Cosquin Rock 2014. Balance positivo.

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La edición 2014 del festival serrano da muestra de avances necesarios en el terreno del género en nuestro país. 

CR14Siempre es conveniente empezar por el principio y no divagar arrojando datos al azar, a montones y todos mezclados. Uno parte de ideas y concepciones previas y desde allí realiza el análisis de lo que observa. La presente edición del Festival Cosquin Rock comienza a saldar algunas de las cuentas pendientes que muchos reclamábamos desde hace un par de ediciones ya. Con una afluencia de público que se estipula en alrededor de las 120 mil tickets vendidos, el predio de Santa María de Punilla se convirtió en un espacio en el que los asistentes se convirtieron en andariegos permeables a la sorpresa. En curiosos que caminaron, hurgaron en los escenarios alternativos y se dejaron sorprender por los sonidos que coparon cada uno de los espacios de las hectáreas ubicadas en ese pedazo de bloque serrano convertido, desde hace un tiempo, en el campo cultural roquero más importantes del país.

Clima de época
En los dos escenarios principales, el establishment roquero argentino pudo dar muestra de su poderío en la escena actual. Salvo algunas excepciones (algunas por cuestiones contractuales, otras por sabidas posturas políticas e ideológicas) la plana mayor del rock argentino expresó gran parte de las razones que ubican a los artistas en ese pedestal que muchos auguran y pocos alcanzan. IKV, Charly García, Calle 13, Babasónicos y Ciro y los persas (en el escenario mayor) y Almafuerte, Viejas Locas y Nompalidece (en el temático) aparecen como lo más destacado en esta parte del análisis. No sólo por la performance y el desarrollo de sus repertorios, sino por la suerte que se han sabido construir y que les permitió aparecer como privilegiados en materia de tiempos y espacios (suerte que no corrieron otros artistas de similares trayectorias, estéticas y desarrollos). Nada nuevo en ese horizonte, repertorios sabidos, fórmulas seguras, cero riesgos. Y, más allá de algunas observaciones que puedan surgir, lo más lógico es que así sea.


La renovación necesaria
Se habló en la previa y se dijo en la primera parte de estas líneas. La presente edición del festival parece comenzar a dar pasos que, aunque necesarios y reclamados, venían brillando por su ausencia en ediciones pasadas. El paso en torno al lugar que ocupan las nuevas tendencias musicales, estéticas y poéticas se centraron en tres escenarios que convivieron alternativamente a lo largo del Cosquin Rock 2014. El domo auspiciado por Tarjeta Naranja y el Hangar (quizás, el más estrictamente roquero de los espacios) fueron copados por una nutrida parte del público, ávido de nuevas propuestas, hambriento de novedades y con la mirada puesta en el horizonte. Durante los tres días, sólo en el domo y en el hangar, se pudieron mostrar más de 60 bandas entre las que destacaron varias de las que, desde hace un tiempo hacen punta en nuestra ciudad alcanzando un importante reconocimiento a nivel país. París París Musique, Hipnótica, De la Rivera y un día perfecto para el pez banana, The Chicken Faces, Esteban Kábalin (que también presentó su flamante banda, Pésame, en otro de los escenarios montados en la carpa en la que se realizaban las fiestas alternativas al final de cada jornada) Los Cocaleros, Los Smoke Sellers, The Tristes, Anticasper, Segundo Nova, Numeral y Odoghan, por sólo nombrar algunos, fueron protagonistas de esa bocanada de aire fresco que no sólo se expresó en esos espacios, sino que también tuvo lugar en el escenario principal con el debut en el festival de Raly Barrionuevo. Un acierto de la producción del festival en ese sentido es abrir el campo a esas nuevas expresiones que, si bien no provienen desde el rock, se alimentan de él de manera permanente. Raly es la expresión más acabada de esa corriente, de la que ata al rock con las raíces más profundas de nuestra cultura popular (lazos que siempre existieron y que, por años, unos y otros se encargaron de negar, anclados en un equívoco sentido de pertenencia). Pero, vale decir, el cantante nacido en Frías (Santiago del Estero) no estuvo sólo en la expresión de ese perfil en el festival. Uno de los números más interesantes que se pudo ver durante el primer día estuvo acargo de los formoseños de Guauchos, que desde hace un tiempo comienzan a cosechar grandes elogios en su tarea de fusionar el rock y el pop con la música de raíz folclórica más tradicional de nuestro país. Estas actuaciones, en este festival de rock, no hacen más que trasparentar ese estilo que miles de jóvenes muchas veces festejan sin necesariamente ser conscientes del fenómeno, en los conciertos de bandas como Almafuerte y Divididos.

Guauchos actuando en el Domo.
Guauchos actuando en el Domo.

La historia presente
Es necesario también destacar la presencia de la reivindicación histórica que, según parece, Cosquin Rock ha tornado en costumbre durante las últimas ediciones. Historia que no sólo dice presente cuando se suben al escenario artistas como León Gieco, Charly García o Skay Beilinson, sino que se hace explícita con espacios y situaciones que se piensan y se orquestan en ese sentido. Fue la reunión de las tres cuartas partes de Serú Girán en la edición 2013, lo fueron el encuentro real entre Andrés Ciro y Micky Rodriguez, el virtual entre Charly y Nito y el tributo a Riff en este 2014. Pero también lo fueron en la presente edición la presentación de documentales que retratan diferentes momentos de la historia del movimiento en nuestro país, las conferencias y los encuentros que se dan, casi tan mágica como naturalmente, a lo largo de todas esas hectáreas que se ocupan durante el final del verano año tras año.


En síntesis, el balance es positivo. Porque Cosquin Rock ha avanzado, aunque sea un poco. En sus palabras finales, José Palazzo advirtió que la próxima edición tendrá características “históricas” y que el lugar continuará siendo el mismo. Habremos de esperar el momento para analizar si los gestos observados en este 2014 encuentran la posibilidad de profundizarse o si sólo hemos sido testigos de una brisa de esperanza que indica que todos los mundos que conforman el amplio abanico del rock argentino pueden convivir para así reproducirse y proyectarse al futuro.