Cinco discos de agosto que tendrías que escuchar

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“Stéreoma” – Juanse
El disco de Juanse esta bueno si podemos leerlo en su contexto: el de un artista que parece intentar ocupar el lugar que ha logrado ganarse en la historia del Rock Argentino a pesar de no ser el mismo tipo que se lo ganó. Complejo, pero a la vez interesante. «Stéreoma» está plagado de guiños a etapas gloriosas de Los Ratones Paranoicos, de acertados y contagiosos riffs y melodías de prerocanrol bien tocado. Para intentar rememorar viejos laureles, es posible sobre profesionalismo y falte un poco de mugre. Los mundos se unifican y comparte escena con el Padre César y con el Pity Álvarez. No es un mal disco, tiene un puñado de muy buenas canciones y algunas apuestas interesantes («Ana y el sol» aparece como una grata sorpresa en medio del disco). Tampoco un mal Juanse, sigue demostrando efectividad a la hora de componer aunque las formas claramente han cambiado. 

«Clásico» – Hipnótica 
Cuatro años pasaron desde «Ese lugar imaginario», el disco de Hipnótica que antecede a «Clásico», editado al filo del cierre del agosto 2018. El segundo LP de Nahuel Barbero y Hernán Ortiz es un trabajo que se abraza con su nombre y lo resignifica como concepto de cara al futuro. Un disco plagado de canciones elevan el espíritu pop a su punto más alto y lo vuelcan sobre un tapiz sonoro en que la paleta de colores característicos de la generación de músicos de la que forman parte coquetea con pinceladas de bossa nova y nuevo R&B. Ambos músicos, que vuelven a brillar en el glorioso encuentro de sus armonías vocales, reconocen el papel fundamental de Santiago Beltramo, bajista de la banda y productor del disco, para un sonido final que abre una nueva etapa en el sonido de los Hipnótica. Uno que pretende poder perdurar por el resto de los tiempos.

«Nude» – Inés Estévez 
A la hora de escuchar música y jugar a dejarse sorprender, suele ser una buena idea darle la oportunidad a los outsiders que han demostrado coherencia y seriedad en la forma en que han emprendido sus trayectorias profesionales. Si nunca escuchaste a Inés Estéves, que gira desde hace unos tres años por escenarios rioplantenses, hacerlo a partir de la canciones de su disco debut es una excelente idea. «Nude» se compone con clásicos del jazz, a los que se suman la bossa nova, el soul y el blues que sirven para dar cuenta de una versatilidad interpretativa magistral por parte de Estévez que denota oído, escucha, formación y trabajo en sus justas dosis. Fue grabado en vivo junto a su banda Magic 3, compuesta por Mariano Agustoni, Ezequiel Dutil y Javier Martínez Vallejos y será presentado oficialmente el próximo 22 de Septiembre en el porteño ND/Ateneo.

«40 dibujos ahí en el piso» – Divididos
¿Vale una re-grabación? Claro que sí, sobre todo si se trata de una banda como Divididos. En esta titánica tarea de revivir cada uno de sus discos con su formación y sonido actual, el trío integrado por Ricardo Mollo y Diego Arnedo que hoy se completa con Catriel Ciavarella puso primera con la reedición de su primer disco, originalmente aparecido en el año 1989. ¿Qué es lo que resulta atractivo de una banda que se tributa a sí misma? Precisamente eso, porque con una maduración distinta, contextos sociales y tecnológicos diferentes y una trayectoria sobre los escenarios que suma tres décadas en el lomo, el saldo resulta muy interesante. Con sólo escuchar a Mollo cantando «Ligth my fire» de modo correcto basta para anotar poroto a favor de esta versión de «40 dibujos…» que además gana en arreglos (hay un mayor portagonismo del bajo, que se hace cargo de casi todos los espacios que Gillespi supo ocupar en el disco de 1989) suma en novedades (hay letra, y nueva, para «La foca» que ahora se llama «Caballos de la noche») y en luminosidad. No está de más recordar que Divididos nació como una banda heredera de la parte más oscura de la década del 80 y se fue dejando penetrar por el sol a medida que fueron pasando los años y los bateristas. 

«Lance» – Niños del cerro
Los chilenos acaban de lanzar un segundo disco que asfalta el trayecto que habían comenzado en su debut con el «Nonato coo» de 2015. Pulso pop bailable con un marcado protagonismo de las guitarras de Ignacio Catillo y Simón Campusano, que además pone voz a un repertorio jovial que invita a sumergirse en un mundo que unifica continentalmente a una nueva generación de músicos que propone abrazarse a la canción como razón para todo lo demás. En la banda que completan Felipe Villarubia, Diego Antiman y José Mazurett se cuelan sonidos de esencia latina e influencias noise que, en un segundo plano, enriquecen energeticamente al segundo disco de un quinteto chileno al que recomendamos prestar atención.