Ramiro González y Lucas Heredia muestran sus canciones comunes

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Dos referentes del nuevo cancionero popular se juntan nuevamente para presentar su espectáculo «Canciones Comunes». La cita es el Sábado 22 de Junio a las 21:00 en el Centro Cultural Córdoba.

El encuentro entre el cordobés Lucas Heredia y el riojano Ramiro González lleva varios capítulos, desde invitaciones de parte del codobé en el ciclo en el país de la canción. Mientras que el riojano hizo lo mismo en el festival de Cosquín. Lugar donde realizaron una recordada interpretación del poema de Armando Tejada Gómez «Hay un niño de la calle».
Los encuentros en los distintos escenarios son los que le dan forma a la amistad que desde hace un tiempo decidieron trasladarlo al escenario.
Canciones comunes plantea una recreación conjunta de sus repertorio solistas, como así también reversionar a compositores que los influenciaron como Ramón Navarro o Violeta Parra.

A días de su presentación en Córdoba hablamos con ellos:
Otra Canción: Este proyecto de desandar el cancionero tanto propio como el de los grandes autores ya tiene un buen camino recorrido. ¿Cómo surge la idea de juntarse y qué punto creen que los une?
Ramiro González: si bien hace rato veníamos compartiendo canciones, solía ser como invitados en parte de los shows de alguno de nosotros, yo como invitado en un show de Lucas haciendo una o dos canciones junto a él, o Lucas cómo invitado mío, pero nunca había sido un show completo pensado por ambos; considero que el hecho en sí de convidarnos a compartir implica que existe una conexión, un punto de encuentro que nos hermana artísticamente, entonces surge de esa conexión la necesidad de compartir con nuestro público es felicidad que nos da esa convergencia en un modo de pensar y de sentir, no solo nuestras canciones y el modo en que nos atraviesan y conmueven mutuamente, sino también las canciones de grandes autores en las que coincidimos, nos emocionan, con las cuales nos sentimos representados humana y artísticamente.

Lucas Heredia: Primero que nada creo que existe una coincidencia humana profunda y verdadera que nos convoca. Luego de eso todo es fluir desde ese lugar. Creo que si yo hubiese nacido en la Rioja seguro que vivíamos en el mismo barrio de certezas que el Rama. Cuando uno canta suena en la garganta la historia de cada uno y nos vamos reconociendo en la resonancia musical, que fue decantando por coincidir en esta escena y en un montón de guitarreadas como abrazos. Personalmente tengo una profunda admiración por el trabajo de Ramiro. Nos conocimos tocando en un encuentro armado por el querido Mario Díaz, y de ahí nos hemos andando siguiendo hasta esta amistad que tiene ya unos años. Queríamos celebrar este encuentro como prueba de que tarde o temprano el río de las búsquedas comunes nos amontonan y nos dan prueba de que la soledad es una ilusión y que la fe de estas músicas y palabras es la realidad que hace andar los días

O.C: Creo que está claro que la idea de juntarse se dio naturalmente y de alguna forma por las ganas de compartir. Pero me imagino que a la hora de armar el show deben plantearse que aporte puede hacerle uno a la música del otro… ¿Qué creen que le aporta el uno al otro?
R.G: ¿Sabes que no? O por lo menos no concientemente, creo que está más relacionado con una interpretación afectiva de la obra del otro que con cualquier tipo de aporte técnico o instrumental, obviamente que hay cuestiones de carácter interpretativo que se manifiestan desde nuestra identidad musical, pero creo que en ningún momento fue pensado desde el lugar de hacer un aporte, sino lisa y llanamente de esa necesidad de compartir como un acto amoroso entre dos personas que se admiran y comparten muchas otras cosas de la vida como hermanos del camino que somos.

L.H: Es una sinergia la que se crea cuando estamos tocando. Cualquier músico sabe que los encuentros si son verdaderos es porque hay resonancia, coincidencia tácita en lo que la espontaneidad va proponiendo. Somos muy respetuosos del lugar que cada uno habita para decir, y si bien en el trabajo vamos laburando para pulir ese lugar, las cosas salen de memoria, como terminando la oración que el otro dijo sabiendo esa verdad desde siempre.


O.C: Son dos músicos que están constantemente viajando y compartiendo escenarios con otros artistas… ¿Cómo ven el panorama cultural, sobre todo musical hoy? 
R.G: yo lo veo como en un cambio constante, pese a que hay ciertas estructuras estancias que subsisten socialmente como enquistadas, y posiblemente tengan que ver con modelos impuestos desde la industria, lo cual considero bastante complejo de explicar. Por suerte, en algunos casos para bien y en otros para mal, las nuevas tecnologías y formas de la comunicación hacen posible que muchos fenómenos artísticos que antes estaban invisibilizados por la maquinaria mediática, ahora consigan cierta masividad gracias al streaming y a esa maravillosa libertad que genera la libre demanda, creo que eso ha hecho un aporte increíble a la difusión del arte independiente y autogestionado. Me ha sucedido para mí sorpresa, llegar a una ciudad a la cual nunca fui y que durante todo un concierto la gente coree mis canciones, algo que antes era impensado.

L.H:  Creo que la escena independiente, que es de la que puedo hablar por la tengo cerca, está en un momento inmenso en Córdoba y la Argentina en general, como contrapeso de una momento que parece llevarse puesto cualquier atisbo de humanidad. Cada vez mas madura y diversa viene sonando y diciendo cada vez con mas claridad cual es el lugar que se viene y se piensa a si mismo con todos adentro. Hace tiempo que viene sucediendo fundamentalmente una escena de la canción que poco a poco tiene conciencia de si misma y va ocupando los lugares del decir como mas simbiosis con el público, nombrando verdades compartidas que dan entidad y posibilidad de subsistencia a quienes formamos parte de ella. De solo pensar que viene sobreviviendo a una crisis tremenda, contraatacando con mas discos y propuestas, habla de que ya tiene un peso específico que trasciende coyunturas y modas.

O.C: Pienso en esté dúo y me atrevería a decir que comparten algo más que las ganas de cantar. Tienen un compromiso social y político al que no le esquivan… ¿En momentos como los que vivimos que tan importante es unirse para dar un mensaje?
R.G:
supongo que lo del compromiso es una de las razones por las cuales somos amigos, nos sentimos hermanos y tenemos largas charlas y debates sobre distintos aspectos, charlas de tinte político, social, espiritual, filosófico, artístico, etc. También es la razón por la cual venimos pensando un par de proyectos a futuro, que entendemos van a ser nuestro modo de plantear bandera desde lo artístico.
Creemos que es importantísimo dejar sentado un posicionamiento, no sé si desde un lugar de resistencia, pero definitivamente bien lejos de los egos, abriendo la cancha a otras manifestaciones artísticas y humanas, el mensaje viene por ahí, por respetar la diversidad como algo necesario para nuestro crecimiento como sociedad, el compromiso con nuestro trabajo y nuestra condición humana antes que con el ego de lo netamente comercial, que está ligado a la búsqueda de cierta masividad cuyo fin es más económico que otra cosa.

L.H: Uf!!! Si hablaremos de eso con el Ramiro. Pienso siempre que quienes para escriben y cantan, la palabra que anda dando vueltas por el aire (dependiendo de la sensibilidad con la que se la espera y nombre) es una verdad que nos excede y en el acto de compromiso con ser un medio de esa voz colectiva está la clave de ocupar el lugar que nos toca. Uno debe estar comprometido con ser lugar de tránsito fluido de esa necesidad de decir de su tiempo, desde el lugar que le toca claro. Uno debe estar comprometido con el momento de la historia que le toca, el sentimiento profundo de su tierra y de su pueblo, como banderas fundamentales de las razones que sostienen su canto. A veces no es fácil lograr ese lugar virtuoso en una canción pero el esfuerzo por intentarlo debe ser inclaudicable. Algunos prefieren cantar aquello que les de mas rédito sin posicionarse, para quedar bien con el todos. Eso es una mentira que fracasa ante la primera luz de una voz bien plantada en sus convicciones. Creo que somos parte de quienes creen las canciones hacen y transforman las almas de quienes las dejan ser parte de su cotidaneidad y sus fuerzas. Y en este momento hacen falta. En un tiempo sabremos si las que hicimos lograron responder a esa necesidad.

O.C: Tengo entendido que vienen trabajando en algunas canciones nuevas que compusieron juntos ¿hay planes de verlas en algún momento grabadas en algún trabajo a dúo y por qué no pensar en alguna presentación por festivales?
R.G:
ya hay una canción y varias ideas dando vueltas, dos proyectos diferentes, además de Cancioneros Comunes, que estamos trabajando de a poco y sin apuro, un poco condicionados por nuestras actividades individuales. Seguramente vamos a dejar un registro en algún momento. Lo seguro es que lo nuestro es una relación de hermandad mas que cualquier otra cosa y por lo tanto lo artístico está presente siempre, porque es parte de nuestras vidas, la música es una celebración, acompaña las celebraciones, las reuniones familiares y de amigos, en nuestro caso es además nuestro trabajo, un trabajo hermoso al que amamos, lo cual hace doblemente placentero juntarnos.

L.H: Estamos meta laburar en un par de proyectos. Ahora con algunas canciones compuestas en conjunto, que si bien no tienen forma de disco aún, no me queda ninguna duda que es cuestión de tiempo que así sea. También una obra conceptual multidisciplinaria y que se yo cuantas puertas venimos abriendo. Si vieras lo que son las charlas que tenemos, hasta un libro podríamos sacar.

O.C: Este show sino me equivocó además de cantar canciones que les pertenecen a los dos también interpretan clásicos de nuestro cancionero. Algo que diría es raro en vos teniendo que sos de defender tus propias canciones a diferencia de Lucas que además de interpretar sus propias canciones aborda también parte del cancionero latinoamericano. ¿Qué fue lo que te hizo pararte en este proyecto más en el papel de intérprete? 
R.G:
Justamente eso, llevar tantos años interpretando mis propias canciones para poder difundirlas, me hizo alejarme de la interpretación en los escenarios. Unos de mis dilemas siempre fue ¿Si no interpreto y difundo yo mis canciones quien lo hace? Por eso empecé a cantar en público, yo soy bastante tímido, cuando era más chico me gustaba encerrarme y sacar las canciones que me gustaban, a veces las cantaba en reuniones familiares o con amigos, hasta que empecé a querer contar lo que sentía desde mi propia perspectiva y hacer mis propias canciones. Ahora que ya estoy más grande, que tengo cuero reconocimiento como compositor, ese dilema no me preocupa, creo que de alguna forma estoy volviendo a ser niño y cantar canciones que me conmueven de otra gente, me pasa con las de Lucas y con las de las autoras y autores que elegimos para este espectáculo

O.C: En tu caso es más común verte interpretando canciones de otros. Un ejemplo es el espectáculo «lo mínimo indispensable», donde tiene un lugar importante la faceta de interprete… ¿Más allá de que te guste una canción hay algo que te lleve a elegirlas? 
L.H: Creo que en cada canción hay una síntesis del lugar desde donde vino a existir al mundo. Al cantarla me asomo a ese territorio y veo si tengo algo mío que dialogue con eso para darle vida y traerla hacia este momento. Es muy complejo ese proceso y tiene muchas formas de sucederse. Pero al cantarlas se en una certeza sin palabras si existe esa coincidencia o no. A veces me aferro a aquellas canciones que nombran el país que imagino cuando escribo las mías, como fundando mi fe de hay una patria invisible que se va tirando pistas para encontrarse y constituirse hacia la realidad. Entonces cuando escucho alguna de esas obras siento que ya es mía porque esta hecha de la misma sustancia de mis banderas.

O.C: Algo que nos puedan adelantar de lo que veremos el sábado en el Centro Cultural Córdoba?
L.H: Las veces que nos juntamos se arma una magia difícil de explicar pero que tiene la entidad de ritual. Así, en formato acústico vamos andando como saltimbanquis entre instrumentos, tejiendo un paisaje con canciones propias y prestadas que hablan entre sí como nosotros sobre el escenario. Suelen ser shows interminables, que tienen momentos consensuados y ensayados pero que también dejamos abierto con un extenso repertorio a disposición de que vaya hacia donde la respiración convoque. Una acto de vida en música que celebra la espontaneidad y la presencia de manera irrepetible entre nosotros y el público. Como en las guitarreadas en casa, como hacen los cancioneros comunes de cualquier sobremesa, para completar lo simple del alimento diario con una magia de existir en músicas y poesías.