La celebración colectiva de El Mató a un Policía Motorizado

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En el mundo de la música (y me atrevería decir que del arte, en general) suele pasar que los seguidores de la primera hora renieguen del éxito de determinado tipo de artistas cuando estos llegan a la cúspide de su desempeño, construyen auditorios multitudinarios, resuenan en las radios más escuchadas, musicalizan tiras en el prime time televisivo; “llegan”, como se suele decir habitualmente.

La nostalgia que se esconde bajo los ropajes de la superación juega un papel importante en este tipo de situaciones, pero también el sentido de pertenencia que se impone por sobre todo lo demás: hay un pedacito de historia que, según creemos, nos pertenece. Porque estuvimos ahí cuando los demás no estaban, porque pusimos la atención cuando todos enfocaban hacia otro sector, porque fuimos “parte de” algo que se hizo grande. Y queremos contarlo, más allá de lo que esté explotando frente a nuestras narices. A todos nos pasa, es complicado escaparle a esa tentación.

Partiendo de esa base, basada en una idea arbitraria y tan prejuiciosa como cargada de experiencias capaz de sustentarla, es necesario decir que El Mató a un policía motorizado logró romper con esa rara costumbre que impide el disfrute masivo presente en pos de la sobrevaloración del pasado exclusivo.

El progreso de la banda platense, que se puso de manifiesto en un disco que exploró un conjunto de facetas líricas y musicales que no habían sido abordadas en los anteriores trabajos del grupo, fue acompañado por el conjunto de seguidores que creció numérica y espiritualmente. Las canciones clásicas siguieron sonando, se supieron ensamblar a la perfección con el nuevo repertorio, las generaciones se encontraron y los coros populares fueron sumando adeptos. La síntesis O’Konor (2017) se convirtió, así, en la consagración definitiva de la banda que se elevó como emblema del quehacer rockero made in Argentina.

Enfrentándose a todo para defender y construir una nueva forma de comprender la música desde la estética, la producción y la gestión, la banda liderada por Santiago Motorizado experimentó ese crecimiento salvaje de los últimos dos años tocando por todo el país y llegando a lugares a los que posiblemente no hubiese imaginado llegar tiempo atrás. Fueron tiempos vertiginosos, de giras que recorrieron prácticamente toda la Argentina y que se extendieron por América Latina y el viejo continente.

Este viernes, volverán a abrazarse con sus seguidores mediterráneos en el nuevo Club Paraguay (Marcelo T. de Alvear 565 – Córdoba Capital), después seguirán Santiago de Chile, Lima, San Salvador de Jujuy y San Miguel de Tucumán. El año se terminará en diciembre, en el porteño Estadio Malvinas Argentinas.  

Para entonces, La síntesis O’ Konnor habrá visto nacer a su primer hijo, que muchos podrán nombrar como los “lados B” de un material que resultó demasiado redondo como para intentar cuestionar su conformación. En noviembre verán la luz un puñado de grabaciones que quedaron afuera del disco pero, según cuentan los propios integrantes de la banda, están tan buenas como las 10 que terminaron formando parte del material.

Son cinco temas que se grabaron en Estados Unidos en la primera parte del 2017, una de ellas ya tiene su propio video y se publicará antes de que termine el mes. Las otras, irán apareciendo.