30 discos de los días en que volvimos a cantar. Parte 2

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Otra Canción te propone recordar 30 discos del año en que los argentinos recuperamos la democracia. Semana a semana, recordaremos las pequeñas historias de aquellos grandes discos editados hace exactos 30 años.

BAGLIETTO – JUAN CARLOS BAGLIETTO

El disco editado en 1983 por Juan Carlos Baglietto y su banda completa la trilogía inicial de aquel cancionero de trovadores rosarinos que trascendió a su propia historia marcando un quiebre en el cancionero roquero argentino para imponerse como marca registrada en la música popular de nuestro país. Baglietto repetía la receta que había probado con éxito en sus dos discos anteriores («Tiempos difíciles» y «Actuar para vivir», ambos de 1982): Fito Páez en teclados, Silvina Garré en coros, Rubén Goldín en guitarras y Sergio Saiz en bajo. El único cambio con repecto al quinteto original, lo representaba la presencia de Marco Pusineri que desde el trabajo anterior había ocupado el lugar de José Aguilera en la batería.

El disco, que se presentó con cinco llenos totales en el Teatro Astral de la Capital, conenía un puñado de canciones que inmediatamente iban a quedar en el imaginario colectivo. Otra vez, el intérprete ponía voz a sus coterráneos más celebrados. El trabajo arrancaba con la inmortal «El Témpano», de Adrían Abonizzio, un aire de chacarera que (interpretada a dúo con Silvina Garré) empezaba a marcar el espíritu de un disco que demostraba el cambió de ánimo y la decisión de romper con aquel aire bucólico con el que críticos y escuchas solían señalar a la troupe Baglietto a partir de sus años anteriores. «No te pares, no te mates. solo es una forma mas de demorarte«. El LP continúa con una canción de Fito Páez que la revista CantaRock calificó como una de las «mejores canciones escritas en los últimos años» y que, a partir de una frase de Joan Manuel Serrat desplegaba un mensaje cargado de desafíos propositivos, de gritos necesarios en medio de un panorama en que el gris comenzaba a colorearse. «Todavía me emocionan ciertas voces, todavía creo en mirar a los ojos. Todavía tengo en mente cambiar algo, todavía y a dios gracias todavía»

Juan Carlos Baglietto

 

Fito Páez y Adrían Abonizzio entragaron en «Baglietto», además, dos de las canciones más bellas de todo el repertorio de aquella camada de autores rosarinos. Dos personajes, dos formas de contar, dos caminos errantes que se festejan a partir del antiheroísmo característicos de aquellas estrofas. En «Historia de Mate Cosido», Abonizzio recoge en primera persona los últimos pensamientos de uno de los bandidos rurales más célebres del noroeste argentino. David Segundo Peralta, según cuenta la historia, robaba a las multinacionales para ayudar a los pobres. Aunque, claro está, el relato varía cuando se pone en la voz de aquellos que simplemente lo reconocían como «un delicuente común». El personaje retratado por Fito Páez no necesita reconocerse en siglos pasados ni en historias tan alejadas en el tiempo. Aquí, allá y en todas partes, esta especie de aire de reggae da lugar a la pendulante historia de un músico dueño de una bohemia rayana al reviente (como podía ser entendido «el reviente» por aquellos años) y que no pocos cayeron en la tenatación de relacionar con algunos nombres casi célebres de la historia roquera autóctona.

El disco se completaba con logradas versiones de grandes canciones de Jorge Fandermole («Jeremías»); dos canciones de melancolía romántica de fogón setentista con la firma de Alberto Callaci y Rafael Bielsa («Amor en otras palabras») y el poeta turco Nazım Hikmet («Un gigante de ojos azules»); y un tema de Chico Novarro que también, utilizando al metáfora zoológica, desafíaba los tiempos por venir: «(…) Caimos en la selva de marmol y miren que piadosas manos. Su aire esta viciado de humo y muerte y quien anticipiar puede su suerte. Volver a la naturaleza, seria su mayor riqueza. Alli podran amarse libremente y no hay ningun zoologico de gente. Cuidate hermano… yo no se cuando, pero ese dia, viene llegando»

 

LA MAÑANA SIGUIENTE – SILVINA GARRE

Debut solista de la cantante que había llegado como parte de la camada de músicos rosarinos que empezaron a escribir su historia grande de la mano de las canciones de Baglietto y que era reconocida por su participación enla canción «Era en Abril», del primer disco de los rosarinos anclados en Buenos Aires.

Silvina Garre

«La mañana siguiente» se nutrió del mismo néctar que la primera parte de la historia solista de Baglietto. Allí aparecían las plumas de Jorge Fandermole (“La canción del pinar”, “Los locos y los niños»), Fito Páez (“A quien sea mi hijo”, “Cada domingo”, “Patrón de identidades”) y Lalo de los Santos (“Vieja rata”), algunas, como «Canción del pinar» quedaron inmortalizadas por aquella interpretación original, más allá de las decenas de versiones posteriores.

El gran éxito del disco, sin emabrgo llegó de la mano de una canción de Xavier Patricio «El Gato» Pérez Álvarez. Un argentino radicado en España y convertido en referente de la rumba catalana. El tema «Se fuerza la máquina» es considerado uno de los más grandes éxitos de la historia de Silvina Garré, incluído muchas veces entre las canciones más importantes de aquellos primeros  años ochenta.

El disco conserva el aire melancólico característicos de los años de transición en el que los rosarinos fueron abanderados. Tal es la cosa que, tal vez, sea preciso señalar a «Patrón de identidades» como una de las composiciones más oscuras de Fito Páez, auqneu aquella primera etapa tuvo varios ejemplos de esa índole. Asi se entiende y se escucha en la estructura down de la canción que cierra «La mañana siguiente» en la que Silvina canta: «Caigo, me levanto y no espero. Cedo mi lugar, de acuerdo, cínico, enfermo. Comerás tu propio veneno, te fatigarán las manos de los que anulen las premisas de tu vientre intoxicado de tu noble estirpe y mientras tanto sonreiremos como idiotas aferrados a un patrón de identidades» y todo lo dicho queda un poco más claro.

En el disco aparecen perdedores urbanos, prostitutas y futuros padres que imponen la cuota de esperanza romática, casi como mensaje obligado para todos los nacimientos simbólicos y materiales de aquellos comienzos de época. Pero es necesario destacar que en este disco aparece la primera canción de Lalo De los Santos, la otra pata de los compositores rosarinos que, por diversos motivos, había quedado afuera de los créditos de la triada original de Juan carlos Baglietto, aunque su sello impregnaba, también, los temas del tridente Abonizzio, Fandermole, Paez. Lalo aportaba allí, un tema cargado de pataleo y rebeldía. «Aprovechando un tiempo de tormenta, sin que nos diéramos cuenta alguien desparramó veneno. Un gato autor del hecho se hizo fuerte asociándose a la muerte y dominó todo el terreno. Nos encerró en un sótano a oscuras dónde la esperanza nuestra fue a parar a la basura. Después lanzó un decreto y nos dijo: «Desde arriba yo dirijo y abajo ustedes laburan«. La metáfora zoológica, otra vez, presente en el cancionero popular argentino.