donde te reís un poco de la farándula de ese mundo en el que está inmerso los Martín Fierro y ahora vos también.

R.S: De hecho, lo dije muchas veces en mis videos e incluso también hablo un poco de eso en el show. Yo siento que nosotros estamos como todo el tiempo muy avergonzados de la farándula que tenemos, nos gustaría tener un Hollywood y la verdad es que no somos un país para tener los actores de Hollywood, somos un país para tener esta farándula, estos premios, estos presidentes de Aptra, y a mí no me avergüenza para nada, me parece bizarro, me gusta ese mundillo porque es muy real en un montón de cosas.
Es un evento que a mí me acompañó siempre y que yo siempre lo celebro y siempre digo que me encantaría ir, que uno de mis grandes sueños es ir al Martín Fierro, porque siento que también es la validación de la gente que trabaja en lo mismo que trabajas vos, yo puedo respetarla más o menos, pero es la validación de tus pares, después uno verá qué rol desempeñan esos pares.

O.C: Entrando un poco en lo que vas a presentar en Córdoba el 29, ¿podes comentarnos sobre tu espectáculo y qué nos puedes decir si todo sale mal?

R.S: Bueno, el show es un espectáculo que aborda todo lo que estábamos hablando anteriormente. Este año cumpliré 36 años y la televisión ha sido parte fundamental de mi vida. Desde que nací hasta hoy, la televisión ha estado presente todo el tiempo. En mi casa, internet llegó tarde, los CD llegaron tarde y la televisión era nuestra conexión.
Somos de la generación que no vivió la era de internet, que experimentó un mundo más analógico, con un ritmo diferente y donde la televisión tenía una importancia significativa. Lo que más valoro de ese mundo televisivo que nos educó y acompañó durante nuestra infancia es que ofrecía un espacio para escapar de la realidad, momentos de disfrute en familia que hoy en día se han perdido. Sentarse a ver la televisión en casa con la familia era una experiencia muy propia de nuestra época y que también influía en nuestra forma de consumir contenido. La obra también busca recuperar ese valor de la televisión de los años 80 y 90, que nos unía a todos en una actividad común, algo que personalmente echo mucho de menos, incluso si era tan simple como ver la televisión.

O.C: Hablando de la televisión… Antes era una caja que nos educaba, ya sea para bien o para mal, pero transmitía un mensaje. Hoy en día, creo que la nueva caja educadora es el celular, internet, Instagram. ¿Consideras que esta es la nueva forma de educar a la gente? Antes, lo que decían Bernardo Neustadt, Lanata o Grondona era palabra sagrada. Se tenía la idea de que aquellos que aparecían en la televisión eran eruditos. Hoy en día, Instagram se ha democratizado tanto que mucha gente piensa que cualquiera puede aparecer en él, hablar sin conocimiento y educar o influir en otros.

R.S: Creo que la palabra se ha democratizado mucho, lo cual era necesario porque existía una brecha demasiado amplia entre aquellos que tenían el monopolio de la palabra y aquellos que intentaban comenzar. Sin embargo, esta democratización ha llevado a la falta de credenciales. Ya no importa lo que hayas estudiado, si te has formado o investigado un tema; si tienes muchos seguidores en Instagram, tu palabra tiene valor. Aunque entiendo el concepto de la circulación de la palabra y la democratización, en este aspecto me siento un poco más conservadora. Creo que hay ciertas cosas que uno debe saber antes de expresarlas. Por ejemplo, en mis videos de humor donde resumo documentales, a veces veo mucha improvisación simplemente por tener carisma.

Cualquiera que tenga facilidad de palabra puede hablar en las redes sociales, y no estoy completamente de acuerdo con eso. Echo de menos un poco la forma en que se manejaba la televisión en ese sentido. Por ejemplo, soy profesora de historia y esa formación también se refleja en mi trabajo. A veces, al hablar de historia en el programa con Beto, recibo comentarios de personas que no son profesionales o no han estudiado historia, corrigiéndome incorrectamente. Recientemente tuve un intercambio en Instagram con alguien que discutía que la segunda invasión de Buenos Aires fue comandada por Pedro de Mendoza, cuando en realidad comandó la primera. Es algo tan simple como buscar en Google, pero él me discutía citando a un influencer.

Creo que con tanta información circulando, es difícil saber en quién confiar. Aún hoy, las personas de mi generación, y probablemente también la tuya, cuando se trata de temas serios, buscamos validación de alguien que realmente sabe del tema. Personalmente, suelo recurrir a fuentes tradicionales como la televisión o la radio para temas importantes. Aunque entiendo la importancia de la democratización de la palabra, sigo creyendo en la necesidad de cierto conocimiento y credibilidad al expresar opiniones. Si bien me hice famosa en las redes sociales, hay muchas cosas que aún desconozco. Si yo pude alcanzar la fama en las redes sociales, cualquiera puede hacerlo.

O.C: Pensando en que venís del mundo de las redes de alguna manera, ¿crees que hay una generación donde el humor está más presente que antes, especialmente en las redes? Pienso en vos, en Julián Kartun, Blender, entre otros.

R.S: Sí, creo que hay un tipo de humor más presente, un humor más de resistencia. Si lo pensas, nuestra generación ha enfrentado muchas crisis. Tenía 12 años durante la crisis del 2001, y eso también lo menciono en la obra. A esa edad, salir al mundo en ese contexto de país y realidad que uno veía, había pocas formas de sobrevivir. Creo que somos una generación que utiliza mucho el humor para superar pequeños traumas que hemos experimentado a lo largo de nuestra vida. Siento que hay algo en el humor que nos une, un humor incluso más pesimista, más ridículo, con cierta ridiculez que considero muy noble. Consumo el trabajo de Julián, me encanta lo que hacen los chicos de Blender, creo que han logrado crear un buen espacio para los jóvenes.

O.C: ¿Se puede educar a través del humor?

R.S: No estoy segura de si se puede educar, creo que es difícil hacer humor sin transmitir algún tipo de mensaje. Yo, a mi manera, lo hago. Creo que la diferencia radica en aquellos que lo hacen de forma explícita y aquellos que pueden hacerlo con creatividad para evitar caer en lo común. Personalmente, hago humor desde mis pensamientos y posiciones, y creo que las personas que mencionamos, como Julián Kartún y los chicos de Blenders, son individuos que están fuera de toda problemática. Lo que sí creo, y al menos es mi desafío, es que si alguien realmente quiere encontrar algo en mi humor, debería leer entre líneas, hacer ese esfuerzo.

Me gusta el humor que está un poco más elaborado. Disfruto hacer un video donde puedas entender lo que estoy tratando de decirte de forma indirecta. Ese proceso es lo que más disfruto y me gusta del humor. Me gusta el chiste, y no negar que el chiste oculta cosas y comunica mensajes que no se dicen explícitamente.

O.C: Me viene a la mente Salsa Criolla con Enrique Pinti…

R.S: También está Tato Bores. En algún momento, parece que si los artistas se expresan políticamente de alguna manera, inevitablemente son etiquetados según la fuerza de su postura. Personalmente, considero que es muy peligroso y una actitud tonta, ya que todos tenemos una ideología y lo que nos diferencia es el nivel de compromiso con esa realidad. No soy alguien que viva ajeno a los problemas económicos o desconectada de la realidad. Pretender hacer un espectáculo desde una posición de «soy limpia ideológicamente» no es real, siempre hay algo detrás. Por supuesto, valoro a los grandes artistas de este país que hablaban de política y hacían humor político, ya que es una forma de procesar la realidad.

O.C: ¿No es una forma de banalizar la política al escuchar a personas gritando en programas políticos, similar a lo que solían ser los programas de chismes?

R.S: Mantengo esta reflexión en mis transmisiones en vivo. Creo que lo políticamente correcto ha cambiado tanto de bando que ha arruinado la televisión. Ahora, ves un programa de análisis político y es lo más parecido a los programas de chismes de mi época. El intrusismo de Ventura, Rial, Marcelo Tauro se ha trasladado a los programas políticos. Hoy en día, un programa de entretenimiento que debería ser una especie de escape mental se convierte en un espacio lleno de mensajes políticos. Ya no hay diversión ni entretenimiento.

Por otro lado, los programas de análisis político que deberían ser rigurosos y profundos se convierten en un espectáculo de personas gritándose entre sí, defendiendo posturas opuestas sin llegar a ninguna conclusión. Necesitamos que el sentido común regrese a su lugar. Se ha trivializado todo, incluso el deporte, donde los programas son solo gritos. Antes, eso era parte del entretenimiento, algo que consumíamos para relajarnos antes de volver a nuestras responsabilidades diarias.

O.C: Ahora todo es muy solemne en los programas de espectáculo. La farandulización se ha vuelto algo serio. A veces, lo político se ha convertido un poco en farándula…

R.S: Totalmente de acuerdo. Personalmente, con los programas de espectáculos, intento encontrar algo interesante. Comencé haciendo comentarios sobre temas del espectáculo que surgían, pero tuve que cambiar el contenido porque no había nada relevante para comentar. No había chismes elaborados para contar. No me interesa saber con quién está saliendo tal persona famosa, lo que me interesa es el arte del chisme. Esa sensación cuando un periodista de espectáculos te cuenta un chisme, crea una incógnita, añade música tensa, y te revela un dato que a nadie le importa, pero para ellos es significativo. Me interesa el mundo del espectáculo, no los chismes personales. Eso ya no existe.

El año pasado, hice muchos videos en esa sección hablando de política, como lo de Insaurralde o el final de la campaña presidencial, que fue una locura. Estuvieras en el bando que estuvieras, sentías como si estuvieras viviendo en un universo paralelo, con situaciones absurdas. Terminé haciendo humor sobre eso, ya que no había chismes ni nada entretenido. En mi espacio en internet, invito a la gente a reírse y a pensar en cosas que no importan. Creo que es necesario tener momentos en los que los seres humanos piensen en cosas triviales, ya que no se puede vivir bajo presión todo el tiempo.

O.C: También es un momento en el que los políticos se involucran en el mundo de la farándula, a menudo publicando en redes sociales o interactuando con ciertas personalidades…

R.S: Sí, creo que tiene que ver con la influencia de las redes sociales, la facilidad de crear memes, de volverse viral. Personalmente, considero que es muy peligroso. Por eso, defiendo firmemente que la diversión y ese tipo de lenguaje deben mantenerse en su lugar. No importa si alguien se convierte en meme por algo, nos reímos todos, está bien. Incluso puede beneficiar a la persona en cuestión. Sin embargo, cuando los líderes políticos adoptan un tono meme, la situación se complica, ya que necesitamos que sepan cómo liderar un país. Es como si dijera: «El cardiólogo más popular va a operarme a corazón abierto». No me importa si es popular, quiero saber si puede salvarme la vida.

Las redes sociales han creado esta dinámica en la que el mensaje debe ser breve y llamativo. Esto puede ser un problema, ya que me resulta difícil adaptarme a ello. Salí de las redes sociales, pero si ves mis videos en YouTube, los más cortos duran una hora, incluso dos. Hablo con personas que aún tienen la paciencia de escuchar. Ahora veo a los jóvenes, incluso cuando daba clases, que no ven videos de dos minutos porque TikTok tiene videos de un minuto. Hay una obsesión por ser breve y llamativo, lo que genera enojo constante en las interacciones. Las redes pueden ser hostiles también, y personalmente no puedo vivir en un entorno hostil. Me enorgullece la comunidad que hemos creado en mis redes, donde nos tratamos con respeto y generamos debates constructivos. Es un refugio en internet difícil de encontrar, ya que la inmediatez a menudo genera enojo constante.

O.C: También hay una cuestión de encasillamiento muchas veces…

R.S: Porque hay una creencia de que las ideologías son rígidas, no hay espacio para un enfoque híbrido. No podes sentirte más cercano a cierto lugar y al mismo tiempo tener opiniones diferentes. Ya no existe esa flexibilidad. Es una dicotomía: o estás de un lado o del otro. Por eso, aunque haya salido de las redes sociales, me cuesta tanto adaptarme, porque no sé cómo vivir en ese lenguaje. Me sucede a menudo que, sin importar el tema del que hable, me etiquetan como la feminista. Si revisas mis redes, verás que no hablo constantemente sobre feminismo. Aunque me considere feminista, ejerzo el feminismo a mi manera. Por ejemplo, ocupando un lugar destacado en los medios y participando en programas como el de Beto Casella.

Creo que ganar espacios en los medios es una forma de hacer feminismo. Ejerzo el feminismo, no necesito dar lecciones al respecto. Lo que me molesta es que me ataquen sin razón, que me etiqueten sin conocer mi contenido.

O.C: Recuerdo algunos de tus vídeos que me hicieron recordar el humor de Videomatch, como el de Pachu Peña, los hermanos Korol. Un humor que a veces era inocente y un poco tonto…

R.S: Exacto. El humor debe hacerte reír. A mí me divertía ese tipo de humor. Entiendo que ahora se valore más proponer un humor elaborado, al estilo Les Luthier. Pero a mí también me hace reír Pachu Peña. Me encantaba Videomatch. A pesar de las críticas del progresismo o el feminismo, sigo pensando que era un buen humor. Me divertía. Aún hoy, veo los poemas de José María en Videomatch y me río. También admiro los monólogos de Tato Bores y Enrique Pinti. Creo que somos una mezcla de todo eso. El programa SAP que conducía Polino con Guido Suller, Paulina, Adriana Aguirre, para mí no era de comedia, pero me hacía reír. Lo veía al llegar de la escuela.

O.C: ¿Hasta dónde se puede llegar con el humor? A menudo se cruza una línea al hacer humor…

R.S: Cada persona tiene sus propias reglas. Yo no tengo mala intención hacia nadie. Tengo límites, por ejemplo, no me meto con menores de edad o con los hijos de famosos. Si hago bromas, siempre es hacia arriba, no hacia abajo. Si hago comentarios picantes sobre alguien, esa persona debe estar por encima de mí, no por debajo. No me divierte el humor que ridiculiza a la gente en la calle. No me gusta porque desconoces la situación de esa persona. Si estás en los medios y te menciono, no te afectará. De hecho, he recibido mensajes de famosos a los que mencioné en mis videos y me agradecieron por hacerlos reír. No tengo malicia ni animosidad, creo que eso se nota. No busco ser viral por ser picante, prefiero que la gente me conozca por ser divertida, no por picante.

O.C: Recuerdo una entrevista en la que mencionabas el «síndrome del pobre» y el miedo a no saber cuánto durará todo esto. ¿Seguis teniendo ese miedo?

R.S: Hablé sobre el «síndrome del pobre» en una entrevista. Trabajé más de 15 años en empleos tradicionales. Cuando trabajas por cuenta propia, la incertidumbre es diferente. Si perdes un trabajo, perdes un sueldo. Es un cambio difícil, especialmente cuando haces lo que amas y consideras tu vocación. La validación es importante, y el miedo a que la gente deje de apreciarte es constante. Sin embargo, con el tiempo, he aprendido a confiar más en lo que hago. Si bien el miedo sigue presente, sé que si pierdo un trabajo, algo nuevo surgirá. Estoy más tranquila al respecto y confío en que, si he interesado a personas importantes para que me incluyan en sus programas, habrá más oportunidades. El «síndrome del pobre» tiene que ver con el miedo, algo común en el mundo artístico.
Temo que la gente deje de quererme, pero se va aliviando al ver el apoyo y como la gente me espera a la salida del teatro para saludarme.

O.C: Pienso en la posibilidad de abordar la mitología griega desde humor, como una forma de romper con la estructura educativa tradicional. Para muchos, un profesor de historia puede resultar aburrido. ¿Crees que falta humor en la forma de enseñar? ¿Podrían las clases ser más entretenidas?

R.S: Sin duda, sin duda. Durante mi tiempo como docente, siempre recibí una respuesta maravillosa por parte de los estudiantes. También entiendo, y esto es crucial, que cuando yo daba clases, ya estaba trabajando en radio y televisión. Enseñaba por la mañana después de salir de la radio, y tenía un solo curso, lo que me permitía dedicar toda mi atención a ese grupo. Podía diseñar actividades divertidas que captaran el interés de los alumnos. Entiendo que hoy en día, esa no es la realidad de la mayoría de los docentes en este país.

Otra Canción: ¿Para cerrar, qué planes tienes después de Córdoba?

R.S: Antes de Córdoba, tengo presentaciones en Lomas de Zamora el 28, en Córdoba el 29, y al día siguiente nos dirigimos a Santa Fe. Luego quedan algunas fechas en la Provincia de Buenos Aires y otras provincias que estamos organizando. Pronto habrá un estreno teatral en la Ciudad de Buenos Aires, y si todo va según lo planeado, en verano regresaremos a Córdoba y a otras provincias con un nuevo espectáculo.