El juego de los espejos

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«Adstratos», es el nombre del nuevo disco de Guillermo Di Pietro. 

En tiempos en donde todo parece acelerarse, cuando las expresiones y los movimientos espasmódicos parecen destacarse por sobre el resto, cuando los bailes y el poder del cuerpo parece ser el lugar común de los gestos musicales, Guillermo Di Pietro invita a escuchar. No es poca cosa. En tiempos en los que la mayor parte de las cosas que se exigen llevan el mandato de la claridad y lo exprofeso, Di Pietro invita a descubrir. Un llamado de atención. A la atención. De la misma forma en que el cordobés lo propuso con sus variaciones sobre las obras de Luis Alberto Spinetta, Charly Garcìa y Fito Páez, el músico pone sus manos a la reinterpretación de obras cumbres de la música popular rioplatense y el resultado ya no sorprende. Aunque tampoco la escucha se naturaliza con facilidad. Es quizás esa, la parte más interesante del asunto. La postura del escucha obligado a rastrearse en la audición y a desglosar los sonidos que lo encontrar con la obra con la que, a priori, pensaba encontrarse.

No suele ser este un espacio en el que se comenten este tipo de expresiones. Lo sabemos y nos gusta evadirnos de nuestros propios mandatos cuando lo creemos necesario. Di Pietro es uno de esos casos. En «Adstratos», esa palabra que parece expresar nacimientos de nuevas maneras del decir, el pianista toma dos corrientes de la canción popular rioplatense y las rearma en sus propias formas. Así, en el disco, hablan Nebbia, Spinetta, Charly, Fito, Eduardo Mateo, los hermanos Fattorusso y Fernando Cabrera, pero a través del piano de Guillermo Di Pietro. Y viceversa. Di Pietro habla a través de ellos. «Guillermo ha encontrado formas nuevas de nombrar las cosas. Ése es su tesoro, ése es el juego que nos propone. Ha comprendido que lo que estas exquisitas canciones nos reclaman es una invitación a nombrarlas una vez más. Así sí se renuevan definitivamente los oídos y por lo tanto la vida misma» dice Liliana Herrero en el texto que acompaña a la edición del disco. Eso es.

Precisamente Liliana es una de las voces que aparece en un disco (y en una obra) en la que «la voz» se comprende desde dimensiones distintas. Hugo Fattorusso le pone voz y toca el acordeón en «Giros» de Fito Paez, Herrero se desagarra versionando a Charly García en «No soy un extraño» y Fernando Cabrera entona y arrastra como susurrando el «Tema de Pototo» de Luis Alberto Spinetta y Edelmiro Molinari. Todo hace al concepto general de «Adastros», otro disco en el que Di Pietro pone las canciones a su merced. Por suerte, para deleite de quienes terminamos por recibirlas.