30 DISCOS DE LOS DÍAS EN QUE VOLVIMOS A CANTAR. PARTE 7

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Otra Canción te propone recordar 30 discos del año en que los argentinos recuperamos la democracia. Semana a semana, recordaremos las pequeñas historias de aquellos grandes discos editados hace exactos 30 años.

LA DICHA EN MOVIMIENTO – LOS TWIST

Si hubo un disco rupturista en 1983, ese fue el que grabaron Los Twist gracias a la insistencia e intuición de Charly García. Antes de irse a Nueva York (a trabajar en lo que iba a ser «Clics Modernos») García metió a  Pipo Cipolatti, Daniel Melingo, Eduardo Cano, Fabiana Cantilo, «El Gonzo» Palacios y a Polo Corbella en los Estudios Panda y los hizo aprovechar unas horas que le habían sobrado y que, ya sabía, se iban a desperdiciar si nadie las aprovechaba. El resultado fue un disco grabado en tiempo record (29 horas) que marcó un antes y un después en la música argentina. La cabeza de Pipo Cipolatti (principalmente acompañada por el empuje creativo de Daniel Melingo) le cambió el chip a un rock argentino que, hasta ese momento y salvo honrosas excepciones, se comportaba como un pacato e intelectual hijo del bajón impuesto por la dictadura durante más de 7 años.

Cipolatti era un personaje casi narcótico a principios de los ochenta. De familia policial, las anécdotas lo ubican andando las noches en bares porteños con un manual de toxicología de la Policía Federal Argentina bajo el brazo, desde donde, cuenta la historia, surgió el nombre para el disco. “Buscamos la palabra cocaína y decía: Cocaína: Raviol. La dicha en movimiento”, contaba Melingo tras la aparición de ese trabajo que descolocaba a propios y ajenos a la hora de enteder las formas de pararse ante el mundo, de componer y crear un concepto artístico.

twist

 

Que Los Twist llegaron para desestructurar la canción pop en nuestro país no aparece como una novedad si uno lo analiza con la perspectiva del tiempo, pero la apuesta en aquellos años era aún más amplia. Todo lo que grupo rompía desde la estética, la puesta en escena, las declaraciones públicas, los shows y las canciones, era acompañado por construcciones inéditas hasta el momento. La ironía extrema era utilizada como estrategia para poner sobre el tapete cuestiones que tenían que ver con el pasado inmediato pero también para reivindicar una raíz de cultura popular autóctona que hasta ese momento se mantenía casi ausente dentro del rock argentino. Dos canciones aparecen como paradigmáticas en ese sentido en «La dicha en Movimiento». Una de ellas, es «25 estrellas de oro». Una oda a la culutura popular que en cuya letra dice: «Desde la cancha de Boca/ hasta el Luna Park/ la juventud va coreando/ al pedo, pero temprano./ Más vale pájaro en mano/ que idiota que no va a votar./ Ya está colmada la plaza/ no cabe ni un alfiler/ la bombonera está ardiendo/ y como dijo Sarmiento/ los Masones en bicicleta/ y los radicales a pie./ Ahí va con su motoneta/ y su gorrita color gris/ va a ver la ópera «Evita»/ y en el side-car van Los Twist./ Mi general, no se vaya./ Mi general ya se fue./ Nasi, naso, naso, naso naso/ se viene el cordonazo/ las botas a los cuarteles/y Juan Domingo al poder./Por ese gran argentino/ que supo conquistar/ a la gran masa del pueblo/ combatiendo al capital/ vamos de casa al trabajo/ y del trabajo al hogar./ Roma, Silvero, Marzolini/ Simeone, Rattín, Menéndez/ Rojas, Rojitas, Pianetti/ Alfonsín, Brizuela Méndez./ Veinticinco estrellas de oro/ compañeros al balcón/ en la calle un solo grito/ Los Twist, Gardel y Perón!»

Entre los 14 temas del disco, hay varios que hoy son considerados clásicos, muchos de ellos injustamente relegados a la categoría de bizarros y destinados al sub mundo de las fiestas entre cincuentos con corbatas en la cabeza. Allí estaban «Cleopatra, la reina del twist», «Jugando Hulla-Hulla», «S.O.S. sos una rica banana» o el voladísimo «Jabones flotadores». Pero en esas canciones, que entre otras cosas abrieron paso a la carrera de Fabiana Cantilo, se escondieron en un principio (y explotaron después) otras que, a partir del juego y la ironía, se refirieron a la argentina y los personajes que iban quedando atrás (o al menos es era la intención) en 1983. La referencia obligada es, aquí sin dudas, «Pensé que se trataba de cieguitos» pero también el tema que cerraba del disco, un minúsculo are 2×4 llamado «Mocasín».

 

PINTADA – EMILIO DEL GUERCIO

Siempre será dificl entender las razones por las cuales Emilio Del Guercio nunca continúo grabando discos después de su debut y despedida como solista, fechado en ese 1983 que hoy nos ocupa. «Pintada», es el resultado del proceso que se produce en la carrera de Emilio luego de la disolución de Aquelarre y el regreso a la Argentina. Del Guercio formó, en 1979, la banda La Eléctrica Rioplatense para la cual convocó a  Eduardo Rogatti, José Luis Colzani, Alfredo Desiata  y Edu Zvetelman. Con esa formación empezó a pulir un estilo relacionado con la canción popular del continente, mixturada por melodías y arreglos que, por esos años, eran muy comunes en fusión roquera nacional. Ahí había algo de jazz y una incipiente nueva forma de canción pop (presenta también, aunque en menor medida). Algunas de las canciones de Del Guercio nacidas en ese proceso pueden encontrarse en los discos que Almendra grabó en tiempos de su regreso. El vivo en Obras y «El valle interior».

Emilio Del Guercio

 

Con la producción de Edelmiro Molinari, Del Guercio se dedicó a trabajar las canciones de su disco solista en la calve que lo venía haciendo en la etapa previa al regreso del cuarteto que lo había presentado masivamente como artista. El resultado es una de las grandes joyas de la música argentina que, además, cuenta entre sus créditos con la participación de nombres de la talla de Luis Borda y «El Chango» Farías Gómez. Es un disco intimista, casi fogoneros, con vuelos poéticos altísimos y una gran factura interpretativa. «En Buenos Aires/ todo me duele,hasta el amor/ Todo es trabajo de pintor/ y en la pintada está mi rabia por venir./ Yo sé que el tiempo que pasa/ me cambiará./ Pero todo lo que fuí/ siempre vuelve a dar en mí,/ y a golpearme en esta sola soledad/ como el hacha da en el árbol,/ como el agua da en el mar…» dice Emilio en el tema que abre el disco («Trabajo de Pintor») una canción cargada de referencias al pasado, al exilio y los desafíos por venir.

Siete son las canciones que forman parte del disco, entre las más destacadas, también debemos señalar el bello «Para Darme» (dedicada a su madre), «Aroma del lugar» y «Polen»  (esta última,  junto con «Miénteme más, divino tesoro» señalan los rtimos más latinoamericanistas y danzarines del disco).