El flechazo cordobés de Los Espíritus

Share on whatsapp
Share on facebook
Share on twitter
Share on telegram
Share on pinterest
Share on email

Los Espíritus vivieron una noche consagratoria en el Quality Espacio.

Hacía frío y la porción de multitud más puntual alimentaba una larga fila que desde muy temprano se había acercado al Espacio Quality para no perderse nada. Pese a haber hecho alguna que otra presentación en Córdoba, la Orquesta Típica Fernández Fierro se presentaba como una novedad en tierras mediterráneas. Después de algunas dificultades con el sonido que rápidamente fueron solucionadas, las cuerdas y los fueyes se adueñaron de la atención de las más de mil personas que entre tempraneros, curiosos, indiferentes y atentos terminaron ovacionando a los teloneros de lujo que abrieron el juego del sábado por la noche.

Los Espíritus arrancaron pasadas las diez de la noche. La cantidad de gente que ya había llegado al lugar dejaron al Quality al tope de su capacidad. El tema que abre el disco, abrió el concierto. Suele ser habitual que el set tenga que ver con el orden del trabajo a presentar, pero no fue el caso, «Huracanes» fue una excepción. Siguieron con «La crecida», el tema con que arranca «Gratitud», y la seguidilla de canciones de «Agua Ardiente» con la que comenzaron a elevar la agitación de la noche, el coro de la multitud, el baile y la ovación. «El viento», «La mirada», «Perdida en el fuego», «Jugo», «Mapa vacío», «Las armas las carga el diablo».

Hay quienes dicen que a las canciones hay que probarlas en vivo, analizar la forma en que estas tienen la capacidad de instalarse y hurgar en el universo emocional de quienes la reciben. Si el escucha logra apropiarse de ellas, el trabajo habrá sido exitoso. Promediando el concierto, Los Espíritus, que ya habían tocado muchas de estas canciones en Córdoba en su anterior visita, habían logrado generar una serie de climas dignos de una banda con oficios para la multitud. El flechazo había dado en el lugar correcto. El aspecto emotivo generaba ese amplio abanico de comportamientos que solo se ponen de manifiesto cuando el tema se desprende de sus autores. Entre los casi 3 mil que anduvieron el sábado, estaban los que bailaban, los que cantaban, los que se mantenían de pie sonriendo ante el hipnótico juego de luces y quienes, todavía, se sorprendían con lo que estaba sucediendo ante sus ojos, que parecían vibrar en el acompasado latir de los bajos retumbando en la región del esternón.

Con un Maxi Prietto decidido a poner los sonidos de su guitarra como excelsos protagonistas de las canciones que tomaron por asalto al gélido sábado cordobés, siguieron los linkeos a los trabajos anteriores de Los Espíritus. «Jesus rima con cruz» y «El gato», del primer disco del 2014; «Alto valle» y «La mina de los huesos», del consagratorio «Gratitud» del 2015. La única bandera que se había desplegado durante el concierto y que pedía por la aparición con vida de Santiago Maldonado ya colgaba de las gradas. Quienes la habían llevado estaban bailando por algún sector de la enorme pista en la que nadie podía aferrarse a su estática. Para cuando estallaron «Esa luz» y «Perro viejo» la entrega desde el escenario ya tocaba sus puntos más altos. El set terminó con «Luna llena» y «Vamos a la luna». El sexteto tardaría apenas unos minutos en volver a escena.

Dicen que hay plazas que suelen ser consagratorias y que hay gestos colectivos que marcan rumbos definitivos. El Quality Espacio de Los Espíritus aparece para confirmar eso que muchos auguran desde hace tiempo y señala a la banda como parte fundamental de un sonido de época. De culto para algunos, de horizontes masivos para otros. Maxi Prietto, Santiago Moraes, Martín Fernández Batmalle,  Miguel Mactas, Pipe Correa y Fernando Barreyro logran sintonizar con el pulso de una generación que canta y baila desde una perspectiva que recupera las viejas tradiciones y las trae a la actualidad a través de los elementos propios de su tiempo. «El Palacio», «Negro chico», «Las sirenas» y «Noches de verano» confirmaron en los bises que hay una base sólida desde la cual las canciones de «Agua Ardiente» se disparen a esos públicos por descubrir. La mochila carga buenas canciones y mientras la rueda que mueve al mundo siga girando, Los Espíritus buscarán que el cielo se vuelva un poco más claro para que el convite a la elevación resulte cada día más atractivo.

*Fotos: Simón Templar