Martín Zariello explica el fin de la ilusión de 1988

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Desde Otra canción nos hemos planteado recomendarte algunos libros de esos que nos gustan leer y qué mejor forma de hacerlo que a través de una charla con sus autores. Tal como lo hicimos en la dos primeras entregas con » Días distintos» de Walter Lezacano» y «El año de Artaud, Rock y Politica» de Sergio Pujol; hoy hablamos con Martín Zarielllo sobre 1988 el fin de la ilusión.

El autor conocido oriundo de Mar del Plata conocido como el Il Corvino nos cuenta porque 1988 es el fin de una ilusión, marcada por diferentes hechos como la inminente caída de Raúl Alfonsín como simbolo de una democracia que tambaleaba. La visita de Sting, Tracy Champan en el marco del festival Amnesty Internacional con figuras locales como Charly García y León Gieco. Los dos alzamientos carapintadas, el asesinato de Alicia Muñoz en manos de Carlos Monzón. El mismo año el rock argentino sufría la perdida de Miguel Abuelo, Federico Moura y los redondos pasaban a la masividad. Mientras Fito Páez y Andrés Calamaro mostraban que podían ser grandes hacedores de canciones.

Otra Canción: El título 1988 el fin de la ilusión ya empieza marcando una postura. Además en 1988 tenías apenas 4 años. ¿Por qué crees que es el fin de la ilusión?
Martin Zariello: El título se vincula a la escena del rock argentino y a la coyuntura social de la época. Por un lado, en un año mueren Luca Prodan (en 1987), Miguel Abuelo y Federico Moura. La muerte de estos tres referentes impone un clima sombrío. Por otro lado, 1988 es un año en el que el sueño de la democracia alfonsinista comienza a desvanecerse: levantamientos carapintadas, los efectos simbólicos de las leyes de punto final y obediencia debida, cortes de luz, crisis económica. Esas dos cuestiones explican el fin de la ilusión, aunque por supuesto después vinieron otras ilusiones y espero que aparezca alguna ahora. 

O.C: ¿Podríamos decir que 1988 fue un año de quiebre en el rock argentino y que se empieza a profesionalizar más? Es el año del disco Invasión 88 (disco histórico de la escena punk), mientras los Cadillacs empiezan a pisar fuerte al igual que Los Pericos.
M.Z: En su momento, me parece, nadie vio a 1988 como un año de quiebre. Creo que se podría decir lo mismo de varios años de la década del 80, es algo así como el Siglo de Oro del rock argentino. En cuanto a la profesionalización, sí se puede decir que la experiencia de Soda Stereo grabando con Carlos Alomar en Nueva York y el concierto de Amnesty establecieron un estándar y un anhelo de internacionalismo (más allá de América Latina)

O.C: También hablas un poco sobre el apoyo que le dieron Charly y Spinetta a la candidatura de Eduardo Angeloz. Algo que, por ahí, los que son más jóvenes creerían imposible porque según algunos teóricos la escena artística siempre estuvo más cerca del pensamiento de Perón. Excepto claro está en la época de López Rega e Isabel Martínez. ¿Por qué crees que se dio eso?
M.Z: No podría asegurar que el rock argentino haya estado más cercano al peronismo, excepto algunas figuras que se reconocieron peronistas desde siempre, más bien te diría que el rock argentino se mantuvo bastante distante de la política entendida en términos partidarios. Leyendo revistas de la época para el libro, ese acercamiento de Charly, Spinetta y muchos otros artistas a la continuidad del radicalismo en el poder (incluso con un candidato como Angeloz, que tampoco garantizaba nada) se relacionaba más que a una cercanía con la UCR con que el último recuerdo del peronismo era el de las temporadas 74/75 y había temor a que vuelva eso. Lo que volvió finalmente fue otra cosa, sin Triple A ni censura, pero con consecuencias sociales evidentes.

O.C: Después de eso, vino el Buenos Aires Vivo del Gobierno de la Alianza y Música en el Salón Blanco durante el kirchnerismo. ¿Podemos decir que el 1988 fue el punto de partida para que los músicos empiecen a involucrarse más con los gobiernos y viceversa?
M.Z: No creo que si un músico toca en el marco de un recital organizado por el Estado se esté involucrando con el gobierno que organiza ese acto per sé; si después respalda esa participación con declaraciones a favor de un gobierno es otra cosa y está en su derecho. Sí se puede decir que el alfonsinismo es el primer gobierno que ve en el rock una cultura que puede ser institucionalizada y representativa de cierto sector de la sociedad (los jóvenes, para sintetizar).

O.C: En lo político entre el 1987 y 1990 hubo cuatro levantamientos militares. El primero en la Pascua de 1987, el de enero de 1988 en Monte Caseros, y el de Seineldin en 1990. En el medio, también sucedió el copamiento a La Tablada ¿Cómo crees que repercutió esto en el rock?
M.Z: Lo de la Tablada es diferente porque es el copamiento de un cuartel por el MST, movimiento de izquierda vinculado al ERP, pero sí entra en el marco de un contexto de violencia política, como si fueran las últimas esquirlas de los setenta. Un buen resumen de las repercusiones de los levantamientos carapintadas creo que está en “Nuestro amo juega al esclavo” y en el disco Nadie sale vivo de aquí.

O.C: Hay un capitulo que hablas de Spinetta y decís que el disco es una especie de spolier de la década del 90. ¿Por qué crees que fue un spolier?
M.Z: Creo que Spinetta siempre fue el mismo pero hay distintos períodos en su carrera. Me da la impresión de que Tester de Violencia inaugura un periodo de madurez y una postura de cierto alejamiento con respecto al establishment del rock, que se mantuvo hasta el final de su carrera.

O.C: Bueno, también sostenes que Tester Violencia es una declaración de principio. ¿Cuáles serían los principios que encontras en Spinetta?
M.Z: Creo que el principio fundamental es resguardar el hecho artístico de cualquier intervención que le sea ajena al artista (ya sea el marketing, el Mercado, las modas pasajeras, etc).

https://www.youtube.com/watch?v=6WTtHPyb3kg

O.C: Días atrás, leía un artículo que decía que Moura y Prodan intentaron romper o desmontar el mecanismo de la idolatría y tirar abajo los monumentos a la cultura o la idolatría. Y terminaba preguntándose si lo lograron o la muerte temprana los metió en ese engranaje que intentaron romper. ¿Vos que crees?
M.Z: Yo creo la muerte temprana los metió en ese engranaje, pero por supuesto eso no se les puede endilgar a ellos.

O.C: Al lado de Federico, tal como decís en el libro, siempre se mantuvo en secreto o por lo menos no se publicó nada sobre su vida personal con respecto al HIV. Algo que después no sucedió con Spinetta. ¿Qué crees que paso en el medio para que cambie esa forma ética?
M.Z: Creo que tiene que ver con que en ese momento el rock, a pesar de ser masivo, todavía no formaba parte de la cultura de una manera tan predominante como ahora. Los que sabían que Moura estaba enfermo respetaron la discreción porque de alguna manera eran parte del mismo ambiente. También se supo de la enfermedad de Spinetta y los periodistas de rock se mantuvieron callados. Quienes lo propagaron fueron medios sensacionalistas. Después hubo, creo, un corrimiento de límites con respecto a lo que se puede contar de la intimidad de los personajes públicos.  Lo de Spinetta pasó en una época en la que la vida privada ya empezaba a esfumarse.

O.C: Para terminar. El libro termina con Un baion para el ojo idiota de los redondos, en el momento en que empiezan a dejar atrás los pubs y empiezan a copar los estadios. A su vez empiezan los sociólogos o la gente ligada a la academia a estudiar el fenómeno. Hoy si nos ponemos cada vez suele haber más libros que trataran el rock con una mirada sociológica o filosófica, sobre todo respecto a esa obra en particular ¿Crees que ellos abrieron la puerta a que los académicos, por decirlo de alguna forma, empiecen a ver el rock y la música de otra forma?
M.Z: Creo que el rock siempre fue analizado desde una mirada sociológica, porque es, además de un género musical, una cultura. En el caso de Los Redondos creo que el acento estuvo puesto más en el fenómeno social que en lo musical. Y en cierto punto es entendible por la cantidad de público que los iba a ver en el contexto de una década como la de los noventa, en la que diferentes factores llevaron a que el rock acaparara buena parte de las pulsiones que podría haber recogido la política.