La historia que dice que las segundas partes nunca fueron mejores sólo es aplicable a grandes primeros episodios. Nadie suele juzgar de esa manera cuando un debut mediocre aparece o se identifican inicios con poco vuelo. A los hermanos Valdes le puede haber caído sobre las espaldas el peso de un disco debut que revolucionó una parte de la escena musical de nuestro país y gracias al cual recorrieron buena parte de la Argentina llegando a formar parte del line up de festivales de la talla de Lollapalooza o Cosquín Rock. Digo «puede» porque nada de esa carga se identifica en su segundo material. O sí, una sólida base desde la cual solo apuestan a seguir creciendo.
«Gris» es un trabajo que parece haber nacido al calor de una de las fuentes inspiradoras más inagotables en la historia del universo: el desamor. A lo largo de ocho canciones, Pancho y Edu logran mantener los elementos fundamentales de su ADN estético para ponerlos al servicio de una canción, en principio más densa, que nunca abandona el pulso rítmico que caracteriza al dúo. Según el texto que promociona el material, el nombre de la placa nació a partir del juego «con la dualidad de sus personalidades, Gris es un punto en común entre dos polos aparentemente opuestos y una apuesta por descreer de los absolutismos«. El disco va pendulando entre esos matices a medida que los tracks se van sucediendo pero también propone ese juego al interior de algunas canciones en la que los climas conviven a la perfección. «Callar» había sido una buena muestra de ello. Con el material sobre la mesa, «Qué me está pasando» es quizás el mejor ejemplo.
Además de Edu y Pancho, el disco cuenta con la participación de Zoe Gotusso (la cantante de Salvapantallas pone su voz en «No sé») y L’Esec que compuso e interpretó junto al dúo el tema «Cerca», que cierra «Gris». Tomi Luján se hizo cargo de las baterías electrónicas y Hernán Segret grabó todos los bajos, excepto en «Qué me está pasando» donde su lugar fue ocupado por Rodrigo Lagos. A esa estructuran suman el rosarino Dani Pérez en teclados, Paco Leiva (cantante y guitarrista de Aloe) en guitarras y los aportes líricos de Juan Ingaramo e Ignacio Ruibal.
El disco que tuvo la producción conjunta de Valdes y Hernán Segret vuelve a abordar con maestría ese género al parecer tan poco explorado en Argentina como lo es la canción electrónica y la pone en diálogo con elementos más orgánicos que terminan dando forma al gris identitario con el que Valdes decide encarar esta segunda etapa de su camino.
Foto de portada: Antena Cultural