El músico murió en las primera horas de la jornada hoy.
El fin de semana, la imagen de Osqui Amante ocupó uno de los tantos momentos que centraron la atención en el Festival Cosquín Rock. Su presencia, sus palabras, parte de su historia se hicieron presente en la proyección de la película «Blues de los plomos», esa que toma el nombre del tema que su banda (la que había vuelto a compartir con Aníbal Forcada y Willy Campins) había hecho bandera en la primera parte de la década del ochenta. Apenas unas horas después de verlo allí, de encontrarlo en esa pantalla y sentir que los actos de justicia llegan siempre, nos amanecimos con que Osqui había partido.
Su figura, siempre estará emparentada con el trabajo a la par de la de León Gieco, con quien trabajó durante más de 35 años. Fue el sonidista de el grupo de laburo que se hizo cargo de la mítica gira «De Ushuaia a La Quiaca» junto a Forcada, Bebe Carrizo, Pito Alvarez y Conejo García, entre otros. En esa gira, recordó alguna vez Oski, se terminó de conformar el germen de Oveja Negra. “Todo el tiempo comíamos en las casas de la gente, siempre había un asado para agasajar a León y su equipo. Y teníamos un grupo paralelo para tocar en esos asados, un trío con León, Aníbal y yo; cantábamos a tres voces, teníamos un montón de temas. Y ese fue un poco el comienzo de Oveja Negra, porque cuando León paró de laburar en el ’82, le propuse a Aníbal que armáramos un trío. Le avisamos a Willy Campins, y ahí empezamos”.
Amante ya había formado parte, entre otros proyectos, del efímero grupo Soluna, comandado por Gustavo Santaolalla, que grabó un único disco en el año 1977. Pero el trío que lo tuvo como protagonista sobre el escenario debutó oficialmente en el Festival de La Falda de 1983 y tuvo una importante movilidad en la escena nacional durante los casi dos años que se mantuvo en actividad. En realidad, nunca se separaron, siempre se mantuvieron trabajando en el entorno Gieco hasta que decidieron volver en el año 2011. Podría decirse que la parábola de la vida del trío se cerraba de manera correcta y el recital de regreso a los escenarios los encontraba llenos de amigos y abrazos y con sus hijos (Julian Forcada, Tomas Amante y Uriel Tordó) como parte de la banda.
Las últimas horas de Oscar Amante no fueron cortas. Hace apenas un tiempo, nos pudimos enterar de que las cosas no estaban bien y, en un abrir y un cerra de ojos, nos cachetea su partida. Con Osqui se va un laburante, un gran profesional, un tipo fundamental en una parte muy importante de la historia de la música popular argentina y, también, quienes lo conocieron más a fondo tienen el placer de asegurarlo, se va un gran tipo. De esos que se extrañan desde temprano y se van a recordar siempre.