De a pie presenta «Barro»

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De a pie es e nombre de la banda de folclore latinoamericano con influencias del jazz y el rock nacida en el 2014 en la ciudad de Córdoba. Actualmente se encuentra formada por Giulia Gaia Delfini (voz), Tabaré Ríos (guitarra), Natalia Terán (flauta traversa y coros), Hisham Chaijale (batería) y Octavio Vidal (bajo). La banda se caracteriza por una fuerte búsqueda que comienza desde el situarse como latinoamericanos y reconocer la diversidad cultural del continente para construir sus letras, que son el reflejo del pensamiento y la vivencia de lo que ellos viven día a día. A pocos días de la presentación de la presentación de «Barro» hablamos con Giulia Gaia Delfini y Tabaré Rios:

Otra Canción: ¿Cómo nace el proyecto y de donde viene el nombre del grupo?
Giulia Gaia Delfini: Este proyecto tiene sus comienzos en el año 2015 y nace de la intención de armar, junto a otres, canciones que venían resonando en dos de sus integrantes, que éramos Tabaré y yo. La causalidad fue hilvanando este grupo de gente y hoy somos De a pie. Juntes encarnamos la música componiendo y explorando en un recorrido por los ritmos de América Latina y el mundo, siempre desde una perspectiva surcada por nuestra realidad y el paisaje de ciudad que nos rodea. El nombre es un concepto al que le atribuimos el ritmo natural de las cosas, fue un nombre que nos modifico y de cierta manera fue conformando nuestra identidad. De a pie nos vino a decir que en este tiempo tan acelerado de las ciudades hay que tener un momento para pensar y cuando caminamos es una buena oportunidad para pensar y pensarnos. Ni hablar de cuando los pies tocan el barro, podría decirse que entramos en otro lapso, el de dejarnos estar, el de las plantas. Somos todo el ruido de la ciudad, pero tenemos una memoria ancestral inherente a nuestra condición de humanos, andamos de a pie y siempre vamos a retornar a esa memoria de los pies sobre la tierra, siempre va a ganar la voluntad del suelo.

O.C: ¿Porque decidieron ponerle «Barro» a este primer disco? 
G.D: «Barro» viene porque nos sentimos un poco esa mezcla que sugiere este paisaje. Andamos siempre por el asfalto pero un pie se nos mete en el barro” dice Rodolfo Kush en uno de sus textos y un poco así es como llegamos a empaparnos de la cultura más profunda de nuestra América, porque un día, caminando por alguna calle cualquiera un pie se nos metió en el barro. Y el barro son todas esas personas, esos encuentros, esos rasgos culturales ligados a la idea de la comunidad, ligados a la idea de una cultura o una contracultura que resiste a toda adversidad y que resiste bailando, comiendo un plato calentito de comida, en una guitarreada, en una peña, en una marcha, donde surja esta memoria de que somos con otres y donde nos sintamos parte, sino el mismísimo barro.

O.C: Según tengo entendido se clasifican como una banda de folclore latinoamericano, pensando que nuestro continente tiene una gran variedad de ritmos y mixturas. Algo que se nota en canciones como «Mi Viejo Invierno» que empieza con un aire de tango o «Chacarera de los pies». En «Ruidos y nauseas», en cambio, tienen un tinte más roquero. ¿Cuáles son las influencias del grupo? ¿Quiénes son los que componen y como es el proceso?
G.D:
 La banda tiene una búsqueda estética y política ligada a la identidad latinoamericana, y lo hacemos parándonos desde una poética que sueña, reclama e imagina nuevas posibilidades. En lo que respecta a lo musical, podría decirse que es resultado  de un conglomerado de ritmos y estilos donde prima el folclore de nuestro continente, pero también podemos encontrar ritmos de Oriente, la fuerza del rock o la cadencia del Jazz. El proceso compositivo siempre surge de alguna letra o algún esbozo de canción de traemos yo o Tabaré y a partir de ese disparador comienza un trabajo de composición colectivo y muy rico, ya que cada une trae preferencias musicales diversas que no hacen mas que enriquecer el resultado final de cada canción.

O.C: Hay una canción que me llamó mucho la atención por la melodía y la letra: “Casa del Viento”. La canción habla un poco de la importancia del silencio y el resabio que llega a la ciudad. ¿Cómo surge la canción y que importancia tiene para ustedes esta idea de escuchar el silencio?
G.D: «Casa del viento» es un retrato de Raúl Percal y su compañera Rufina. Raúl era un soñador, “un loco” un bufón, un viejo sabio de Humahuaca, que abrió una comunidad anarquista ambulante como él le decía o la Huayra Huasy que es «Casa del viento» en Quechua. Ellxs fallecieron años después de haberlxs conocido y fueron de los primeros encuentros por lo menos para mi con otras formas de organización, de existencia, una gran inspiración y esa reivindicación del silencio es lo que te enseñan los cerros del norte, hay tantos mensajes para leer en esa naturaleza que no queda mas que silenciar el pensamiento y aprender de la observación de la inmensidad. «Casa del viento» es un retrato de esa experiencia y de un viaje al norte que a mí y a Tabaré nos encontró con una parte de nosotros que estaba dormida.

O.C: «Ruidos» parece ser un poco la contraposición…
G.D: «Ruidos» es de la ciudad, es la confusión y la alienación. Eso que somos mucha parte de nuestro tiempo, pegadxs al celular, corriendo de un lado para el otro, trabajando como esclavos, como decís… es esa contraposición al silencio y a la claridad, esa otra parte de nuestra identidad que convive, esas polaridades que pelean adentro de cada une.

O.C: Hay dos canciones más que me llamaron la atención tanto por las melodías como por sus letras una es “Mi viejo Invierno” y  “Manos” ¿Qué nos pueden contar de estas canciones?
G.D: «Manos» es una canción que surge como el retrato de una historia cercana, la historia de una prima a la que su madre la abandona de pequeña y se va con un circo que pasa por el pueblo, o mejor dicho la historia de esa mujer que decide irse. En «Manos», lejos de juzgarla, imaginé sus días, su realidad que era de extrema pobreza y de posibles violencias. Hoy con todas las posibilidades que tengo de elegir sobre mi vida y todas las que faltan conquistar, decidí ver a esa mujer, una mujercita muy joven, como alguien que simplemente quiso zafarse de un destino de esclavitud y miseria. Suena fuerte y es difícil posicionarse del lado del abandono, pero ver este lado de la historia puede abrirnos hacia reflexiones sobre las condiciones de desigualdad que siguen padeciendo las mujeres en todo el mundo y sobre la maternidad obligada que para muchas puede terminar siendo cárcel. Más adelante y cuando comenzó a florecer el movimiento ni una menos y a inundarse las calles de feminismo se le agrego a la canción “Son manos de mujeres, son mujeres y manos que van forjando la nueva historia” y es un final abierto porque estamos yendo y lo digo con mucha esperanza, estamos yendo hacia nuevos lugares de sensibilidad colectiva.

Tabaré: «Mi viejo invierno» retrata, en primera persona, la historia de un amigo de 13 años que trabaja en la calle limpiando vidrios y repartiendo tarjetas. Una noche lo encuentro en la misma esquina que trabaja todo el día bajo el sol, sentado mirando el cielo. Vinieron a mi cabeza todos los peros, hace frió, esta lloviznando, estas solo, lejos de la casa, ¿qué comiste?¿Porque estas acá todavía? Fue la única pregunta que me respondió: «Prefiero no volver a casa. Me quedo acá cuando se calla la calle, es el único momento que puedo mirar la luna sin que nadie me distraiga. Imagino cosas que me sacan de este mundo». Durante la grabación del tema sucedió algo interesante, la Gaia lo frasea diciendo “mi viejo invierno me muestra hoy lo que soy tan inquieta tan desarmable” transformándose en la protagonista, justo después dice “permítanme el recuerdo de todos los vencidos, que hoy son nosotros” entendiendo que él o la protagonista somos todes, podríamos ser todes. También este hecho muestra la importancia de que la música se reinvente se transforme tome de lo que sucede en las calles, o sea la calle misma. Como en este caso el lenguaje. Dice la letra, “aun quedan sentidos y no hombres fugaces” es una frase que dice de los olvidados por la historia, pero claramente no son solo hombres, sino mujeres, niñes, trans, originarios. Tal vez nombres o tal vez seres puedan renombrar esta frase.

O.C: Por último… ¿Hay algo que nos puedan adelantar de lo que veremos el Viernes en el Salón de Actos?
 Para la presentación de este sábado 20 de octubre se realizará una puesta, donde las canciones dialoguen con otras disciplinas como la danza y las artes visuales, logrando un recorrido conceptual desde el barro, el rito y la ancestralidad, a la ciudad y el ruido, estos opuestos que formulan nuestra identidad como banda y como latinoamericanxs. Para esto articulamos con Danza Munata + Pedro Rodriguez y Jose Pereyra que irán hilvanando las canciones en escenas performaticas desde la danza. También contamos con la presencia de musicxs invitadxs como Santiago Baravalle en piano, Marce Vicente en Violonchelo y un ensamble de percusión para ponerle condimento a las canciones. Una puesta multiciplinaria que no se pueden perder!